La coalición Frankenstein de Sánchez ya está demostrando lo poco manejable e inestable que es, con otro gran obstáculo legislativo a la vista. Sólo unas semanas después de la constitución del nuevo Gobierno y del infame pacto quid pro quo alcanzado con el partido separatista catalán Junts para que Sánchez se mantuviera en el poder, Junts ya amenaza con votar en contra de la primera medida legislativa del Gobierno.
El pasado mes de diciembre, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto-Ley sobre la adopción de medidas urgentes para la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia en los ámbitos de la justicia, la función pública, la administración local y el mecenazgo. Este Decreto ómnibus es un arquetipo de la forma de legislar de Sánchez: en primer lugar, el hecho de que se trata de un paquete ómnibus que abarca un amplísimo abanico de materias políticas sin apenas interrelación entre ellas. En segundo lugar, y lo que es más importante, el hecho de que se trate de un Decreto y no de un Proyecto de Ley Parlamentaria.
Constitucionalmente, los Decretos permiten al Gobierno legislar de forma expeditiva e independiente del Parlamento. Aunque la Constitución establece que los Decretos sólo pueden utilizarse «en caso de extraordinaria y urgente necesidad» como «disposiciones legislativas temporales», en la práctica los Gobiernos abusan de esta disposición y promulgan Decretos para dejar de lado al Parlamento.
Los decretos deben presentarse al Parlamento al cabo de 30 días para su ratificación o derogación, pero en la práctica esto deja al Parlamento sin mucho margen de control y sin posibilidad de presentar enmiendas, de ahí su atractivo para los Gobiernos. Como una prueba más del autoritarismo de Sánchez, es el presidente del Gobierno que más Reales Decretos-Leyes ha dictado, con un gran total de unos 140 desde 2018.
Este Decreto concreto incorpora una amplia gama de medidas en diversos ámbitos, y va acompañado de una financiación de 10.000 millones de euros con cargo a los fondos Next Generation de la UE. Por ejemplo, incluye medidas para la transformación digital de la justicia, reformas de la función pública, una reforma de algunos aspectos del sistema de gobierno local y una reforma de la ley sobre el régimen fiscal de las entidades sin ánimo de lucro y los incentivos fiscales al mecenazgo.
Al punto, Junts ha anunciado que cuando este Decreto sea llevado al Parlamento para su ratificación, este partido separatista votará en contra del Gobierno. Junts ha calificado este Decreto (con bastante acierto, hay que reconocerlo), como un «Decreto macedonia», debido a su carácter omnibus. Además, Junts se opone al Decreto porque, según este partido separatista, una de las disposiciones del Decreto que modifica el artículo 43 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, «pondría en riesgo» la aplicación de la futura ley de amnistía, que formaba parte de las contrapartidas pactadas entre Sánchez y los separatistas catalanes para su investidura. Junts también se opone a algunas de las disposiciones sobre la función pública y la administración local, que, según ellos, vulneran las competencias autonómicas de Cataluña.
Independientemente de los méritos de la amnistía, que hemos criticado ampliamente, el planteamiento de Junts proporciona información útil sobre cuál va a ser la dinámica del Gobierno de Sánchez y los importantes obstáculos a los que se va a enfrentar. Actualmente, el bloque gobernante de Sánchez, formado por partidos de izquierda y nacionalistas (excluido Junts), cuenta con 171 escaños, 1 menos que los 172 de la derecha. Por tanto, en el escenario de fragmentación parlamentaria que anuncian las elecciones de 2023, la aprobación de la agenda legislativa de Sánchez depende del voto favorable de cada uno de sus aliados de la mayoría parlamentaria, más los 7 votos cruciales de Junts, sin los cuales la legislación fracasará.
Si este Decreto no recibe el visto bueno del Parlamento, como previsiblemente ocurrirá, el Gobierno recibirá un humillante primer golpe, que no será el último de esta legislatura, ya que para cada iniciativa legislativa, Sánchez necesita poner de acuerdo al menos a 8 partidos diversos de izquierda y nacionalistas, una tarea onerosa dada la divergencia de intereses e ideologías. En conclusión, esta será una legislatura dura para Sánchez, e incluso podemos predecir que no durará mucho si Junts se erige en barrera contra cada nueva propuesta legislativa.