Son muchas y variadas las formas en que la Unión Europea afecta al mercado laboral de sus Estados miembros.
El objetivo de la UE debe ser crear puestos de trabajo, limitando las diferencias en la medida de lo posible y asegurándose de no establecer normas y reglamentos estrictos que limiten la posibilidad de que las empresas participen activamente en el mercado laboral.
Pero para analizar las perspectivas, hay que partir del estado de la cuestión, de las cifras de empleo para 2023 facilitadas por Eurostat el pasado mes de marzo. DATOS DE EMPLEO EN LA UNIÓN EUROPEA Empecemos por la cifra de empleo entre los 20 y los 64 años.
En la Unión Europea, la media de personas empleadas en este grupo de edad es del 75,4%.
Dentro de este porcentaje, hay que analizar el empleo masculino, que llega al 80%, mientras que el femenino se detiene en el 70,2%, una diferencia de casi diez puntos porcentuales.
En comparación con el año anterior (las cifras corresponden a 2023, por lo que estamos hablando de 2022), la tasa de empleo de los hombres en la Unión Europea creció un 0,5%, mientras que la de las mujeres creció un 0,9% en un año.
Especialmente en lo que respecta al empleo femenino, hay que señalar que se han recuperado 9,1 puntos porcentuales en los últimos diez años.
Este crecimiento es un buen augurio, pero sigue siendo demasiado bajo para producir resultados apreciables a medio plazo. FORMACIÓN, EMPRESAS Y EMPLEO A la luz de los datos, está claro que la entrada en el mundo laboral, así como la mejora de las competencias profesionales y la eventual reinserción, deben pasar por factores ineludibles sobre los que los gobiernos de los Estados miembros, apoyados por políticas europeas realmente proactivas, deben influir.
En concreto, los elementos que deben tenerse en cuenta son la formación de los trabajadores (en cualquier etapa de su carrera laboral en la que se encuentren), el papel que desempeñan las empresas en el mercado laboral y las políticas relacionadas con el empleo.
Es con estos tres puntos en mente con los que debemos abordar esta cuestión y las dinámicas asociadas a ella dentro de la Unión Europea. SIMPLIFICAR LA ADMINISTRACIÓN Y LA BUREAUCRACIA La estrella guía, en esta coyuntura, sólo puede ser la simplificación como elemento de apoyo a la iniciativa empresarial y la innovación.
La simplificación de la normativa, también mediante el fomento de la colaboración público-privada, facilita que las empresas inviertan en capital humano y en nuevas contrataciones.
Lo que se necesita, por tanto, es una limitación de la carga administrativa y burocrática que actualmente se deriva de la normativa europea.
Son principalmente las microempresas y las pequeñas y medianas empresas las que están pagando actualmente el precio.
Precisamente por ellas debemos trabajar en la aplicación efectiva de la Ley de la Pequeña Empresa y del principio «uno dentro, uno fuera», es decir, ninguna nueva ley sin una evaluación de su impacto en la vida de las empresas.
Además, no se puede dejar de pensar en la importancia que tienen los profesionales en el tejido laboral de cada país.
Por tanto, es necesario equipararlos a las empresas en cuanto a incentivos y ayudas. LA ENERGÍA Y EL MEDIO AMBIENTE EN EL CENTRO DEL EMPLEO El giro verde europeo no puede ir sin empleo.
Así pues, el mercado laboral también debe orientarse hacia la sostenibilidad, pero sin afectar negativamente a la vida de los ciudadanos y a las economías de los Estados miembros.
Por tanto, se necesitan políticas que fomenten la creación de nuevos puestos de trabajo, pero siempre teniendo en cuenta los numerosos retos económicos y medioambientales a los que se enfrenta el futuro de la Unión.
Una vez más, el apoyo debe dirigirse en primer lugar a las microempresas y a las pequeñas y medianas empresas, sobre todo con vistas a contrarrestar el aumento de los costes de la energía y la volatilidad de los precios de las materias primas vinculada, por ejemplo, a la situación internacional tan incierta.
Teniendo esto en cuenta, los Estados miembros deben volver a reconocer el papel y la utilidad social del trabajo de proximidad y de las empresas.
Sólo así podremos desencadenar un proceso positivo para proteger las ciudades y los territorios de la degradación.
Por tanto, la valorización local del trabajo dependerá inevitablemente de las tradiciones y características únicas presentes en cada territorio. EMPLEO DE LOS MÁS JÓVENES Por último, la cuestión que más debe preocupar en las próximas décadas es la del empleo de los jóvenes y las políticas destinadas a reforzarlo.
Los incentivos al espíritu empresarial (especialmente entre los jóvenes) y a las empresas que contraten a jóvenes, así como la formación en las escuelas en relación con el mundo laboral, son cuestiones que las nuevas instituciones europeas no pueden dejar de lado.
En particular, las desgravaciones fiscales a las empresas que creen nuevos puestos de trabajo deben convertirse en el elemento central de las políticas europeas.
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Comercio y Economía - agosto 27, 2024