Amplia victoria del Partido Popular, el Bloque Nacional de Gallego obtuvo buenos resultados
El domingo 18 de febrero se celebraron elecciones regionales en Galicia, una región del norte de España conocida sobre todo por su fuerte diferencia lingüística, que a menudo ha dado lugar a debates sobre el estatuto de autonomía de la región. De hecho, el gallego es una lengua diferente del castellano, al igual que el catalán o el vasco.
Las elecciones fueron ganadas de nuevo por el Partido Popular, que ya gobernaba la región, bajando de 42 escaños a 40, aún suficientes para gobernar Galicia, ya que el número de escaños en el Parlamento local es de 75, por lo que la mayoría se «rompe» a 38 Alfonso Rueda, Presidente saliente, será por tanto reconfirmado como líder de la región.
Lo importante, sin embargo, es observar los resultados de las demás fuerzas políticas, nacionales y locales, que concurrieron a estas elecciones. Si el Partido Popular (PP, PPE) quedó primero con el 47,4% de los votos, el segundo puesto fue para el Bloque Nacionalista Gallego (BNG, Verdes/ALE), formación que impulsa una mayor autonomía en la región con el 31, 6% de los votos y 25 escaños (+6 respecto a 2020).
En tercer lugar, en desplome vertical, está el Partido Socialista (PSOE, S&D) con el 14% de los votos y sólo 9 escaños, cuando en 2020 eran 14. Cierra el parlamento gallego la formación local Democracia Ouresana, que con el 1% pero con la redistribución local de escaños se lleva 1 parlamentario. Tanto Vox (ECR) como Sumar (GUE/NGL) están fuera del Parlamento.
En las últimas elecciones generales, el panorama gallego vio al PP como primer partido con un 43,9%, después el PSOE con un 30%, seguido de Sumar con un 11% y el BNG con un 9,5%. Vox cierra la carrera por los escaños con un 4,9%, quedándose fuera del Parlamento en Galicia. Los parlamentarios elegidos fueron 13 por el PP, 7 por el PSOE, 2 por Sumar y 1 por el BNG. Precisamente ese escaño para el BNG fue entonces decisivo para la formación del Gobierno de Sánchez III.
De hecho, entre los apoyos externos al ejecutivo, están los de todas las fuerzas políticas autonomistas e independientes de España, incluido el BNG. Para alcanzar el acuerdo, los socialistas se comprometieron a reforzar el transporte ferroviario desde y hacia Galicia y a la condonación del 20% de la deuda, que asciende a 2.700 millones de euros. Además de estos compromisos más «técnicos», Sánchez también firmó el compromiso de reconocer a Galicia el mismo estatus autonómico que el País Vasco y Cataluña, aumentando el poder de decisión del autogobierno gallego.
Además de la gravedad de haber utilizado esencialmente dinero público para pactar políticamente, menoscabando también la unidad de la nación, Sánchez paga ahora también un peaje desde el punto de vista electoral, al ver cómo el electorado de izquierdas va unido hacia el BNG. Las encuestas nacionales, por supuesto, se vieron afectadas por este resultado.
Los últimos sondeos sitúan al Partido Popular en torno al 36,5%, aventajando en más de seis puntos al PSOE (30%). Vox y Sumar les siguen con un 11% y un 10,5% respectivamente. La coalición PP-Vox, según las encuestas, tendría entre 172 y 180 parlamentarios, con una mayoría fijada en 175. En 2023, 170 escaños no fueron suficientes, esta vez podrían bastar para devolver a España a la Derecha.
La próxima cita electoral importante serán las elecciones autonómicas en el País Vasco, que se celebrarán a finales de verano. Hasta la fecha, la Comunidad Autónoma está en manos del Partido Nacional Vasco (EAJ-PNV, RE) en coalición con el PSOE. Según las encuestas, la coalición PNV-PSOE se situaría en torno al 48%, con entre 36 y 38 escaños de los 75 disponibles. Si también falta la mayoría en el País Vasco, sobre todo después de un resultado de las elecciones europeas que seguramente no verá ganar a las fuerzas del Gobierno, podría abrirse realmente una crisis de Gobierno para Sánchez.