
El escenario económico mundial de los últimos días está en constante cambio. La situación cambia de un día para otro, cuando no de una hora para otra. Las declaraciones -a menudo rotundas desde el extranjero- se persiguen unas a otras y se solapan en un continuo vaivén que parece tener poco efecto en la tendencia de los mercados y las bolsas, que están en franco retroceso. Los principales mercados internacionales buscan un rebote, pero incluso las señales positivas en los índices valen poco si se tiene en cuenta la magnitud de los miles de millones de dólares quemados en sólo unas horas tras el anuncio de aranceles del presidente estadounidense Donald Trump. Estamos hablando de algo así como 9,5 billones de dólares esfumados en los mercados en poco menos de tres días, con bolsas de la zona asiática que no habían visto resultados tan bajos desde la crisis de 1997, o desde el periodo Covid en lo que respecta a los mercados europeos. Pero ni siquiera en Estados Unidos la situación es halagüeña, y varias voces se alzan contra las decisiones del magnate, algunas de ellas procedentes de muy cerca de la Casa Blanca.
LA SITUACIÓN EN ESTADOS UNIDOS
Sólo hay una certeza en esta humeante y siempre cambiante situación: el que hasta ahora parecía ser la mano derecha de Trump, Elon Musk, no está contento con las políticas económicas impuestas por el presidente. El Washington Post escribió sobre ello citando fuentes anónimas, pero el propio empresario sudafricano, con pasaporte canadiense y estadounidense, también lo hizo explícito en un post en X en el que recordaba el famoso «discurso del lápiz» del economista Milton Friedman, ganador del Premio Nobel. Se trata de una postura real contra las ideas de Trump y la imposición de aranceles. Los analistas señalan que incluso en el bando conservador del Partido Republicano existe una clara división, con varios partidarios de Trump que ya no confían en sus capacidades y no estarían dispuestos a seguirle con los ojos vendados por el camino que está trazando para la sociedad y la economía estadounidenses. Incluso sus partidarios y financiadores de campaña, empezando por los multimillonarios de Silicon Valley, ya no están seguros de que el magnate sirva a los intereses de la economía de las estrellas. La predicción (la de los gurús de Wall Street) es que los aranceles impuestos estos días harán subir la inflación y ralentizarán el crecimiento estadounidense. Además, la decisión de Trump sentaría las bases de un verdadero conflicto económico mundial, que situaría a Estados Unidos, China y la Unión Europea (dejando de lado, pero sólo por el momento, la economía de Moscú) en bandos opuestos.
LA LUCHA CON EL DRAGÓN
Por supuesto, el enfrentamiento comercial con Pekín está en un nivel muy alto, y Trump ya ha amenazado con un aumento del 50% de los aranceles actuales (con lo que la imposición sobre algunos productos superará el 100% del precio) a menos que China retire sus aranceles del 34% impuestos como represalia a las decisiones de Washington. Por supuesto, en estos momentos la mirada del magnate está -o debería estar- puesta en los movimientos del dragón chino. El verdadero adversario de Estados Unidos, en esta coyuntura, es de hecho el propio Pekín, especialmente por el papel que podría desempeñar en el mercado internacional como alternativa al mercado estadounidense.
¿LA UNIÓN EUROPEA MIRARÁ TAMBIÉN AL ESTE?
Por su parte, la Unión Europea está dispuesta a activar medidas que se debatirán en los próximos días, aunque en el frente de cada cancillería las sensibilidades al respecto también difieran considerablemente. Lo cierto es que la mirada de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha desplazado hacia Oriente, también gracias a una conversación telefónica con el primer ministro chino Li Qiang. Aunque no han trascendido detalles de la conversación, lo que sí ha trascendido desde el ejecutivo de la UE es que se ha insistido en la importancia de la estabilidad y la previsibilidad de la economía mundial. Un razonamiento que viene de lejos, en contraposición a los empujes y disposiciones de choque del gobierno estadounidense que, por el contrario, han perturbado esta dinámica. De la conversación también se desprendería que correspondería a la UE y a China desempeñar el papel de apoyo de un sistema comercial fuerte y libre. Un verdadero coco para Donald Trump, que quizá podría pesar incluso más que la imposición de aranceles opuestos y la falta de apoyo interno de sus leales.