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Aunque la opinión pública sobre la energía eólica sigue siendo en general positiva, sobre todo porque la tecnología sigue gozando de un gran apoyo mediático y político, los inconvenientes de esta fuente de energía verde pueden haberse hecho sutilmente patentes a los ojos del mercado. En Suecia, las inversiones en energía eólica han empezado a disminuir, según sugiere el análisis de la evolución del mercado en 2024. En la situación actual, la demanda pronosticada de producción de energía es muy superior a lo que el sector eólico va a conseguir suministrar, según la organización profesional del sector Svensk Vindenergi.
La batalla de voluntades políticas ha convertido a Suecia en un terreno bastante pedregoso para la energía eólica, ya que los intereses locales han vetado el establecimiento de nuevos aerogeneradores en sus proximidades, mientras que la mayoría de los partidos del país a nivel central están todos generalmente a favor de la expansión de la energía verde. En 2024 se desecharon hasta 13 parques eólicos a gran escala previstos, de los cuales la mayoría se iban a construir en tierra. En su lugar, las perspectivas de la energía eólica se han trasladado al mar, y la mayoría de los parques eólicos en curso se proyectan fuera de las costas suecas.
Sin embargo, estos planes también son inciertos debido a los costes asociados, que en ocasiones han hecho vacilar incluso a los partidos formalmente favorables a la energía eólica en el gobierno. El vacilante atractivo de la energía eólica se ve agravado por el debate sobre la vinculación de Suecia al mercado energético europeo. A finales de 2024, esto se convirtió en la fuente de un conflicto verbal entre el gobierno sueco y Alemania, país que a veces demanda energía sueca barata para aliviar su propia crisis energética, también atribuida comúnmente a la dependencia excesiva de la energía eólica. Debido al fracaso de la política verde y renovable de la última década para suministrar incluso energía doméstica asequible, no es de extrañar que el movimiento eólico esté perdiendo fuerza.
La economía de la energía eólica en Suecia ha sido objeto de críticas por parte de expertos en ciencia tecnológica, ciencias naturales y economía, muchos de los cuales están empezando a aparecer últimamente en los medios de comunicación. La principal crítica de estas voces se refiere sobre todo a la excesiva dependencia de la energía eólica a expensas de fuentes de energía previsibles, como la nuclear. El exceso de celo en la erección de aerogeneradores conduce a rendimientos decrecientes, ya que la mayoría de las veces, la sobreproducción de energía eólica durante condiciones meteorológicas beneficiosas no conduce a ganancias económicas. En cambio, el excedente de energía se exporta al continente como electricidad barata y abundante. En el otro extremo, las costosas turbinas eólicas obviamente no sirven de nada si están estáticas. Evidentemente, según los expertos críticos, el sector de la energía eólica no cubre sus costes.
El dudoso futuro de la industria eólica en Suecia también se refleja a un nivel sutil en la enseñanza superior. El año pasado, la radio pública sueca informó de la escasez de técnicos en energía eólica en el país, y de que dos tercios de los casi 200 puestos de los programas de tecnología de la energía eólica de las universidades del país estaban vacíos. Las facultades que se supone que deben educar y formar al núcleo de ingenieros destinado a mantener el creciente número de aerogeneradores del país tienen un problema endémico no sólo para cubrir sus puestos, sino también con los estudiantes que abandonan antes de licenciarse. Y ello a pesar de la percepción pública generalmente positiva de la tecnología verde y de una creencia generalizada en la posibilidad de transformarse en un mercado de energías renovables que se refleja en las encuestas y en las elecciones políticas.
De los ocho partidos representados en el Parlamento sueco, sólo uno, los nacionalistas Demócratas Suecos, se opone más o menos ideológicamente a la energía eólica. El gobierno actual da prioridad al restablecimiento de la energía nuclear, pero a pesar de ello mantiene un enfoque a veces pragmático y a veces promocional respecto a la instalación de nuevos parques eólicos. La reticencia de inversores e ingenieros a implicarse en la industria eólica demuestra que, a pesar del inquebrantable interés político y mediático, la escritura puede estar en la pared para este tipo de energía verde en Suecia.