El pasado12 de julio de 2023, el Parlamento Europeo aprobó una resolución relativa al régimen de Cuba. Esta resolución se refiere a la situación actual en Cuba y a las relaciones UE-Cuba, también a la luz de la visita de la Alta Representante a la isla.
Las relaciones entre la Unión Europea y el gobierno de Cuba están marcadas por numerosos acuerdos de diálogo. Sólo por nombrar algunos podemos mencionar el informe son el llamado ADPC (Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación) que data de 2016; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966; y la Convención de la ONU contra la Tortura y Otras Penas de 1984.
Sin embargo, es necesario recordar cuál es la situación real en la isla de Cuba.
De hecho, las condiciones actuales de Cuba distan mucho de los valores y principios que persigue la Unión Europea. La isla se enfrenta a una crisis general, que afecta a la sociedad en muchos aspectos, desde el económico hasta el de las libertades de las personas. Además, también hay que mencionar la situación migratoria actual, ya que el éxodo migratorio en el último periodo ha alcanzado niveles sin precedentes. El año pasado, unas 250.000 personas abandonaron la isla.
Entre las principales causas de la emigración está sin duda la situación económica de la isla, que afronta una de sus peores crisis desde la caída de la URSS en los años noventa. Algunas de las consecuencias de esta difícil situación son también la inflación galopante y la falta de suministros, medicinas y gasolina.
Al mismo tiempo, el deterioro del sistema eléctrico de la isla provoca continuos apagones incluso en las horas punta. Esta crisis energética se ha prolongado desde 2022, hasta el punto de que gran parte del país se ha visto afectado por apagones que han llegado a alcanzar las doce horas diarias.
Otro gran problema que azota la realidad cubana es el racismo. Un problema, éste, que parece lejos de resolverse y que agrava el conflicto dentro de la propia sociedad.
Toda esta serie de cuestiones problemáticas hacen que el contexto cubano sea difícil de vivir y complejo desde el punto de vista de las relaciones internacionales. Sobre todo teniendo en cuenta que el aspecto democrático es prácticamente inexistente en la vida política y social de Cuba. Lo que dificulta no sólo la vida dentro de la isla, sino también las relaciones entre Cuba y otros países del mundo.
Volviendo al análisis de lo contenido en el informe europeo, éste muestra cómo, a pesar de que el ADPC sigue vigente, el régimen cubano continúa haciendo caso omiso de los principios de democracia y respeto contenidos en el mismo, perpetuando una violación de los derechos humanos durante décadas. En su informe, la Unión Europea condena en los términos más enérgicos las violaciones sistemáticas de los derechos humanos y los abusos llevados a cabo por el régimen cubano contra manifestantes, disidentes políticos, líderes religiosos, activistas de derechos humanos y artistas independientes, entre otros. Al mismo tiempo, la UE insta a las autoridades cubanas a que pongan fin inmediatamente a la política de represión y condena la falta de libertad religiosa en Cuba. A todo esto hay que añadir la dramática condición de que, desgraciadamente, a pesar de los esfuerzos internacionales, la situación en Cuba no ha producido ninguna mejora, sino un empeoramiento progresivo.
El punto crucial en las relaciones internacionales, no sólo entre la UE y Cuba, es precisamente el respeto de los derechos humanos. Por parte de la UE, el Parlamento Europeo ha pedido reiteradamente a Cuba que ponga en marcha reformas encaminadas a normalizar el entorno social, político y económico. Pero de estas peticiones no ha surgido ningún resultado positivo.
Tampoco la reciente visita a la isla del Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, parece haber aportado beneficio alguno. Esa visita, de hecho, parece haber justificado de alguna manera lo que ha estado ocurriendo en Cuba durante algún tiempo, y de hecho, declarándose contrario a la decisión de EE.UU. de incluir a la isla en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Un acontecimiento este, que desde luego no es nuevo, tanto es así que fue allá por 1982 cuando Cuba fue incluida en la ‘lista negra’ de Estados Unidos, para ser retirada por la presidencia de Barack Obama en 2015, y volver a entrar en 2021 antes de que finalizara el mandato de Donald Trump. En relación con esta visita intervino el ponente alternativo del ECR, Herman Tertsch, quien afirmó que «la resolución es un paso más para poner fin a la intolerable complicidad de la Unión Europea, y en particular de su Alto Representante, Josep Borrell, con la dictadura cubana».
La causa de estas difíciles relaciones bilaterales entre Cuba y EE.UU. tiene raíces muy profundas en el tiempo, pero el hecho de que estos dos gobiernos no hayan sido capaces de llegar a un acuerdo se debe también a la difícil situación de la que la isla no logra salir.
Además, para agravar este complejo panorama geopolítico, también ha intervenido la guerra en Rusia. El conflicto, aunque geográficamente distante, también implicaba al régimen cubano. Y de hecho, es bien conocida la relación privilegiada que Putin mantiene con la isla, hasta el punto de que fue el propio presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en 2022 quien defendió la actuación de Vladimir Putin, atacando incluso a EEUU y la OTAN y señalándolos como los principales autores de la guerra en Ucrania. Por ello, la resolución también reiteró su condena al régimen cubano por su defensa y apoyo a los actos de agresión de Rusia y Bielorrusia.
Considerando todo esto, parece claro que una transformación dentro de la isla es muy compleja de lograr, y es difícil pensar que incluso una ayuda sustancial (aquí se hace referencia a los millones de euros prometidos por la UE para las pequeñas y medianas empresas en Cuba) pueda aportar cordura a un entorno que lleva mucho tiempo plagado de múltiples problemas.
En este sentido, la resolución del Parlamento Europeo pretende condenar todas las acciones que han conducido a la actual crisis económica, social y de derechos humanos que asola a la isla y a toda su población, y más allá. «El Parlamento Europeo ha condenado con firmeza y coherencia las violaciones de los derechos humanos y las atrocidades cometidas por el régimen comunista cubano», declaró la coordinadora de Asuntos Exteriores del Grupo ECR, Anna Fotyga.
Sobre esta cuestión, también el ponente alternativo del ECR, Herman Tertsch, quiso destacar lo siguiente: «La Unión Europea tiene que cambiar su actitud hacia el gobierno cubano y ayudar a acabar con este régimen que es incompetente en todo excepto en el crimen. Es de esperar que los comunistas cubanos, como los comunistas de todo el mundo, acaben en el basurero de la historia como desgraciados, asesinos y fracasados. Y con ellos sus cómplices en las democracias de América y Europa, que tanto daño y dolor han causado al pueblo cubano en estos 64 años.»
Por lo tanto, es esencial que se avance en el ámbito de los derechos humanos, ante todo, y que se restablezca una condición de igualdad y tranquilidad en términos económicos, sociales y políticos. Es inaceptable que la Unión Europea apoye a un régimen que no sólo no protege a los habitantes de la isla, sino que tampoco respeta los tratados internacionales y apoya (más o menos implícitamente) a Rusia y su agresión contra Ucrania.
La condena contra Cuba y las acciones implementadas por el gobierno deben recibir una firme denuncia. La Unión Europea no puede compartir el planteamiento de un régimen que viola sistemática y continuamente los derechos de las personas, derogando lo establecido en documentos y acuerdos oficiales, alejándose de hecho de cualquier posibilidad de diálogo y cooperación en pie de igualdad.
La derecha conservadora de la Unión Europea, y el partido ECR en particular, seguirán reiterando con firmeza que no se debe apoyar al régimen cubano, hasta que se den todas las condiciones necesarias para crear un diálogo político basado en principios y valores comunes y compartidos, y seguirán condenando firmemente cualquier acción que atente contra el respeto de los derechos humanos, que, como afirma el propio Derecho Internacional, tienen carácter universal, inviolable e inalienable.