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Importancia de la agricultura en la UE e Italia

Comercio y Economía - marzo 11, 2024

La tensión entre la importancia económica y la percepción pública de las políticas agrarias de la UE se ha hecho patente en las recientes protestas de los agricultores de varios países europeos.

La agricultura sigue siendo un pilar fundamental de la Unión Europea (UE), aunque su contribución al Producto Interior Bruto (PIB) de la UE se sitúa por debajo del 2%. Este sector, aparentemente marginal en términos de contribución económica, sigue recibiendo un tercio del presupuesto comunitario en forma de subvenciones agrícolas a través de la Política Agrícola Común (PAC).

La PAC, creada en 1962, pretendía inicialmente garantizar la seguridad alimentaria y controlar la inflación manteniendo unos precios razonables. A lo largo de los años, la PAC ha sufrido varias reformas, haciendo cada vez más hincapié en la sostenibilidad medioambiental y el apoyo a las rentas agrarias. En la actualidad, la PAC representa más de un tercio del presupuesto plurianual de la UE y financia tanto las subvenciones directas a los agricultores como las medidas de desarrollo rural. El tamaño y la estructura del sector agrario varían considerablemente entre los países miembros de la UE. La mayoría de las explotaciones son pequeñas y familiares, con un 95% de empresas dirigidas por familias. Sin embargo, existen diferencias significativas en el tamaño y la productividad de las explotaciones agrícolas entre los distintos países miembros. La UE es exportadora neta de productos agrícolas, con un superávit comercial de 33.000 millones de euros en 2022. Sin embargo, las exportaciones agrícolas varían considerablemente entre los países miembros, y entre los principales socios comerciales de la UE se encuentran el Reino Unido, Estados Unidos y China.

Las políticas medioambientales de la UE han generado debate entre los agricultores, que a veces las consideran demasiado estrictas. Sin embargo, la agricultura sigue influyendo significativamente en el uso del suelo y las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE. Aproximadamente el 38% del territorio europeo se dedica a la agricultura, con notables variaciones entre los países miembros. Las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura han disminuido un 4,8% desde 2005, pero siguen siendo una parte importante de las emisiones totales de la UE. La PAC ha introducido limitaciones medioambientales, como la obligación de dejar el 4% de las tierras agrícolas sin cultivar para fomentar la biodiversidad, suscitando críticas y peticiones de flexibilidad por parte de los agricultores.

Recientemente, la Comisión Europea anunció concesiones a los agricultores, retirando una propuesta para reducir el uso de pesticidas en 2030 y evitando fijar objetivos precisos de reducción de emisiones agrícolas en el comunicado sobre objetivos climáticos para 2040. En conclusión, la agricultura sigue siendo un sector vital para la UE, que contribuye a la seguridad alimentaria, el empleo y la economía en general. Sin embargo, las políticas agrarias deben equilibrar la sostenibilidad medioambiental con la competitividad económica y el apoyo a las rentas agrarias, con el fin de abordar los retos futuros de forma eficaz y sostenible.

A pesar de los éxitos y los retos afrontados hasta ahora, la agricultura europea se enfrenta a una serie de problemas cruciales que requieren soluciones innovadoras y un planteamiento estratégico a largo plazo.

  1. Sostenibilidad medioambiental: La UE se ha fijado el ambicioso objetivo de convertirse en el primer continente climáticamente neutro para 2050. Para alcanzar este objetivo, la agricultura debe desempeñar un papel clave en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la adopción de prácticas agrícolas más sostenibles. Se podría incentivar a los agricultores para que adopten prácticas agrícolas más respetuosas con el medio ambiente mediante programas de financiación e incentivos.
  2. Tecnología e innovación: La adopción de tecnologías innovadoras, como la agricultura de precisión, la biotecnología y la inteligencia artificial, puede aumentar la eficiencia de la producción, reducir el uso de recursos naturales y mejorar la sostenibilidad general del sector agrícola. La UE debe invertir en investigación y desarrollo para fomentar la innovación tecnológica en el sector agrario.
  3. Digitalización: La digitalización de la agricultura, mediante el uso de sensores, drones y sistemas de monitorización remota, puede permitir a los agricultores tomar decisiones más informadas y optimizar la gestión de los recursos agrícolas. Sin embargo, es necesario garantizar que el acceso a las tecnologías digitales sea justo e inclusivo para todos los agricultores, independientemente de su tamaño o recursos financieros.
  4. Resistencia al cambio climático: La agricultura europea es vulnerable a los efectos del cambio climático, incluidos los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías y el aumento de las temperaturas. Los agricultores deben adoptar prácticas agrícolas resistentes al clima y diversificar sus cultivos para reducir el riesgo de fracasos estacionales.
  5. Seguridad alimentaria: Garantizar la seguridad alimentaria sigue siendo una prioridad clave para la UE. La agricultura europea debe ser capaz de producir alimentos suficientes para satisfacer la creciente demanda de una población cada vez más numerosa, garantizando al mismo tiempo la calidad y seguridad de los productos alimenticios.
  6. Mercados mundiales: La UE debe seguir participando activamente en los mercados mundiales, tanto como exportadora como importadora de productos agrícolas. Promover un comercio justo y unas relaciones comerciales basadas en principios de reciprocidad puede contribuir a garantizar la competitividad y la sostenibilidad de la agricultura europea en los mercados internacionales.

Italia, por ejemplo, es conocida por albergar un sector agrario en constante evolución y, en las últimas décadas, la agricultura italiana ha atravesado una fase de transformación, pasando de una imagen tradicional a protagonista de un renovado interés económico, social y medioambiental. En este artículo exploraremos los retos y oportunidades del sector agrícola italiano, analizando sus características, sus éxitos y sus perspectivas de futuro. La agricultura italiana tiene una larga historia de tradición e innovación. Con una variedad de microclimas y suelos fértiles que van de las colinas toscanas a las llanuras del Po, de los viñedos de Sicilia a los huertos de Campania, Italia ofrece un entorno ideal para la producción agrícola diversificada. Sin embargo, el sector agrícola italiano se enfrenta a una serie de retos, como la competitividad global, la sostenibilidad medioambiental, la digitalización y la atracción de jóvenes talentos.

Italia se encuentra compitiendo con otros países europeos e internacionales en el mercado mundial. Mientras que, por un lado, la marca «Made in Italy» sigue siendo un símbolo de calidad y artesanía en el sector alimentario, por otro hay que hacer frente a la competencia de productores extranjeros que ofrecen productos a precios más competitivos. Para seguir siendo competitiva, la agricultura italiana debe apostar por la innovación, la diversificación de productos y la valorización de las denominaciones de origen protegidas (DOP) y las indicaciones geográficas protegidas (IGP).

La sostenibilidad medioambiental se ha convertido en un imperativo para la agricultura italiana, dada la importancia del cambio climático y la creciente demanda de productos alimentarios sanos y sostenibles por parte de los consumidores. Los agricultores italianos están adoptando prácticas agrícolas sostenibles, como la agricultura ecológica, el uso responsable del agua y los recursos naturales, y la reducción del impacto ambiental de pesticidas y fertilizantes. Además, Italia está invirtiendo en la investigación y el desarrollo de tecnologías innovadoras para mejorar la eficiencia y la sostenibilidad del sector agrícola.

La digitalización está transformando el sector agrícola italiano, ofreciendo nuevas oportunidades para aumentar la productividad, optimizar los recursos y mejorar la trazabilidad de los productos. Los agricultores italianos están adoptando tecnologías digitales, como el Internet de las Cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA) y la robótica, para supervisar los cultivos, automatizar los procesos y gestionar los recursos de forma más eficiente. Además, la digitalización está facilitando la conexión entre productores y consumidores, permitiendo una mayor transparencia y confianza en el sistema alimentario.

Para asegurar el futuro de la agricultura italiana, es esencial atraer y apoyar a los jóvenes talentos del sector. Muchas zonas rurales italianas se enfrentan al problema de la despoblación y el envejecimiento de la población agrícola, con el consiguiente riesgo de pérdida de conocimientos y competencias. Para invertir esta tendencia, es necesario crear oportunidades para los jóvenes agricultores facilitándoles el acceso a la financiación, la formación profesional y el apoyo técnico. Además, es importante fomentar una cultura empresarial e innovadora que valore la agricultura como una carrera estimulante y gratificante.

A pesar de los retos, el futuro de la agricultura italiana es brillante y está lleno de oportunidades. Con su riqueza de conocimientos, su reconocida cultura culinaria y su pasión por la calidad, Italia tiene lo que hace falta para convertirse en líder mundial de la agricultura sostenible de alta calidad. Mediante la innovación, la colaboración y el compromiso con la sostenibilidad, la agricultura italiana puede seguir prosperando e inspirando al mundo. La agricultura italiana representa un patrimonio precioso y un recurso fundamental para el país. Con una visión de futuro y un compromiso colectivo, Italia puede transformar los retos actuales en oportunidades de crecimiento y desarrollo, garantizando un futuro sostenible y próspero a las generaciones venideras.La agricultura sigue siendo un sector crucial para la UE, con retos y oportunidades que requieren una visión de futuro y un planteamiento estratégico. Mediante la innovación, la sostenibilidad y la colaboración internacional, la UE puede seguir desarrollando una agricultura moderna, resistente y orientada al futuro, capaz de garantizar la seguridad alimentaria, proteger el medio ambiente y apoyar la economía rural. Abordar los retos actuales y futuros exigirá un compromiso conjunto de gobiernos, agricultores, industria y sociedad en su conjunto. Sólo mediante una visión holística y una cooperación eficaz será posible construir un futuro sostenible para la agricultura europea y para las generaciones venideras.

Alessandro Fiorentino