Acaba de publicarse el nuevo informe de seguimiento y análisis económico del sector de producción de DOP, IGP y ETG, elaborado por Ismea (Instituto de Servicios para el Mercado Agroalimentario) y la Fundación Qualivita. En 2023, los productos agroalimentarios de calidad certificados como DOP (Denominación de Origen Protegida), IGP (Indicación Geográfica Protegida) y ETG (Especialidades Tradicionales Garantizadas) alcanzarán un valor de producción de más de 20.000 millones de euros, con un ligero aumento respecto al año anterior, manteniendo sustancialmente los niveles del año anterior. Estas son las cifras que se desprenden del XXII Informe Ismea-Qualivita presentado en Roma. En concreto, el sector alimentario creció un 3,5%, superando por primera vez los 9.000 millones de euros. En cambio, el sector vinícola experimentó un ligero retroceso, tanto en cantidad (-0,7%) como en valor (-2,3%). La economía italiana de las DOP está formada por 317 Consorcios de Protección, todos ellos autorizados por el Ministerio de Agricultura. Estos consorcios coordinan las actividades de más de 194.000 empresas de los sectores alimentario y vitivinícola, con un nivel de empleo de casi 850.000 trabajadores. Este sistema, que representa un verdadero signo de distinción del Made in Italy en el sector agroalimentario, también es reconocido y apreciado en los mercados internacionales: en 2023 las exportaciones confirmaron un valor de 11.600 millones de euros, con una evolución positiva dentro de la Unión Europea (+5,3%), tendencia que compensa ampliamente el -4,6% registrado en los países extracomunitarios. Entre los mercados extracomunitarios, Estados Unidos sigue siendo el principal cliente, con más del 20% de las exportaciones italianas de DOP e IGP. Entrando en más detalles, el sector alimentario generó un valor de 4.670 millones de euros, con un crecimiento significativo del queso, la pasta y el aceite de oliva. Incluso en la gran distribución, los productos con DOP e IGP registraron un aumento significativo de más del 7%, un incremento en línea con el crecimiento global del sector alimentario, cercano al 9%. Hay que señalar que la economía de las DOP ha crecido en casi todas las regiones italianas, sobre todo en el sur y las islas, con un crecimiento récord en Abruzos y Cerdeña. En el centro, en cambio, la única región que registró un crecimiento fue el Lacio, mientras que la que más decreció fue la Toscana. En cuanto al vino, como ya se ha dicho, se ha producido un descenso de la cantidad exportada, con casi un 3% menos, descenso que sin embargo no afecta significativamente al crecimiento registrado en los últimos diez años, años en los que el valor de nuestro sector vitivinícola aumentó un 66%. Y precisamente sobre el vino intervino el Ministro del MASAF (Ministerio de Agricultura, Soberanía Alimentaria y Bosques) Francesco Lollobrigida, subrayando que la estabilidad sustancial del sector es «ya un milagro comparada con la agresión constante que existe en términos perjudiciales» . Una referencia directa a los ataques poco meditados que ponen en tela de juicio el papel del vino en el panorama enogastronómico y cultural. No hay nada de malo en decir que se abusa del alcohol», aclaró el ministro, reiterando que es justo y necesario «reducir el consumo de alcohol», pero sin privarse del placer y el sabor de productos de calidad como los italianos.
En conclusión, añadió: «Creo que hay que ver las cosas con un sano optimismo respecto a lo que es un cuadro muy relevante para nosotros, el de haber obtenido la garantía de una Europa que está prestando una atención diferente a la calidad de los productos vinculados al territorio y a la función de las cadenas de suministro que están conectadas y que significan también calidad y protección del medio ambiente. Una victoria para quienes, como Italia, hacen de la tipicidad y la calidad un signo distintivo. Un signo distintivo que siempre ha sido apreciado en el mundo, que por fin parece ser reconocido y apreciado incluso en las «salas del poder» de una Unión Europea cada vez más atenta y consciente de que la línea agroalimentaria italiana es sinónimo de seguridad y calidad. Y si efectivamente, como parece, las políticas aplicadas por el MASAF resultan acertadas a largo plazo, nuestro país no tendrá más que beneficios.