El desarrollo de nuevos métodos y nuevas tecnologías, a menudo definidos como invasivos para el control del acceso a las fronteras, es un tema que ha suscitado acalorados debates, especialmente en las últimas semanas.
Aunque las autoridades europeas sostienen que estos sistemas mejoran la seguridad y simplifican los controles fronterizos, muchos
grupos de derechos humanos y activistas temen que la creciente difusión de la tecnología biométrica pueda amenazar
privacidad de los ciudadanos y dar lugar a graves violaciones de los derechos humanos. Las tecnologías biométricas incluyen el reconocimiento facial,
huellas dactilares, escáner del iris y otras técnicas que permiten la identificación única de una persona. Estos
ofrecen una serie de ventajas en las operaciones de control fronterizo al ayudar a identificar más rápidamente
personas con antecedentes penales o conocidas por actividades ilegales, mejorando la seguridad fronteriza. Biometría fronteriza
también permiten automatizar los controles de entrada, reduciendo los tiempos de espera y simplificando los trámites.
proceso de entrada y salida del país.
Sin embargo, aunque estos beneficios son indiscutibles, es importante examinar también los riesgos y preocupaciones
relacionados con la vigilancia biométrica de las fronteras, ya que el uso generalizado de estas tecnologías podría socavar
la privacidad de las personas, ya que sus datos biométricos son recogidos, almacenados y compartidos por las autoridades fronterizas, planteando
preocupación por accesos no autorizados, robo de datos o abusos por parte de las autoridades. La vigilancia biométrica podría ser
mal uso con fines de control de masas u objetivos políticos, con el riesgo de discriminar o perseguir a
grupos específicos. Las tecnologías biométricas no son infalibles y pueden generar falsos positivos o falsos negativos
dando lugar, por ejemplo, a la identificación errónea de personas inocentes o a la entrada de personas no autorizadas.
La falta de una normativa clara y uniforme a escala europea e internacional puede dar lugar a un uso excesivo de la
vigilancia biométrica sin la debida transparencia y control. Vigilancia biométrica en las fronteras europeas
tiene implicaciones significativas para los derechos humanos, que muchos sostienen que se están violando en contravención de la
Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Además, el
El uso indiscriminado de tecnologías biométricas puede amenazar el derecho a la libertad personal y el derecho a un juicio justo.
y un juicio justo, ya que la identificación basada en el reconocimiento facial también podría dar lugar a detenciones arbitrarias o
errores judiciales.
Algunos grupos de derechos humanos sostienen que la vigilancia biométrica también puede dar lugar a discriminaciones e injusticias.
la elaboración de perfiles, ya que el reconocimiento facial podría utilizarse para identificar y vigilar a grupos étnicos o religiosos específicos,
creando divisiones entre las comunidades y alimentando las tensiones sociales. A escala europea, el Consejo General
Reglamento de Protección de Datos (GDPR) proporciona un marco normativo también relativo a la recopilación de
datos biométricos sin abordar directamente el uso de tecnologías biométricas en las fronteras, y muchos creen que
que se necesita una legislación más específica. La Comisión Europea ha presentado un proyecto de reglamento sobre
vigilancia en las fronteras exteriores de la Unión Europea, conocido como Sistema de Entradas y Salidas (SES), que implica
el uso del reconocimiento facial y las huellas dactilares para registrar los datos de los viajeros. Sin embargo, incluso este método tiene
ha sido objeto de críticas debido al riesgo de abuso por parte de los distintos organismos responsables del control.
Algunos tribunales europeos han dictado sentencias que limitan el uso del reconocimiento facial, reconociendo la privacidad
riesgos. Sin embargo, las nuevas tecnologías de control fronterizo presentan claras ventajas para mejorar la seguridad
y simplificar los procedimientos, pero es esencial abordar los riesgos y preocupaciones asociados a la
uso generalizado de los nuevos dispositivos. La clave para equilibrar la seguridad con el respeto de los derechos humanos es la adecuación
regulación y transparencia en el uso de tecnologías biométricas en las fronteras. Los esfuerzos reguladores deben
garantizar que la vigilancia biométrica esté sujeta a controles rigurosos, que los datos estén protegidos y que
se respeten los derechos fundamentales. Las ventajas que aporta el progreso tecnológico deben integrarse en la Constitución europea para que puedan utilizarse sin poner en peligro los derechos fundamentales de los ciudadanos.
todos los ciudadanos.
Alessandro Fiorentino