En las últimas décadas, Asia se ha convertido rápidamente en una potencia tecnológica mundial, desafiando a líderes tradicionales como Estados Unidos y Europa.
Países como China, Japón y Corea del Sur han hecho enormes progresos en sectores clave como la inteligencia artificial, las telecomunicaciones y la fabricación de semiconductores, y en respuesta a este creciente desafío, la Comunidad Europea se ha comprometido a desarrollar contramedidas estratégicas para preservar su autonomía tecnológica y seguir siendo competitiva en el contexto mundial.
La primera línea de defensa de la Comunidad Europea está representada por las inversiones masivas en investigación y desarrollo (I+D). Con el programa Horizonte Europa, la UE ha destinado importantes fondos a apoyar la innovación y el descubrimiento de tecnologías avanzadas con el objetivo de reducir la brecha tecnológica con Asia y fomentar la creación de soluciones innovadoras en sectores estratégicos como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la producción de semiconductores, cada vez más esenciales en la evolución tecnológica mundial. La Comunidad Europea reconoce la importancia de la colaboración internacional en el sector tecnológico y la creación de asociaciones con países que comparten los mismos valores y objetivos es esencial para hacer frente a los retos mundiales. Sin embargo, la UE colabora activamente con países como Estados Unidos, Japón y Corea del Sur para desarrollar sinergias y fomentar el intercambio de conocimientos y recursos en el campo de la tecnología.
Otro aspecto crucial para contrarrestar el poder tecnológico asiático es la armonización de normas y reglamentos. De hecho, la Comunidad Europea está trabajando para establecer normas comunes en el ámbito de la ciberseguridad, la inteligencia artificial ética y las tecnologías emergentes. Este esfuerzo no sólo facilita la cooperación internacional, sino que también contribuye a proteger a los ciudadanos europeos de posibles amenazas y abusos relacionados con el uso indebido de las tecnologías, que nunca ha recibido tanta atención como en los últimos años, sobre todo dada la especialmente delicada situación geopolítica mundial. La creación de un entorno propicio a la creación de empresas y a la innovación es, por ejemplo, esencial para estimular el crecimiento económico y tecnológico y, de hecho, la Comunidad Europea está aplicando políticas y programas para simplificar el acceso de las empresas emergentes a la financiación y fomentar la colaboración entre los sectores público y privado. Además, se promueven incubadoras de innovación y polos tecnológicos para acelerar el desarrollo y la difusión de nuevas tecnologías con la participación de la mayoría de las naciones continentales preparadas para el nuevo reto, incluidas las industriales.
La competencia tecnológica requiere una mano de obra altamente cualificada y adaptable y, por este motivo, la Comunidad Europea está invirtiendo en formación y educación, promoviendo programas educativos que fomenten el desarrollo de competencias digitales y tecnológicas a partir de las nuevas generaciones, ya predispuestas a una visión hipertecnológica en el trabajo. Este planteamiento no sólo garantiza una mano de obra competitiva, sino que también ayuda a reducir la dependencia de los conocimientos tecnológicos de fuera de la UE. El desafío del poder tecnológico asiático, representado sobre todo por las empresas chinas, japonesas e indias, exige una respuesta estratégica y coordinada de la Comunidad Europea. Mediante inversiones específicas en investigación y desarrollo, colaboraciones internacionales, normalización, apoyo a la creación de empresas y una mano de obra altamente cualificada, la UE está trazando el camino para garantizar su autonomía tecnológica y seguir siendo competitiva en un mundo cada vez más dominado por las innovaciones asiáticas . El reto es grande, pero con una estrategia holística y un compromiso colectivo, Europa puede afrontar con éxito el cambio tecnológico global aspirando a un liderazgo posible y de lo más útil para el futuro. El potencial de Europa en el sector tecnológico es bien conocido y cada Estado miembro deberá contribuir a alcanzar niveles cada vez mayores. El saber hacer del viejo continente, que siempre ha estado muy orientado hacia una caracterización sobre todo artesanal, tendrá que evolucionar y resultar atractivo. El mundo tecnológico está en constante evolución y Europa no puede encontrarse incapacitada para acogerlo.