La cuestión de los migrantes ya no puede posponerse. Europa parece por fin decidida a llegar a un acuerdo real. El 28 de septiembre se celebró la reunión del Consejo «Justicia y Asuntos de Interior» de la Unión Europea, a la que asistieron los ministros del Interior de los países miembros. Debería haberse encontrado una solución con el «Pacto sobre Inmigración y Asilo», pero la propuesta de Alemania no ha convencido a más naciones. Por ejemplo, tanto Polonia como Hungría se opusieron firmemente. La primera porque considera que el Pacto es insuficiente, la segunda porque afirma que el Reglamento tendrá como efecto abrir las puertas a los inmigrantes irregulares. El Ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, también participó sólo en la primera parte del Consejo y ni siquiera hizo declaraciones oficiales. Prefirió ir a Palermo para reunirse con los ministros del Interior de Libia y Túnez. Dos bilaterales importantes para seguir trabajando con vistas a bloquear las salidas del norte de África. Además, porque Italia ha pedido tiempo para poder hacer todos los análisis debidos sobre las exigencias alemanas. Especialmente en lo que respecta a la parte del Pacto relativa a la protección de los inmigrantes y al nodo de las ONG.
La propuesta prevé que, en determinados casos reconocidos por la Comisión Europea, se active una forma de solidaridad obligatoria con la redistribución de los inmigrantes irregulares o, alternativamente, contribuciones financieras a los países más expuestos a los flujos migratorios. Sin embargo, el principal problema en el que se juega la partida real es el de las ONG.
Italia espera respuestas de Alemania, del Canciller alemán Olaf Scholz, a quien Giorgia Meloni, Presidenta del Consejo italiano y Presidenta de los Conservadores europeos, escribió una carta pidiendo aclaraciones sobre los fondos asignados por el gobierno alemán a las ONG dedicadas a la acogida de inmigrantes irregulares en territorio italiano. La disputa tiene su origen en el dinero que Berlín ha dado a organizaciones no gubernamentales. En concreto: 780 mil euros enviados a Sos Humanity (ONG de bandera alemana que opera en el Mediterráneo) y 420 mil euros a la Comunidad de Sant’Egidio que no realiza rescates en el mar sino asistencia en tierra. Esto ha dado lugar a varios desacuerdos.
Para comprender la importancia del tema de la inmigración, una batalla que siempre han librado los conservadores, también intervino la ONU: «La situación en Lampedusa es motivo de grave preocupación. ACNUR está presente y aprecia los esfuerzos de las autoridades para descongestionar rápidamente la isla, pero no se puede dejar sola a Italia a la hora de responder a las necesidades de los que llegan», son las palabras pronunciadas durante una reunión del Consejo de Seguridad por Ruven Menikdiwela, jefe de la oficina de Ny de la agencia de la ONU para los refugiados. Una crisis real en la que la posición común de todos los conservadores europeos es la del derecho a no abandonar la propia nación.
Como ya se ha dicho, el Presidente Meloni presionó a la Canciller alemana sobre esta cuestión. Lo mismo ha hecho el Ministro de Asuntos Exteriores Antonio Tajani con su homóloga alemana Annalena Baerbock. Lo que propone Italia parece tan sencillo como lógico: si una ONG lleva inmigrantes al mar, debe desembarcar en la nación cuya bandera enarbole. Como explica Meloni: «No se puede ser solidario con las fronteras de los demás». Para lograr este objetivo, el presidente Meloni, durante el Med9 en Malta, mantuvo una reunión trilateral con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen. El propio Macron dijo que es necesaria una respuesta europea única. Chipre, Croacia, Francia, Grecia, Malta, Portugal, España y Eslovenia, los países más afectados por este problema, también se encuentran en la misma situación que Italia.