La fluidez de la situación en Siria es sin duda un rompecabezas para los analistas de todo el mundo. De hecho, las tensiones, las relaciones de poder y las cuestiones críticas en la región tendrán, necesariamente, que reorganizarse para encontrar un nuevo equilibrio. También, recordemos, a la vista de las demás crisis internacionales que implican a los actores en cuestión, aunque no directamente, sino a través de sus aliados más cercanos. Así, la guerra en Ucrania y los enfrentamientos en Gaza y en Líbano con Israel no pueden dejar de estar influidos por esta nueva configuración. Hay varios frentes y temas que abordar para hacer un análisis preciso de la situación. Aquí trataremos de alinear sólo algunos de estos aspectos, los que quizá se encuentren entre los más acuciantes de la escena internacional y europea, con el fin de sentar las bases para analizar una situación en constante cambio. En particular, nos centraremos en la operación lanzada por Israel en los Altos del Golán y en la cuestión de los flujos migratorios y las solicitudes de asilo, sobre la que las cancillerías europeas se están reorganizando con un freno en los procedimientos de análisis de las solicitudes. ISRAEL Y EL GOLÁN
El derrumbe del régimen de Bashar al-Assad devolvió inmediatamente la atención a los Altos del Golán, e Israel ocupó de inmediato las zonas de la franja de seguridad situadas a lo largo de la frontera con Siria. Netanyahu se apresuró inmediatamente a hablar de una acción limitada y temporal, pero no tardaron en sucederse las condenas de lo que la ONU entiende también como una flagrante violación de los acuerdos vigentes desde 1974. De hecho, un contingente de la ONU patrulla esta zona precisamente desde hace cincuenta años. Se trata de la misión de la Undof (que actualmente tiene desplegados allí a unos 1.000 hombres) con la misión de supervisar la aplicación de los acuerdos manteniendo el alto el fuego entre ambos países. Para Israel, esta operación, aunque calificada de «limitada», constituye sin embargo un nuevo frente que se suma al del Líbano (en el que está en vigor un alto el fuego), a la guerra en Gaza y a la continua tensión en Yemen y el Mar Rojo.
Probablemente, en este momento, el primer ministro israelí considera nulos los acuerdos de 1974: con la caída de Assad, la voluntad de Netanyahu sería revisar las posiciones adoptadas hace cincuenta años. De hecho, en este momento, con el abandono de sus posiciones por parte de los soldados sirios, Israel está atrincherado tras el peligro de tener nuevas fuerzas hostiles en sus fronteras. Las fuerzas israelíes podrían retirarse, si el nuevo gobierno garantizara el mantenimiento de los acuerdos, pero una situación completamente distinta afecta a las zonas anexionadas formalmente desde 1981 con una acción no reconocida y condenada por gran parte de la comunidad internacional. Para estas zonas, sin embargo, no habría posibilidad de retirada, ya que Israel las considera intocables.
Luego está el aumento de las incursiones israelíes con bombardeos de diversas zonas de Siria, con el objetivo de destruir bases militares o fábricas de armas. El objetivo obvio es impedir que estos recursos caigan en manos equivocadas (es decir: no a favor de Israel); sin embargo, subyace el deseo de reducir la capacidad militar del nuevo gobierno sirio, para asegurar al menos una de las fronteras. Por otra parte, Netanyahu ha subrayado que si los miembros del nuevo gobierno quieren mantener buenas relaciones con Israel, no habrá ningún problema, pero si llegan las amenazas, pasarán a la defensa.
Es el propio embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, quien, al querer tranquilizar sobre la incursión en el Golán, informa de que Israel no interviene en el conflicto en curso entre grupos sirios, sino que sólo actúa por la seguridad de sus fronteras. En respuesta, el enviado de la ONU a Siria, Geir Pedersen, pidió el cese de las incursiones y movimientos israelíes.
Por supuesto, en los equilibrios de la región, la maniobra de Israel no pasó desapercibida. En primer lugar, Irán condenó el avance sobre el Golán y el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores habló de invasión, condenando también el silencio de Occidente ante los movimientos de Tel Aviv. Para Arabia Saudí, en cambio, lo que Israel ha llevado a cabo en el Golán sería una operación destinada a socavar la posibilidad real de que el nuevo gobierno sirio llegue a la reconquista de su integridad territorial, mientras que Turquía, muy próxima al nuevo gobierno, habla de una «mentalidad de ocupación», contraria a la posibilidad de que los sirios lleguen a la paz y la estabilidad. Incluso Jordania, en paz desde hace diez años con Israel, ha denunciado la invasión; al igual que Egipto, que se queja de violaciones de los acuerdos internacionales. Para EEUU, el Departamento de Estado sigue insistiendo en la importancia de la «temporalidad» de esta incursión, mientras que Naciones Unidas recuerda que, según los acuerdos de 1974, no debe haber fuerzas ni actividades militares en la zona desmilitarizada.
Una situación que no es nada fácil, sobre todo tras los anuncios de Israel de haber golpeado duramente a la flota siria. En los próximos días, la situación en el Golán podría convertirse, por tanto, en un factor clave del equilibrio en la zona, llevando a la mesa del conflicto -o de la negociación- las demandas de casi todos los actores de la región. REGRESOS Y SOLICITUDES DE ASILO
La Unión Europea ha sido clara: sobre el asilo a los sirios, la competencia corresponde a los Estados miembros. Esta es una cuestión desencadenada por la caída del régimen de Assad que podría traer no pocos problemas a las cancillerías europeas. De hecho, con el fin del régimen anterior, varios Estados miembros de la UE han congelado los procedimientos de examen de las solicitudes de asilo hasta el punto, en algunos casos, de plantearse la repatriación de los actuales exiliados. Empezando por las fronteras con Europa, Turquía se dispone a hacer precisamente eso, con el anuncio de que hasta 20.000 refugiados podrían regresar a Siria cada día tras la ampliación de la capacidad de los pasos fronterizos.
En Europa, con las manifestaciones callejeras y el cambio de banderas en muchas embajadas, también se ha frenado la tramitación del asilo. Alemania fue la primera en imponer una paralización: con más de 47 mil solicitudes aún por evaluar (en total había más de 70 mil en 2024), Scholz decidió tomarse un tiempo para evaluar la evolución de la situación, quizá también en relación con el comportamiento que pudieran adoptar otras cancillerías. De hecho, hay más de un millón de sirios viviendo en Alemania, la mayoría de ellos llegados después de 2015 con la apertura de Merkel a las solicitudes de asilo procedentes de Siria.
Según datos de la ONU, después de Alemania, los países europeos con mayor número de sirios son Suecia, Austria, Grecia, Francia y Holanda. Y en todos estos Estados se están aplicando medidas similares. Después de Berlín, son Grecia y Austria los que están frenando el examen de las solicitudes. Luego es el turno de Noruega, Dinamarca y Suecia.
Estocolmo también pretende congelar las expulsiones a la espera de conocer mejor la situación en Damasco, mientras que Holanda podría optar por la expulsión. París no ha querido adoptar una postura alternativa en este caso, sino que se ha puesto del lado de las demás cancillerías y ha congelado temporalmente el examen de las solicitudes. Esta opción también fue elegida por el Reino Unido, sumándose a la decisión adoptada por algunos de los miembros de la UE. En Italia, se celebró una reunión en el Palazzo Chigi y la Primera Ministra, Giorgia Meloni, decidió iniciar la misma medida como medida cautelar. La Viminale congelará, por tanto, todos los procedimientos pendientes, que hasta hoy se aceptaban prácticamente de oficio por tratarse de ciudadanos de un país en guerra. En Italia también se abordó la espinosa cuestión de cómo proceder con los ciudadanos sirios que ya se encuentran en territorio italiano. Ciertamente, el desarrollo de la situación no permite tomar una decisión inmediata. Habrá que ver qué tipo de liderazgo se establece en Damasco y si se garantizan los derechos fundamentales. Por su parte, la Comisión Europea ya ha advertido a las cancillerías de que, por el momento, no se darían las condiciones mínimas para organizar las repatriaciones. Éste será probablemente uno de los temas centrales del próximo Consejo Europeo del 19 de diciembre.
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