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El Plan Mattei no consiste en hablar, sino en actuar

Política - marzo 18, 2024

Desvergüenza y conciencia. Estos son los sentimientos que mueven a Giorgia Meloni, Primera Ministra italiana y líder de los conservadores europeos, en relación con la compleja cuestión de la inmigración. En el Palazzo Chigi, sede del gobierno italiano, se inauguró la sala de control del Plan Mattei, tras las importantes reuniones institucionales celebradas el mes pasado con otros dirigentes, primeros ministros y jefes de Estado africanos acogidos en el Senado.

«Seremos los pioneros», estas son las claras palabras de Meloni indicando el camino para un cambio positivo. El objetivo es escribir una nueva página para las relaciones con África. Para ello, es imprescindible implicar a la Unión Europea y a los Estados del G7, foro intergubernamental del que Italia ostenta la presidencia. Meloni, junto con la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha visitado Egipto para establecer un memorando de entendimiento Egipto-UE, muy similar al ya firmado con Túnez. Un paquete de ayudas europeas, que incluye préstamos y subvenciones, aportará 7.400 millones de euros desde este año hasta 2027. También estuvieron presentes los Primeros Ministros de Grecia y Bélgica, el Canciller austriaco y el Presidente de la República de Chipre. Un «Equipo Europa» obligado a ofrecer resultados.

Esta iniciativa no sólo es útil para frenar la inmigración, cada vez más acuciante debido a las graves crisis humanitarias en Oriente Medio, sino también necesaria para la seguridad, la estabilidad y las grandes oportunidades económicas. Mientras tanto, Meloni, además del memorándum con Egipto, también ha programado varias reuniones bilaterales centradas en el Plan Mattei y, por supuesto, en el expediente de los migrantes. Aunque las salidas desde las costas egipcias son casi nulas hasta la fecha, Egipto limita con la Franja de Gaza a lo largo de doce kilómetros, y la situación en el paso fronterizo de Rafah es más crítica que nunca. Una crisis socioeconómica egipcia podría provocar graves problemas y agravar la situación en un instante. Por eso es crucial entablar un diálogo y comprender lo que hay que hacer para evitar que esto ocurra.

No mera retórica en África, sino acciones concretas. Meloni lo ha reiterado una y otra vez: «Trabajamos con un enfoque diferente en las relaciones y la cooperación, que no es paternalista, colonialista ni caritativo. África no es pobre; posee el 60% de las tierras cultivables, el 60% de los metales, está experimentando un rápido crecimiento demográfico y, por tanto, tiene un enorme potencial de capital humano.»

Por lo tanto, es necesario comprometerse con un continente ya muy influido por otras potencias extranjeras. Para hacerlo con éxito, sin duda, hace falta dinero, pero sobre todo inversiones específicas en los sectores más problemáticos y tener una relación de igualdad. Los países implicados en esta fase inicial serán nueve: Egipto, Túnez, Argelia, Mozambique, Kenia, Etiopía, Marruecos, Costa de Marfil y Congo. Se crearán mesas de trabajo sobre el terreno para los proyectos acordados en seis ámbitos de interés: educación y formación, agua e higiene, sanidad, agricultura, energía e infraestructuras. En las últimas semanas se han realizado las primeras expediciones operativas para estructurar eficazmente las misiones. «En Bruselas para compartir con las autoridades europeas, en Abiyán y en Addis Abeba», explica Meloni durante la reunión en la sala de control. Junto a las reuniones políticas, también se han celebrado reuniones económicas para conocer las posibilidades de actuación con las principales instituciones financieras internacionales. Se necesitan muchos recursos, pero también voluntad de actuar y proyectos reales. La única manera de construir algo bueno es trabajar juntos de forma compacta. La próxima reunión de la sala de control será en abril, mientras que los primeros resultados deberían empezar a verse en junio, cuando el Primer Ministro italiano informe al Parlamento.

Europa tiene por fin la oportunidad de recuperar su grandeza y comprometerse en igualdad de condiciones con cualquiera. Quizá, en ocasiones, sean necesarios compromisos iniciales, pero entonces el sueño europeo empieza por fin a despertar de nuevo.