La COP28, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se celebró en Dubai del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023. Un acontecimiento que reúne a todos los Jefes de Gobierno del mundo -o al menos a la mayoría de ellos- unidos por el deseo de encontrar respuestas políticas concretas a un problema que cada vez se siente más en todo el mundo.
El cambio climático es una de las principales fuentes de debate tanto a nivel generacional como político-económico. La propia elección de reunirse en Dubai también causó revuelo entre muchos activistas medioambientales: de hecho, no es ningún misterio que Emiratos Árabes Unidos figura entre los principales productores de petróleo, una de las fuentes fósiles que más que otras ha contribuido al cambio climático a lo largo de las décadas.
Si para los ecologistas esto puede parecer un lavado de cara ecológico en toda regla, también hay que evaluar una serie de factores geopolíticos: los países del grupo BRICS son los productores del 64% del carbón, el 48% del petróleo y el 36% del gas natural de todo el mundo. Los BRICS también son responsables del 53% de las emisiones de CO2 en todo el mundo, por lo que está claro que quieren asumir el reto climático como propio para dar un impulso tecnológico y productivo a todo su sistema alternativo a Occidente.
Sin embargo, no podemos pensar en solucionarlo todo con una conversión total de los combustibles fósiles a la electricidad: alrededor de una quinta parte del litio mundial procede de China, Argentina y Brasil, por lo que una conversión a baterías supondría un mayor fortalecimiento de estos países. Necesitamos una visión estratégica y generacional para superar estos obstáculos.
Aquí adquiere un valor completamente distinto la iniciativa Youth4Climate, que nació en mayo de 2022 de la colaboración entre el Gobierno italiano y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, que vio cómo unos 130 jóvenes representantes de 60 países compartían en Roma el pasado mes de octubre soluciones a la crisis climática partiendo de ideas precisas. Programas educativos para pasar a la energía sin olvidar el mundo productivo, con nuevos sistemas de producción en el sector agrícola y alimentario, o interviniendo más concretamente sobre la sostenibilidad urbana.
«La clave para poner en marcha proyectos innovadores y crear asociaciones estables está ligada a la colaboración en la definición de los procesos. Trabajamos con los jóvenes, escuchamos sus prioridades y juntos construimos un camino que nos llevó a lanzar un instrumento financiero accesible e inclusivo para transformar sus ideas en realidades tangibles» afirma Gilberto Pichetto Fratin (FI, PPE), Ministro de Medio Ambiente del Gobierno Meloni, que más que otros ha captado el sentido del desafío de la COP28, a saber, la cooperación entre los jóvenes y las instituciones para responder con mayor precisión a los retos del futuro.
Un deseo, el del Gobierno italiano, puesto de manifiesto al haber querido contar con una delegación del Consejo Nacional de la Juventud en la delegación italiana en la COP28, demostrando cómo un futuro sostenible pasa por muchas pequeñas necesidades, como una mayor implicación de los jóvenes.
Pero, además del papel de los jóvenes, hay que subrayar el de los conservadores: como recordó la Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni (FdI, ECR), de hecho, Italia -como la mayoría de los países europeos- está haciendo su parte en el proceso de descarbonización, pero este proceso debe gestionarse con un principio de transición ecológica, es decir, desarrollando tecnologías que permitan mantener las tasas de crecimiento económico y social sin afectar al medio ambiente circundante. Si, por el contrario, el planteamiento es meramente ideológico, se corre el riesgo de proponer derivados de ese cacareado «decrecimiento feliz» cuyo único resultado ha sido recibir subproductos de otros países a precios bajísimos y con normas de producción muy impactantes.
«No debemos tener prejuicios sobre las nuevas tecnologías, el gran reto será la fusión nuclear y creo que Italia debe tener la capacidad de pensar a lo grande», concluyó Meloni, reavivando el debate sobre la energía nuclear. Se trata de un debate que pronto será objeto de confrontación política aunque sólo sea para distinguir a los conservadores de los progresistas: por un lado, los partidarios de las nuevas tecnologías para no perder el desafío productivo lanzado por los BRICS; por otro, los partidarios de una reducción del impacto humano tout court.
Las elecciones europeas decidirán qué política medioambiental es la más adecuada para el Viejo Continente, recordando sin embargo que en el medio ambiente, más que en otros sectores, los efectos de las decisiones que se tomen hoy recaerán principalmente en la generación futura y no en la actual.