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El plan de Trump sobre inmigración

Política - enero 30, 2025

El inicio del segundo mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha estado marcado por una serie de decisiones drásticas en materia de inmigración y política exterior. Dos episodios recientes han puesto de manifiesto la determinación de la administración estadounidense de mantener una postura de línea dura tanto contra los inmigrantes ilegales como contra los gobiernos extranjeros que obstaculizan las deportaciones. El primero se refiere al enfrentamiento diplomático entre Estados Unidos y Colombia, que terminó con una victoria decisiva de Washington; el segundo tiene que ver con el anuncio de nuevos centros de detención de inmigrantes en Guantánamo.

El caso colombiano: la amenaza arancelaria y la capitulación de Petro

El primer episodio tuvo como protagonista a Gustavo Petro, presidente socialista de Colombia, que inicialmente denegó la autorización para que aterrizaran en su país aviones estadounidenses que transportaban a migrantes deportados. Esta medida, justificada por consideraciones sobre la dignidad de los migrantes y el rechazo a que se utilizaran aviones militares para las deportaciones, desencadenó una dura reacción de la administración Trump. Washington respondió con la amenaza de imponer aranceles de hasta el 25% a las exportaciones colombianas a Estados Unidos, porcentaje que podría haber llegado al 50% en cuestión de días. Dado que el mercado estadounidense absorbe el 28% de las exportaciones colombianas -unos 18.000 millones de euros anuales, impulsadas principalmente por el petróleo-, la amenaza tenía un peso enorme. Petro intentó inicialmente contrarrestar con una medida recíproca, anunciando aranceles del 50% sobre las importaciones estadounidenses. Sin embargo, esta estrategia resultó insostenible dada la dependencia económica de Colombia del mercado estadounidense. Además de las medidas económicas, Trump anunció una serie de sanciones diplomáticas, incluida la prohibición de viajar a funcionarios del gobierno colombiano y la revocación de visados para personal institucional. La presión se hizo insoportable para Bogotá, que finalmente aceptó todas las condiciones impuestas por Washington, incluida la devolución sin restricciones de los migrantes irregulares deportados. Este incidente supone el primer enfrentamiento importante entre Trump y un país latinoamericano en su segundo mandato, y demuestra cómo la administración estadounidense está dispuesta a utilizar herramientas económicas y diplomáticas para garantizar la plena cooperación en materia de políticas migratorias.

Guantánamo: El nuevo centro de detención de inmigrantes

Paralelamente al enfrentamiento con Colombia, Trump anunció su intención de crear nuevas instalaciones para detener hasta 30.000 migrantes expulsados de Estados Unidos en la base militar de Guantánamo, Cuba. La decisión se formalizó mediante un memorando presidencial y forma parte de una serie de medidas restrictivas en materia de inmigración. Guantánamo es conocida por su prisión de máxima seguridad, inaugurada en 2002 y criticada durante mucho tiempo por denuncias de tortura y violaciones de derechos humanos. Sin embargo, el plan de Trump no consiste en internar a los inmigrantes en la prisión, sino en una instalación independiente ya existente, el Centro de Operaciones para Inmigrantes (GMOC, por sus siglas en inglés). Este centro, utilizado anteriormente para alojar a migrantes cubanos y haitianos, tiene actualmente capacidad para 120 personas, pero podría ampliarse con estructuras temporales como tiendas de campaña y barracones. La administración ha declarado que tiene intención de utilizar el GMOC como centro de detención de pleno derecho para migrantes irregulares considerados peligrosos. Según Tom Homan, asesor de Trump en materia de inmigración, incluso los migrantes interceptados en el mar por la Guardia Costera podrían ser encarcelados allí. Se espera que esta decisión suscite polémica, sobre todo porque un informe de 2024 de la ONG Proyecto Internacional de Ayuda a los Refugiados calificó las condiciones del GMOC de «inhumanas.»

El contexto político: La Ley Laken Riley y la represión de la inmigración

El anuncio de Guantánamo coincidió con la firma por Trump de la Ley Laken Riley, la primera ley aprobada por el Congreso en su segundo mandato. La ley ordena la detención preventiva de todos los inmigrantes indocumentados detenidos por robo o delitos violentos y acelera los procedimientos de deportación. Lleva el nombre de Laken Riley, una estudiante asesinada en 2024 en Georgia por un inmigrante venezolano indocumentado, un incidente que tuvo un impacto significativo en la opinión pública estadounidense. Esta medida forma parte de una ofensiva más amplia contra la inmigración: en las últimas semanas, unos 40.000 inmigrantes ya han sido trasladados a prisiones privadas, cárceles locales o bases militares autorizadas por el ICE.

La continuidad histórica de Guantánamo como centro de inmigrantes

La propuesta de Trump de ampliar Guantánamo para gestionar la inmigración no es totalmente nueva. En la década de 1990, la base albergó a más de 34.000 inmigrantes haitianos y cubanos, aunque no todos a la vez. A lo largo de los años, las fuerzas de seguridad estadounidenses han realizado simulacros para prepararse ante una posible crisis migratoria a gran escala. Sin embargo, mientras que los usos anteriores de la base se enmarcaban en términos humanitarios, Trump apuesta claramente por un enfoque represivo. Esto supone una clara ruptura con las anteriores administraciones demócratas, que habían intentado (sin éxito) cerrar la prisión de Guantánamo.

Conclusión: Una nueva era de rigor político

Estos dos episodios ilustran una imagen clara de la política de inmigración de Trump: firmeza absoluta y uso de la influencia económica para conseguir la cooperación de terceros países. La victoria diplomática sobre Colombia muestra cómo la administración está dispuesta a poner en peligro relaciones económicas estratégicas para imponer su agenda. Al mismo tiempo, el proyecto de Guantánamo representa un paso más hacia una política de inmigración cada vez más restrictiva, que suscita graves preocupaciones humanitarias. En este escenario, los gobiernos latinoamericanos se enfrentan a una difícil elección: cooperar con Estados Unidos y aceptar condiciones estrictas, o desafiar a Washington a riesgo de sufrir graves repercusiones económicas y diplomáticas. Colombia ya ha capitulado. ¿Seguirán su ejemplo otros gobiernos?