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Recientemente, la fuerza multinacional de la ONU establecida en Chipre para frenar las hostilidades entre los dos grupos étnicos de la isla cumplió 60 años desde su despliegue allí. Desplegados el 4 de marzo de 1964, los cascos azules de la ONU han recibido en las últimas semanas una medalla conmemorativa de su compromiso con la isla mediterránea.
Los soldados han intervenido durante décadas para mantener la paz entre las dos comunidades, griega y turca, que viven en partes separadas del territorio tras un largo periodo de conflicto y la invasión turca de la parte norte de la isla en 1974.
El escenario en el que operan es el de la llamada «Línea Verde», de 180 kilómetros de longitud, que separa la República de Chipre, reconocida internacionalmente, de la parte norte de la isla, denominada República Turca y, hasta la fecha, reconocida sólo por el gobierno de Ankara. A lo largo de seis décadas, se han desplegado en Chipre más de 150.000 miembros de la fuerza multinacional de las Naciones Unidas, de los cuales unos 1.000 permanecen en la isla.
Tras la intervención de Turquía en nombre de su propia comunidad en 1974, la intervención de las fuerzas de paz de la ONU impidió que el conflicto volviera a agravarse. Sin embargo, todos los esfuerzos por alcanzar un acuerdo han fracasado hasta ahora. Los grecochipriotas proponen un Estado federal unitario en el que ambas partes conservarían su autonomía. Los turcochipriotas, por su parte, rechazan categóricamente esta opción, proponiendo en su lugar una «solución de dos Estados», utilizando un lenguaje que recuerda a la fórmula de negociación israelo-palestina, y condicionando la reanudación de las conversaciones al reconocimiento de su independencia, exigencia firmemente rechazada por la comunidad internacional.
En enero, el Secretario General de la ONU, António Guterres, nombró mediadora especial para Chipre a María Ángela Holguín Cuéllar, diplomática colombiana con amplia experiencia. En 1986, Cuéllar fue uno de los negociadores del histórico acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla marxista de las FARC.
Durante estos años, gracias en parte a la labor de mantenimiento de la paz de los Cascos Azules de la ONU, Chipre, que se independizó del Imperio Británico en 1960, pudo desarrollar su democracia en la parte grecochipriota, aunque su capital, Nicosia, estuviera dividida en dos, como Berlín en la época del Muro y la Guerra Fría.
Desde la década de 1980 se han celebrado reuniones y negociaciones diplomáticas periódicas, a menudo bajo los auspicios de la ONU, pero la cuestión de una posible reunificación de Chipre sigue sin resolverse.
La disputa por el territorio tiene orígenes antiguos, ya que se encuentra cerca de las costas turca y siria y ha sido el centro de reivindicaciones primero de romanos y bizantinos y después de los imperios británico y otomano.
En 2004, la República de Chipre entró a formar parte de la Unión Europea, aunque sigue siendo muy difícil hablar de reunificación entre los dos territorios en disputa, Turquía y la UE.
Estos días, la isla es también el centro logístico del corredor humanitario a través del Mediterráneo oriental, que lleva ayuda a la población de Gaza, en poder de Hamás y en apuros por la respuesta israelí a los atentados terroristas del 7 de octubre.
A partir del 29 de marzo tendrá lugar en Nicosia el segundo acto del Fin de Semana Cultural Europeo de este año, la Fiesta ECR. Hasta el 31 de marzo, justo en Chipre, una elección significativa, dada la importancia histórica y la posición geoestratégica de la isla para toda Europa.
La diversidad del pensamiento conservador en el contexto europeo se expresa de distintas formas, reflejo de las diferencias culturales, históricas y sociales entre las regiones.
La conferencia, que tendrá lugar en el 20º aniversario de la adhesión de Nicosia a la Unión Europea, contará con varios paneles sobre temas clave como la sostenibilidad energética, la seguridad en el Mediterráneo, el plan ECR para la UE y las raíces judeocristianas de Europa.