En los últimos meses, España ha sido testigo de la ira de los agricultores y del sector primario, con una serie de protestas masivas y marchas de tractores por toda España, especialmente en la capital, Madrid. El sector primario protestaba contra las intensas dificultades a las que se enfrenta, causadas en parte por las adversidades climáticas y las condiciones internacionales, pero agravadas en cualquier caso por las desastrosas políticas que los Gobiernos nacionales, regionales y europeos han aplicado sistemáticamente.
En este sentido, los manifestantes exigieron al Gobierno medidas para proteger la soberanía alimentaria europea y la producción europea frente a las importaciones y la competencia desleal de terceros países, la mejora y aplicación rigurosa de la Ley española de la cadena alimentaria, que prohíbe que los distintos niveles de la cadena de valor alimentaria se vean obligados a vender sus productos a pérdidas; la reducción de los trámites burocráticos, así como una reforma fundamental de la Política Agrícola Común (PAC) de la UE, especialmente en lo relativo a sus disposiciones y obligaciones en materia de medio ambiente. En particular, los agricultores se oponen vehementemente a los denominados «regímenes ecológicos» de la PAC, que los agricultores deben aplicar para recibir subvenciones pero que imponen condiciones medioambientales inaceptables que dificultan la producción de alimentos y la rentabilidad de los agricultores.
Aunque las protestas en España se han desvanecido, el enfado de los agricultores persiste y, a pesar de los gestos simbólicos de los políticos, los problemas estructurales fundamentales que han señalado los agricultores no se han resuelto o ni siquiera abordado. Los políticos, en sus despachos de Madrid y Bruselas, permanecen completamente ajenos a la realidad social y económica del campo. Esta semana, el Ministro español de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha propuesto a las organizaciones del sector primario un documento con 43 medidas, pero son pocas y llegan demasiado tarde.
Las 43 medidas que propone Planas, y que se distribuyen en 7 grupos, son las siguientes. En primer lugar, Planas propone impulsar medidas a escala de la UE en relación con la PAC. En concreto, el Ministro se comprometió a promover la simplificación, la reducción de los trámites burocráticos y la flexibilización de la PAC, entre otras cosas para flexibilizar y simplificar los criterios de aplicación de los regímenes ecológicos.
En relación con la escena internacional, Planas también se comprometió a defender las «cláusulas espejo» y la competencia leal en el comercio internacional. En este sentido, el Ministro ha propuesto la creación de un grupo de trabajo para supervisar las importaciones y exportaciones del sector primario y reforzar los controles fronterizos de las importaciones de terceros países. También prometió que el Gobierno defenderá que, cuando se negocien acuerdos comerciales en foros internacionales, los productos importados estén sujetos a las mismas condiciones que se imponen a los productores de la UE.
En relación con otro asunto de gran relevancia para los agricultores, el Ministerio propone reforzar la citada Ley de la Cadena Alimentaria, así como la capacidad de inspección y las competencias de la Agencia Española de Información y Control Alimentarios (AICA). Pero lo más significativo es que Planas ha propuesto elevar también esta cuestión al ámbito europeo, ya que quiere que la prohibición de la venta a pérdidas se aborde también a escala europea.
En cuanto a las ayudas económicas, destaca en el documento de Planas la propuesta del ministro de poner en marcha una línea de créditos de 700 millones de euros, en colaboración con el ICO (Instituto de Crédito Oficial), que se distribuirían de la siguiente manera: 500 millones de euros para garantizar operaciones de crédito dirigidas a los agricultores, y 200 millones de euros para jóvenes agricultores y relevo generacional.
Por otra parte, en materia de impuestos y gravámenes sobre los carburantes, el ministro de Agricultura propone mantener el tipo reducido para el gravamen sobre el gasóleo agrícola, lo que supondría un beneficio fiscal de 400 millones de euros, y también la deducción del 35% en la factura de carburantes de uso agrícola y del 15% en la de fertilizantes. El Ministerio también propone reducir el rendimiento neto al 15% para 2023 en lo que respecta al impuesto sobre la renta.
Sin embargo, al elogiar su propia disposición para abordar la cuestión, el Ministro Planas cometió, sin querer, un desliz. Acusó a los partidos de derechas VOX y PP de no desear que haya un acuerdo entre el Gobierno y los agricultores, y de que «quieren que las protestas continúen al menos hasta las elecciones europeas de junio». Sin embargo, lo que Planas no comprendió es que esto demuestra tácitamente que los partidos de derechas ofrecen una respuesta más eficaz a las demandas de los agricultores, y que la difícil situación de los agricultores se ha visto agravada en gran parte por las políticas del Gobierno español de izquierdas y de la gran coalición de la Comisión Europea.