La Comisión Europea ha dado luz verde al plan italiano de saneamiento de las cuentas públicas, reconociendo al país como un ejemplo positivo dentro del nuevo Pacto de Estabilidad.
Este importante resultado representa un avance significativo para Italia, que ha visto aprobados tanto el proyecto de maniobra económica para 2025 como el plan plurianual de gastos, con una ampliación de la senda de ajuste a siete años. Un resultado que, como subrayó el Comisario de Economía de la UE, Paolo Gentiloni, combina seriedad fiscal y apoyo a las inversiones públicas.
Un plan fiscal creíble
Según la Comisión, el Programa de Estabilidad y Presupuesto (PEP) italiano cumple los requisitos del nuevo Pacto de Estabilidad, definiendo una senda fiscal creíble y alineada con las recomendaciones europeas. Esta valoración positiva se basa en meses de negociaciones entre Roma y Bruselas, durante los cuales el gobierno italiano trabajó para garantizar que sus propuestas respetaban los límites de gasto exigidos. El documento de planificación italiano fue reconocido como «en línea» con las directrices de la UE, lo que supone una mejora respecto al año anterior, cuando el DPB fue calificado como «no totalmente en línea». Este éxito contrasta con las dificultades encontradas por otros Estados miembros notoriamente estrictos en el control de las cuentas públicas. Países como Holanda y Finlandia vieron rechazados sus planes plurianuales, mientras que Alemania recibió una calificación parcialmente negativa, señal de una renovada atención de la UE al equilibrio entre el rigor fiscal y las inversiones necesarias para el crecimiento. El Ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, se congratuló de la respuesta, subrayando que este éxito es fruto de una política económica basada en la seriedad y la sobriedad. Italia se enfrenta a un reto complejo: reducir la deuda pública sin comprometer el crecimiento económico. En este contexto, el plan italiano destaca por un enfoque que favorece las inversiones estratégicas, sin sacrificar la estabilidad fiscal. El plan incluye un aumento de la inversión pública, que pasará del 3,5% del PIB en 2023 al 3,8% en 2024, lo que demuestra que es posible mantener un equilibrio entre disciplina fiscal y desarrollo económico. Este planteamiento, destacado por Gentiloni, representa un ejemplo positivo de cómo puede perseguirse la consolidación fiscal sin penalizar el futuro del país.
Objetivos y recomendaciones
Uno de los principales objetivos que se ha fijado Italia es la reducción de la ratio déficit/PIB por debajo del 3% para 2026, como prevén los tratados europeos. Para alcanzar este objetivo, el gasto primario tendrá que crecer moderadamente, respetando unos límites precisos: +1,3% en 2025 y +1,6% en 2026. Esta senda, combinada con una tendencia acumulativa del gasto primario del -0,7% en 2025 y del +0,9% en 2026, pretende consolidar las cuentas públicas de forma sostenible. La Comisión ha recomendado a Italia que respete la senda de gasto establecida en el plan y aplique reformas e inversiones clave para apoyar el crecimiento y garantizar el éxito del plan plurianual. Estas intervenciones deben completarse a tiempo, y la primera respuesta cualitativa llegará ya en diciembre, con el nuevo Mecanismo de Alerta para los desequilibrios macroeconómicos. La evaluación positiva de la UE representa no sólo el reconocimiento del trabajo realizado por el gobierno italiano, sino también una señal de confianza en el futuro del país. La capacidad de combinar disciplina fiscal, reformas estructurales e inversiones públicas se considera un modelo de referencia en la UE. Sin embargo, el contexto europeo, marcado por la incertidumbre geopolítica y los retos económicos mundiales, exige una capacidad de adaptación constante. Como destacó Gentiloni, la Unión Europea debe seguir siendo ágil y estar preparada para responder a choques inesperados, al tiempo que refuerza su competitividad y seguridad económica. La aprobación del plan italiano supone un paso importante para el país y demuestra que es posible combinar estabilidad fiscal y crecimiento económico. Italia, aun siendo consciente de los retos que le esperan, se presenta como un socio creíble y decidido dentro de la Unión Europea. Un resultado que, con la mezcla adecuada de rigor y visión estratégica, podría representar un punto de inflexión para la gestión de las cuentas públicas a largo plazo.
Alessandro Fiorentino