
El 12 de marzo, el Parlamento Europeo aceptó el plan denominado ReArm Europe, lanzado y presentado por la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, el 4 de marzo. La Eurocámara dio luz verde con 419 votos a favor, 204 en contra y 46 abstenciones a un texto que promete convertirse en la piedra angular de la futura defensa común europea. De hecho, no se trata sólo de una respuesta a corto y medio plazo a la crisis internacional generada por el conflicto entre Rusia y Ucrania, sino de una estrategia a largo plazo para que el continente europeo y la UE sean más autónomos en el frente de la defensa. Una capacidad de defensa más autónoma que se hace necesaria precisamente por los escenarios que hemos mencionado. Hablamos de inversiones (incluso importantes) y de una mayor cooperación industrial, que irán flanqueadas por una evolución en términos de normas y tecnología. Lo que se ha puesto sobre la mesa es un verdadero cambio de paradigma, que la Presidenta Von Der Leyen presentó dejando claro que los 800.000 millones de euros que Bruselas considera necesarios servirán a Europa para hacerse cargo de su propia seguridad.
LOS PILARES DEL PLAN
Un análisis del texto revela cinco pilares que sustentan el plan Rearm Europe. En primer lugar, la flexibilidad presupuestaria (que se introduce mediante una excepción al Pacto de Estabilidad) para lograr inversiones de hasta 650.000 millones de euros en total. Así, según los objetivos del plan, los Estados miembros tendrían capacidad económica para aumentar significativamente sus capacidades de defensa a corto plazo. También están los fondos (150.000 millones de euros) del programa SAFE (Acción de Seguridad para Europa): se trata de un fondo destinado exclusivamente a la adquisición conjunta de armamento para modernizar las fuerzas armadas. Una nueva deuda conjunta que la Comisión emitirá para proyectos compartidos por al menos dos gobiernos. El tercer pilar sobre el que descansa ReArm Europe son los incentivos a la industria de defensa en Europa, en la lógica de limitar al máximo las dependencias no europeas en este ámbito sensible y estratégico. El cuarto pilar es la investigación, que, desde este punto de vista, sirve para que los proyectos desplegados por los Estados miembros sean cada vez más avanzados tecnológicamente. Por último, el último pilar se refiere a las inversiones estratégicas a largo plazo que tendrían como objetivo consolidar la defensa europea (en clave común) para reducir al máximo la dependencia de la OTAN y de Estados Unidos.
EL PUNTO SOBRE LOS FONDOS
Está claro que en esta perspectiva no se puede dejar de tener en cuenta la reticencia histórica de algunos Estados miembros a aumentar la deuda y las inversiones conjuntas. De hecho, los países más frugales podrían mostrar no poca hostilidad a financiar los 650.000 millones de euros restantes para alcanzar los 800.000 millones previstos (150.000 millones procederían del fondo SAFE). Al mismo tiempo, los miembros de la UE más endeudados podrían querer evitar una mayor carga para sus presupuestos internos, además de tener ciertos reparos a la hora de aumentar la carga de defensa. Sin embargo, el debate interno de cada Estado será la clave para entender cuál puede ser el futuro de ReArm Europe y de una defensa común europea. En la Francia de Emmanuel Macron se baraja la posibilidad de aumentar la inversión en defensa por encima del 3% del PIB. Una maniobra que costaría unos 30.000 millones al año, pero cuyas fuentes de financiación aún no están claras. Tanto es así que las oposiciones y los sindicatos están en pie de guerra. En Italia, el debate gira en torno a la conveniencia o no de rearmar Europa y aumentar el gasto. Por su parte, el ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, presentó en Europa un plan basado en un fondo de garantía de 16.000 millones que movilizaría hasta 200.000 millones de fondos a través de la inversión privada. Esto mejoraría la industria tecnológica y de defensa europea sin tener que recortar los servicios esenciales. También está el caso de Alemania, con el futuro canciller Merz enfrentado a bastantes tensiones internas: Grune, Die Linke y AfD deben convencerse de que la solución es aumentar la deuda para financiar el rearme y las infraestructuras necesarias para responder al escenario internacional y a la probable retirada de Estados Unidos. El voto del Parlamento Europeo, por tanto, abre los debates internos en los Estados miembros: el elemento más difícil de prever en el panorama de la defensa europea que se perfila lentamente.