Filipinas y EE.UU. son los países de mayor riesgo, mientras que Italia es el más afectado de la UE.
El cambio climático representa uno de los retos más urgentes y graves a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Sus consecuencias son cada vez más evidentes, y los costes asociados crecen exponencialmente. Según un informe de la reaseguradora Swiss Re, los daños relacionados con fenómenos meteorológicos extremos causados por el cambio climático ascienden a la asombrosa cifra de 200.000 millones de dólares anuales. Se prevé que esta aterradora cifra aumente a lo largo de los años, poniendo en peligro a cada vez más personas y naciones.
Entre los países más afectados por estas catástrofes se encuentran Filipinas y Estados Unidos. Filipinas, con un 3% de su PIB anual mermado por inundaciones, ciclones tropicales y otras catástrofes, encabeza la lista de naciones más vulnerables. Estados Unidos, aunque sólo pierde el 0,4% de su PIB cada año, sufre enormes daños absolutos, que alcanzan los 97.000 millones de dólares anuales. Estas cifras no sólo ponen de manifiesto la magnitud devastadora del cambio climático a escala mundial, sino que también revelan desigualdades en la capacidad para afrontar y mitigar sus efectos entre las naciones más desarrolladas y las que están en vías de desarrollo.
Italia, en el contexto europeo, emerge como uno de los países más afectados por el cambio climático, con daños por valor de 37.000 millones de dólares entre 2013 y 2022. Sorprendentemente, sólo una pequeña parte de estos daños (5.000 millones de dólares) parece haber sido asegurada, lo que pone de manifiesto una enorme «laguna» en la protección financiera contra los riesgos climáticos, que asciende al 87%. Esto significa que la gran mayoría de las pérdidas causadas por los desastres climáticos recaen directamente sobre los hombros de los ciudadanos y las instituciones italianas, sin una red de seguridad adecuada para mitigar los impactos económicos.
En 2023, Italia experimentó una serie de fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas y temporales, que causaron daños sin precedentes, como inundaciones en Emilia-Romaña y granizo en el norte de Italia. Las pérdidas aseguradas por estos sucesos han superado los 3.000 millones de dólares, lo que indica una emergencia climática que requiere una actuación decisiva e inmediata. El informe de la reaseguradora suiza advierte de que el riesgo de inundaciones va a crecer a escala mundial. Mientras que en Estados Unidos y el este y sudeste de Asia, los ciclones tropicales representan el fenómeno meteorológico con mayor impacto económico. Estas predicciones indican que el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una realidad a la que debemos enfrentarnos ahora.
Los países con graves lagunas en la protección de los seguros y retrasos en la adopción de medidas de mitigación y adaptación son los más expuestos a los riesgos financieros derivados de la intensificación de las catástrofes climáticas. Es imperativo que las naciones actúen con rapidez para aplicar políticas e inversiones destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger a las comunidades vulnerables y promover la resiliencia climática. Italia, junto con otros países europeos e internacionales, debe asumir un papel de liderazgo en la lucha contra el cambio climático. Esto significa adoptar políticas más ambiciosas para la transición a una economía baja en carbono, invertir en infraestructuras resistentes al clima y garantizar una mayor cobertura de seguros contra los riesgos climáticos. Además, es esencial promover la investigación científica y la innovación tecnológica para desarrollar soluciones creativas y sostenibles para hacer frente al cambio climático.
El coste de los daños causados por el cambio climático no es sólo financiero, sino también social, medioambiental y humano. Las comunidades más vulnerables suelen ser las más afectadas, con consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria, la salud pública y la estabilidad económica. Hacer frente a esta crisis exige un compromiso global y coordinado de gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos de todo el mundo. Ahora es el momento de actuar. Ignorar las señales del cambio climático o retrasar la adopción de medidas eficaces tendrá consecuencias catastróficas para las generaciones futuras. Debemos actuar con urgencia y determinación para proteger nuestro planeta y construir un futuro sostenible para las próximas generaciones.