Tras la crisis de Covid-19, la Unión Europea decidió embarcarse en su famoso NextGenerationEU (NGEU), un programa de recuperación pospandémica que debe estar totalmente reembolsado en 2058.
Hay cierto sarcasmo en el propio nombre del programa, ya que será la próxima generación de nacionales de los Estados miembros la que lo pague. Más concretamente, los principales reembolsos del principal comenzarán a partir de 2028, cuando una nueva cohorte de estudiantes actuales empiece a trabajar.
Un informe publicado recientemente por el Departamento de Política Presupuestaria del Parlamento Europeo, relativo a la factura del coste del empréstito a largo plazo relacionado con NGEU, señala sus debilidades financieras.
En primer lugar, la proyección de los rendimientos de referencia a 10 años para la UE y los emisores seleccionados muestra una falta total de planificación por parte de la Unión Europea en lo que respecta a los costes de endeudamiento, incluso a corto plazo: de junio de 2021 a junio de 2023, los costes de endeudamiento han aumentado muy significativamente, es decir, más del 3%.
Por otro lado, el informe demuestra que la Unión Europea ha mostrado una clara falta de fiabilidad en los mercados financieros como emisor a gran escala, ya que la Comisión Europea anunció su intención de emitir bonos muy por encima de lo que los países de la UE han solicitado posteriormente para su desembolso. Menos de la mitad de los Estados miembros, concretamente trece del total de veintisiete, han solicitado préstamos a través del mecanismo conjunto de empréstito de la UE.
En términos absolutos, la Unión Europea tiene previsto tomar prestados alrededor de 421.000 millones de euros antes de finales de 2026 para financiar ayudas a fondo perdido a los Estados miembros de la UE. Por lo tanto, tanto los intereses como el principal de esta deuda tendrán que ser cubiertos por el presupuesto de la UE, desde ahora hasta 2058, cuando la deuda deberá ser reembolsada en su totalidad.
El informe sugiere que los tipos de interés se mantendrán relativamente estables hasta finales de 2030 y que después podrían disminuir lentamente y estabilizarse por debajo del 2% a largo plazo. Sin embargo, existe una probabilidad del 50% de que el tipo de interés alcance el 3,4% en 2058, en cuyo caso los costes de financiación del NGEU casi se duplicarían con respecto a las predicciones en torno a los debates actuales sobre el aumento del presupuesto de la UE.
Peor aún, para garantizar una probabilidad del 90% sobre el importe de los costes de endeudamiento de la UE con una visión a largo plazo hasta 2058, el informe sugiere un tipo de interés potencialmente máximo del 6,2%, lo que supondría más del triple de las actuales discusiones sobre el presupuesto de la UE.
Lo que parece claro es que habrá un fuerte aumento de los costes anuales de los intereses al menos durante los próximos diez años. En un escenario moderado, los costes de intereses anuales y totales previstos a cargo de la UE en 2058 ascenderían a 221,8 euros, más de la mitad del capital prestado por la UE para financiar su ayuda no reembolsable a los Estados miembros de la UE.
La situación sería aún peor en el peor de los casos, ya que el coste total de los intereses podría alcanzar los 410.200 millones de euros, apenas el 100% del capital, o el doble de los fondos prestados por la UE para financiar las subvenciones de los Estados miembros.
En total, el informe sugiere que es muy probable que el presupuesto de la UE tenga que gastar entre 582.000 y 715.000 millones de euros durante todo el periodo 2023-2058 para pagar intereses y reembolsar la deuda por las ayudas no reembolsables de la UE a los Estados miembros. De este hecho surgen necesariamente dos alternativas: o bien recortar los fondos destinados a otras prioridades de la UE, o bien ampliar el presupuesto de la Unión.
La segunda alternativa implica más nubarrones: ¿cómo se financiaría esa ampliación? La Comisión Von der Leyen ha propuesto, además del polémico Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de Carbono y el Mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono, un impuesto temporal […] sobre los beneficios de las empresas.
Pero aún está por ver por qué las empresas y sus accionistas deben pagar por la imprudencia de la Unión. Además, el informe advierte de que el régimen de comercio de derechos de emisión ya necesita financiar otros fondos de la UE, por lo que la cantidad que podría destinarse al servicio de la deuda de la NGEU se reduciría sustancialmente.
Ante debilidades tan evidentes, no es de extrañar que algunos gobiernos nacionales contemplen todo el contexto con gran escepticismo.
Fuente de la imagen: The Spectator