Ha muerto Sir Larry Siedentop, filósofo político angloamericano. Es triste que este hecho haya preocupado a relativamente pocos, especialmente a los que se preocupan por la historia y la cultura de Europa.
Larry Siedentop nació en Chicago, Illinois, en 1936. Se licenció en el Hope College de Michigan, escuela asociada a la Iglesia Reformada de América, y cursó un máster en Harvard. Ganó una beca Marshall concedida a «jóvenes estadounidenses intelectualmente distinguidos [and] los futuros líderes de su país», que le permitió estudiar en cualquier universidad de su elección en el Reino Unido. Se doctoró en filosofía en la Universidad de Oxford bajo la supervisión de Sir Isaiah Berlin, el gran defensor del liberalismo británico humanista. Llevaría consigo algo de Berlín en sus intereses y disposición durante el resto de su carrera.
Fue becario de investigación en el Nuffield College de Oxford de 1965 a 1968, pero el Keble College, donde fue nombrado becario, sería su hogar durante la mayor parte de su vida en Oxford. Tras jubilarse de Oxford, Siedentop fue profesor visitante en el Instituto Holandés de Estudios Avanzados de Wassenaar, Catedrático Reina Victoria Eugenia en la Universidad Complutense de Madrid y profesor visitante de Filosofía y Asuntos Públicos en la Universidad de St Andrews.
La reina Isabel le concedió el CBE en 2004 y fue nombrado caballero en 2016.
La obra por la que es más conocido es la tercera, Inventar al individuo: Losorígenes del liberalismo occidental se publicó en 2014. Antes habían aparecido otras obras en una línea similar, como «Por qué debemos llamarnos cristianos», de Marcello Pera, publicada en 2008. Tom Holland ha tenido un gran éxito y notoriedad con su Dominion: La formación de la mente occidental. Ambos son buenos libros y merece la pena buscarlos, pero la profundidad, la erudición y el alcance de Inventar al individuo lo convierten en un libro especial.
Siedentop, liberal laico de toda la vida, quiso cuestionar muchos de los tópicos aceptados durante mucho tiempo en la historia liberal postcristiana. La interpretación whiggish había sido que, tras un largo periodo oscuro de estancamiento y superstición medievales, el redescubrimiento de las ideas de la antigüedad clásica pagana había inspirado primero el Renacimiento y luego la Ilustración, dando origen al nuevo orden democrático liberal. En cambio, Siedentop afirma que no sólo no era la idea de la Polis o República la que da origen al liberalismo, sino que no podían hacerlo. No es el primero en afirmar que San Pablo inventa el cristianismo, pero es insólito el papel central que otorga a la visión paulina en la formación de lo que hasta hace poco era la antropología común de Occidente. En un artículo del Financial Times dice
«La desigualdad seguía siendo el sello distintivo de la antigua familia patriarcal. La «sociedad» se entendía como una asociación de familias y no de individuos. Fue el movimiento cristiano el que empezó a cuestionar esta concepción. La creencia paulina en la igualdad de las almas a los ojos de Dios -el descubrimiento de la libertad humana y de su potencial- creó un punto de vista que transformaría el significado de «sociedad». Esto empezó a socavar las desigualdades tradicionales de estatus. Fue nada menos que una revolución moral, y sentó las bases de la revolución social que siguió. El individuo desplazó gradualmente a la familia, la tribu o la casta como base de la organización social»
Su narración hace hincapié en la larga evolución orgánica de las ideas a lo largo de la Edad Media a través de los desarrollos del derecho canónico y la teoría conciliar que dan lugar, en última instancia, a las ideas de gobierno constitucional que encontramos en Locke et at. El derecho natural y la teoría de los derechos naturales tienen su origen en los escolásticos que florecimos en las grandes escuelas de Salamanca y Coimbra. Sostiene que son las terribles guerras religiosas posteriores a la Reforma las que impulsan la necesidad de la separación de la Iglesia y el Estado, y este impulso acaba en el virulento anticlericalismo del sigloXVIII, y fue ese anticlericalismo el que dio lugar a nuestra visión ahistórica del desarrollo de Occidente.
Thomas Sowell observa a menudo que uno de los grandes errores de la izquierda es la creencia de que, de algún modo, la pobreza no es natural y que si se pudiera extirpar a los explotadores y deconstruir el poder, entonces florecería el hombre en estado de naturaleza. La verdad es que, a lo largo de la historia de la humanidad, la pobreza es la norma para todos menos para un puñado de personas. Lo inusual es la prosperidad y sólo se conoce un mecanismo para proporcionar prosperidad a un número cada vez mayor de personas. Lo que Siedentop da a entender profundamente es que nuestra cultura, liberal laica tolerante, procede de una historia muy concreta y de lo que fueron ideas muy extrañas que ahora nos parecen banales. El valor moral único del individuo, la democracia del Alma, son ideas cristianas sin las cuales quizá sea imposible conceptualizar la invención de la Europa liberal. Nuestra civilización no es fácil ni accidental, es un camino antinatural o al menos atípico. Si más gente leyera hoy esta obra magistral, seríamos mucho más cuidadosos con las instituciones que nos han regalado nuestros antepasados cristianos durante más de mil años de duro trabajo.
En el prólogo a La invención del individuo, Siedentop plantea una pregunta: «¿Es una mera coincidencia que el laicismo liberal se desarrollara en el Occidente cristiano?». Su respuesta es un claro y sonoro No.