Las ventas de coches eléctricos no están despegando en Italia; al contrario, en los últimos meses se ha producido un fuerte descenso de las matriculaciones, que han registrado un -30% muy preocupante.
Pero, ¿cuáles son las razones de este descenso?
Parece difícil pensar en una simple despreocupación por el futuro del planeta desde el punto de vista medioambiental y una falta de atención a las emisiones.
Las razones del declive son múltiples y, de hecho, también comprensibles y predecibles.
De hecho, en un momento de incertidumbres y temores por el futuro y las economías familiares, y en una situación en la que el coste de la electricidad aumenta a niveles vertiginosos, las preocupaciones de quienes quieren cambiar de coche son más que legítimas.
En primer lugar, la cuestión del coste: los coches eléctricos cuestan mucho, si no demasiado, en comparación con los modelos «tradicionales» o de propulsión híbrida.
A esto hay que añadir las dificultades relativas a los plazos de entrega, que son muy largos e inciertos y llevan a quienes necesitan urgentemente un coche nuevo a recurrir necesariamente a otro tipo de coches, y la todavía escasa red de recarga en todo el país, que hasta la fecha es realmente insuficiente, especialmente en la red de autopistas y en el sur.
Otra cuestión de no poca importancia viene dada por la política aplicada hasta ahora de incentivos a la compra, más conocida como ecobonus, que actualmente se limita sólo al canal privado, y por tanto excluye a las empresas y sus flotas, con una limitación de precio que ha bajado de 45 a 35.000 euros para los coches eléctricos y de 50 a 45.000 euros para los híbridos enchufables.
En definitiva, una serie de concausas que están llevando a los italianos hacia opciones menos ecológicas pero más fiables en términos de tiempo y coste.
Una situación que esperamos que pueda resolverse en parte, en primer lugar con la prevista extensión de la bonificación también al sector empresarial, y con el refuerzo real de la red de recarga, elemento esencial para que las familias se inclinen por el coche eléctrico.
Sin embargo, sigue existiendo el problema de la entrega de vehículos, vinculado al suministro de piezas, la mayoría de las cuales son de origen chino, problema que sólo puede resolverse mediante una política de desarrollo de la producción de piezas, especialmente de baterías, fuera de Asia.
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