En los últimos días, gracias a la intervención de la derecha europea y de los Estados miembros con mayoría de derechas, se han dado algunos pasos importantes en la política agrícola. De hecho, en el último Agrifish, el Consejo Europeo de Ministros de Agricultura de cada Estado miembro, se abordaron algunas cuestiones clave para los agricultores. En todos los países de la UE, los agricultores y ganaderos llevan meses protestando -y siguen haciéndolo- contra las onerosas disposiciones de la PAC, la Política Agrícola Europea, y contra las cláusulas del «Pacto Verde», que no sólo han puesto en grave peligro la actividad económica de todas las explotaciones agrarias de la UE, sino que también han cuestionado el papel social del agricultor como garante de la calidad de los productos y primer y mayor defensor del medio ambiente. Afortunadamente, el creciente peso de la derecha europea ha desviado algunas de las previsiones de la actual Comisión Europea sobre cuestiones delicadas y muy importantes para los agricultores, como el uso de pesticidas. Algunas normativas han sucumbido completamente a la influencia de la ideología ecologista, por ejemplo el retorno de los bosques y estanques en lugar de los cultivos agrícolas.
Buenas noticias de Agrifish
El trabajo de un frente favorable a los agricultores ha conseguido frenar la deriva ideológica de la actual Comisión: se ha decidido que un año entero de aplicación de la Política Agrícola Común y del «de la granja al tenedor» ha sido demasiado gravoso para los agricultores y ganaderos de los Estados miembros. En particular, en la última edición de Agrifish se planteó una cuestión muy importante: el arranque de vides, un fenómeno que habría supuesto un enorme riesgo para los principales países productores y exportadores de vino, como Francia e Italia. Concretamente, algunos países han dicho que sólo están a favor si se cumplen determinadas condiciones: por ejemplo, si la reducción de viñedos sirve para mejorar la calidad de los vinos, si sólo afecta a los viñedos de tierras bajas, si hay una contribución europea sustancial a cambio. Otra novedad es la llamada «directiva del desayuno», un paquete de nuevas normas sobre la venta, composición, envasado y etiquetado de determinados productos que se consumen en el desayuno, como la miel y la mermelada. El objetivo es combatir las importaciones: si se mezcla miel de distintas partes del mundo, la etiqueta debe indicar el porcentaje de contribución de cada país. En resumen, la nueva normativa pretende luchar contra posibles fraudes, aunque, según algunas asociaciones de consumidores y de slow-food, algunas de las novedades podrían causar daños a quienes utilizan los productos.
Las elecciones europeas serán decisivas
Además, el Consejo de Ministros de Agricultura ha pedido a la Comisión Europea que simplifique la PAC para liberar a los agricultores de toda Europa de la opresiva burocracia y de todas esas cláusulas opresivas que amenazan el espíritu empresarial rural. En efecto, debemos devolver la dignidad al agricultor, verdadero guardián de la naturaleza, mediante un nuevo enfoque que considere al agricultor como el primer garante de la calidad de los productos que consumimos. Las normas rígidas e ideológicas impuestas por la Unión Europea en los últimos años corren el riesgo de destruir todo un sector económico de los Estados miembros, sobre todo en relación con el mercado exterior: Gracias a la mala gestión de la izquierda, Europa corre el riesgo de sufrir la competencia desleal de terceros países que, a diferencia de Europa, no aplican ninguna norma para proteger el medio ambiente y siguen contaminándolo sin descanso. La contribución de los partidos de derechas ha mitigado la deriva ideológica de la Comisión, pero un verdadero cambio en la Política Agrícola Común sólo se producirá tras las votaciones de la UE de los días 8 y 9 de junio, cuando un probable primer ascenso de la derecha en los órganos decisorios europeos podría por fin levantar la suerte de los agricultores y ganaderos de toda la UE.