Representantes de alto nivel de casi 100 países de todo el mundo asistieron a la cumbre celebrada en Suiza los días 15 y 16 de junio, la primera reunión de líderes mundiales dedicada a lograr la paz en Ucrania. Los grandes ausentes de la reunión fueron, como se esperaba, Rusia y su principal aliado, China. En ausencia de representantes del Kremlin, como era de esperar, las conversaciones tuvieron escasos efectos concretos para poner fin a la guerra. No obstante, a Ucrania, que tiene previsto reforzar su industria militar, se le prometió una ayuda estadounidense adicional de 1.500 millones de dólares. El dinero se utilizaría principalmente para desarrollar el sector energético y abordar problemas humanitarios.
Sin embargo, cabe señalar que de los 93 participantes, 80 apoyaron el texto de la declaración final de la Cumbre de la Paz. Entre los países que no firmaron el documento figuran seis miembros del G-20 -que representan a las principales economías del mundo-: Brasil, México, Arabia Saudí, Sudáfrica, India e Indonesia, así como Armenia, Bahréin, Tailandia, Libia, Emiratos Árabes Unidos, Colombia y el Vaticano.
Los asistentes a esta primera cumbre sobre la paz en Ucrania, a la que no asistió Rusia -principal protagonista del conflicto, que inició la agresión militar-, pidieron en su declaración conjunta «la implicación de todas las partes» en el conflicto en los esfuerzos por poner fin a las hostilidades. El documento final de la reunión aborda la seguridad nuclear, la seguridad alimentaria y los intercambios de prisioneros. Según la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, las tres cuestiones -seguridad nuclear, seguridad alimentaria e intercambio de prisioneros- son «condiciones mínimas» para las negociaciones con Rusia.
La Carta de la ONU y «el respeto de la integridad territorial y la soberanía pueden servir y servirán de base para lograr una paz global, justa y duradera en Ucrania», dice el documento. Los firmantes de la declaración final, adoptada tras la reunión de dos días, también pidieron que la «integridad territorial» de Ucrania fuera la base de cualquier futuro acuerdo de paz. El texto del documento, visto por Reuters, reafirmaba «los principios de soberanía, independencia e integridad territorial de todos los Estados, incluida Ucrania».
«Creemos que alcanzar la paz requiere la participación de todas las partes y el diálogo entre todas ellas. Por lo tanto, hemos decidido tomar medidas concretas, en el futuro, en los ámbitos mencionados, con una mayor participación de los representantes de todas las partes», añade el documento.
También subraya que «la seguridad alimentaria no debe militarizarse bajo ningún concepto», ya que la invasión de Ucrania, uno de los principales exportadores mundiales de cereales, ha tenido repercusiones dramáticas en el abastecimiento de varios países del mundo. También ha habido consecuencias para las exportaciones de fertilizantes, tanto ucranianos como rusos. El documento final de la reunión también pide la liberación de todos los prisioneros de guerra, así como de los «niños ucranianos deportados ilegalmente».
Suiza aceptó acoger la reunión a petición del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky. Hizo la petición a los funcionarios de Berna en el contexto de la presentación del plan de paz de diez puntos a finales del año pasado. Pero las conversaciones de los días 15 y 16 de junio en la ciudad suiza de Burgenstock no siguieron demasiado de cerca el plan de Zelensky. Y entonces el líder de Kiev anunció que estaba preparando un nuevo plan que sería acordado por todos los líderes mundiales.
«Es muy importante para nosotros presentar un plan para poner fin a la guerra», dijo Volodymyr Zelensky tras el momento de Burgenstock.
«No queremos prolongar esta guerra y necesitamos alcanzar una paz justa lo antes posible», añadió el presidente ucraniano, que insistió en que su país debe reforzar paralelamente su industria militar porque «Rusia sólo entiende de fuerza y sólo respeta a los fuertes».
Antes de la conferencia, la presidenta suiza, Viola Amherd, declaró que el objetivo de la conferencia era crear «una plataforma de diálogo» para debatir los primeros pasos necesarios para lograr la paz en Ucrania. Muchos gobiernos agradecieron a Suiza la organización de la conferencia, destacó también Amherd. Se trata de un proceso ampliamente respaldado, añadió, para sentar las bases «de una futura cumbre de paz con participación rusa».
Rusia anunció desde el principio que no asistiría a la conferencia de Suiza. Y su ausencia ha animado a potencias aliadas como China a anunciar que las conversaciones de paz no pueden funcionar en ese formato, que sólo funcionarán si participan Rusia y Ucrania. Pekín, al igual que Brasil, también ha dicho que deben explorarse otras opciones de negociación para lograr la paz en Ucrania.
En los preparativos de la conferencia, el gobierno alemán insistió en que China debía participar, pero su insistencia cayó en saco roto. Al final, el canciller alemán, Olaf Scholz, expresó su esperanza de que tal vez se pudiera encontrar en Suiza la manera de iniciar un proceso en el que algún día participara también Rusia. Cuando llegue el momento.
«Por ahora Rusia y sus dirigentes no están preparados para una paz justa. Esto es un hecho», insistió Zelensky al final de la conferencia de Burgenstock.
Según él, las negociaciones con Rusia pueden comenzar mañana, pero sólo si se retira de Ucrania.
El presidente ruso Vladimir Putin, dispuesto a negociar
En un discurso ante funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Vladímir Putin prometió ordenar un alto el fuego inmediato si Ucrania retira sus tropas de sus cuatro provincias reclamadas por Rusia y renuncia a su aspiración de ingresar en la OTAN. Hizo hincapié en que, para acudir a la mesa de negociaciones, Ucrania debe convertirse en «un país neutral» fuera de los bloques militares y no nuclear, ya que posee la mayor central nuclear de Europa (!).
«Las tropas ucranianas deben retirarse completamente de todo el territorio de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, y de las regiones de Herson y Zaporozhye (anexionadas sobre el papel – ed.) Las negociaciones (de paz) serán entonces posibles», dijo el líder del Kremlin.
En respuesta, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, declaró el viernes que Vladímir Putin no está en condiciones de poner condiciones a Ucrania para poner fin a la guerra.
«Ha hecho que varios cientos de miles de soldados resulten heridos y muertos en esta invasión injusta y no provocada. Podría ponerle fin hoy mismo si decidiera hacerlo. Y le pedimos que lo haga y abandone el territorio soberano de Ucrania», declaró Austin.
Aun así, Ucrania recibió buenas noticias en Burgenstock. La vicepresidenta representante de Estados Unidos, Kamala Harris, anunció una ayuda de 1.500 millones de dólares para Ucrania, principalmente para el sector energético y para abordar cuestiones humanitarias. Un tercio del dinero -5.000 millones de dólares- son fondos adicionales destinados al sector energético. Otros 324 millones de dólares proceden de ayudas financieras prometidas anteriormente y deben destinarse a reparar la infraestructura energética. El resto del dinero se destina a ayuda alimentaria, servicios sanitarios, refugios civiles y servicios de agua, saneamiento e higiene para la población ucraniana.
El presidente Joe Biden no estuvo presente en Suiza, en Burgenstock, pero se reunió con Volodymyr Zelensky en la Cumbre del G7 en Italia, donde ambos firmaron un acuerdo bilateral de Seguridad. La decisión se tomó -según los analistas- ante el temor de que si un nuevo líder, concretamente el republicano Donald Trump, se instala en la Casa Blanca, el apoyo estadounidense a Ucrania y la participación de su gran aliado al otro lado del Atlántico en la guerra disminuirán considerablemente en un futuro próximo.
Donald Trump, en caso de ganar las elecciones presidenciales de este año, ha dicho que pondría fin a la guerra ruso-ucraniana. El líder republicano aspira a un plan según el cual la OTAN deje de expandirse hacia el Este. Como EEUU se enfrenta a un aumento histórico de la deuda externa, el reclutamiento militar está disminuyendo y la base industrial va a la zaga de Rusia y China, la «reorientación radical» de la OTAN es inevitable. En otras palabras, la adhesión de Ucrania y Georgia a la Alianza del Atlántico Norte quedará descartada en el futuro. Donald Trump afirma que está dispuesto a discutir con el líder del Kremlin qué parte del territorio ucraniano permanecerá bajo control ruso, así como a obligar a Ucrania a renunciar a Crimea y Donbás, actualmente bajo ocupación rusa.