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Los 300.000 millones de dólares congelados de Rusia podrían reconstruir Ucrania. ¿Lo hará?

Construir una Europa conservadora - enero 2, 2025

En la gran partida de ajedrez geopolítico, Occidente ha encontrado potencialmente un nuevo gambito: utilizar los propios activos congelados de Rusia para reconstruir la misma nación que pretendía desmantelar. Es una jugada que combina la justicia poética con el pragmatismo financiero, dando la vuelta a la tortilla contra Moscú de una forma que ni siquiera el estratega más avezado del Kremlin podría haber previsto. Pero, ¿es posible semejante jugada?

Los miles de millones congelados

Cuando Rusia decidió entrar en Ucrania sin invitación en 2022, Occidente respondió con un régimen de sanciones que haría sonrojar a un economista de la época de la Guerra Fría. Una de las medidas más significativas fue la congelación de los activos de los bancos centrales rusos en el extranjero, una suma que asciende aproximadamente a 300.000 millones de dólares. Estos fondos, ahora inmovilizados en instituciones financieras occidentales, representan aproximadamente la mitad de las reservas totales de divisas y oro de Rusia. La Unión Europea posee la parte del león, con estimaciones que oscilan entre 201.000 y 210.000 millones de euros, mientras que Estados Unidos y Japón poseen porciones más pequeñas.

El Plan

En noviembre, las naciones del G7 han urdido un plan para utilizar los intereses generados por estos activos congelados para financiar préstamos para la reconstrucción de Ucrania. El plan consiste en proporcionar a Ucrania 50.000 millones de dólares en préstamos, a los que Estados Unidos aportaría 20.000 millones, la Unión Europea otros 20.000 millones y los 10.000 millones restantes procederían de Canadá, Gran Bretaña y Japón. Estos préstamos se pagarán con los ingresos procedentes de los activos rusos inmovilizados, garantizando así que el propio dinero de Rusia se utilice para reconstruir el país que intentó destruir. Es un movimiento de «karma» financiero que redirige los recursos del agresor para reparar las heridas que infligió. A mediados de diciembre, un tribunal finlandés ordenó la venta de 34 millones de euros en activos rusos para que beneficiaran a Ucrania. Pero hasta ahora, Finlandia es la única de las naciones de la UE que ha confiscado permanentemente, mediante el sistema judicial, parte de la riqueza congelada.

Acrobacias y dilemas jurídicos

Por supuesto, confiscar y reutilizar los bienes de una nación soberana no es tan sencillo como encontrar monedas sueltas en los cojines del sofá. El derecho internacional, con sus innumerables tratados y principios, no ve con buenos ojos la confiscación de los bienes de otro Estado. La inmunidad soberana y los acuerdos de protección de las inversiones presentan obstáculos jurídicos formidables. Para sortear estos obstáculos, las naciones occidentales han optado por un enfoque más matizado: utilizar los intereses generados por los activos congelados en lugar de la cantidad principal. Este método, aunque sigue siendo jurídicamente complejo, se considera una solución más sostenible, que permite que los fondos fluyan a Ucrania sin una expropiación directa. Sin embargo, el20 de diciembre, Valdis Dombrovkis, Comisario Europeo de Comercio, encabezó un cambio de tono sobre la cuestión dentro del Parlamento Europeo. «Sin duda debemos explorar y trabajar en todas las opciones», declaró Dombrovskis en una entrevista. «Existe un principio establecido en el derecho internacional según el cual el agresor es responsable de los daños que está creando, así que debemos encontrar la manera de hacer que Rusia pague por los daños que está creando en Ucrania». El servicio diplomático de la UE está realizando nuevas evaluaciones del riesgo financiero y económico de confiscar los activos rusos y entregarlos a Ucrania, según informó anteriormente Bloomberg. El debate ha cobrado un nuevo impulso cuando el bloque se enfrenta al riesgo de una reducción o interrupción de la ayuda estadounidense a Kiev una vez que Donald Trump tome posesión de su cargo. La decisión de reconvertir los activos rusos no ha sido recibida con un aplauso universal. Como era de esperar, Moscú ha calificado la medida de «completa anarquía», amenazando con medidas de represalia que podrían incluir la confiscación de activos occidentales en Rusia. La agencia de noticias estatal RIA informó de que las empresas occidentales poseen activos en Rusia por valor de al menos 288.000 millones de dólares, lo que las convierte en objetivos potenciales de tales medidas. Algunos de los mayores activos se encuentran en la industria energética y automovilística. Dentro de la Unión Europea, el plan ha suscitado debate. El ministro austriaco de Asuntos Exteriores, Alexander Schallenberg, advirtió que, sin una justificación jurídica «hermética», la confiscación podría suponer un «enorme revés y, en el fondo, una desgracia» para la UE. Es un recordatorio de que, en las relaciones internacionales, el terreno moral elevado puede ser una pendiente resbaladiza.

¿Cuánto le costará la guerra a Ucrania?

La devastación causada por la invasión rusa ha dejado a Ucrania con una factura de reconstrucción estimada en 411.000 millones de dólares hasta marzo de 2023. Algunas proyecciones sugieren que el coste total podría llegar a superar el billón de dólares, dependiendo de la trayectoria de la guerra. El mencionado paquete de préstamos de 50.000 millones de dólares, aunque sustancial, es sólo un anticipo del esfuerzo de reconstrucción más amplio. Es como intentar remendar un barco que se hunde con cinta aislante: útil, pero difícilmente una solución global. No obstante, es un comienzo, y simbólicamente significativo, ya que canaliza los recursos rusos hacia la recuperación ucraniana. Los ferrocarriles, las carreteras y los puentes de Ucrania han sufrido graves daños, lo que ha interrumpido la línea vital que conecta ciudades y pueblos. Los ferrocarriles, vitales para el transporte de mercancías y personas, han sido un objetivo especial, con docenas de estaciones, vías y depósitos de mercancías destruidos. Las autopistas y los puentes, esenciales para la evacuación de civiles y la logística militar, han sido bombardeados para dificultar el movimiento. La reconstrucción de estas redes exigirá miles de millones de dólares, ya que restaurar las infraestructuras de transporte no consiste únicamente en reparar las estructuras físicas, sino también en garantizar la seguridad y la modernización para cumplir las normas internacionales. Las infraestructuras energéticas también han sido uno de los principales objetivos de la agresión rusa, sumiendo a millones de ucranianos en la oscuridad y el frío durante los inviernos. Se han atacado repetidamente centrales eléctricas, subestaciones y líneas de transmisión. La dependencia de Ucrania de su vasta red de centrales nucleares, térmicas e hidroeléctricas significa que los daños a estas instalaciones tienen amplios efectos en las industrias, la sanidad y la vida cotidiana. La reconstrucción de los sistemas energéticos es especialmente costosa debido a la complejidad de sustituir los equipos avanzados y garantizar la resistencia frente a futuros ataques. El Banco Mundial calcula que sólo la reconstrucción del sector energético podría costar decenas de miles de millones de dólares. Además, ciudades como Mariupol, Kharkiv y Bakhmut han quedado reducidas a escombros. Edificios residenciales, escuelas y hospitales han sido arrasados, desplazando a millones de personas. La reconstrucción de los centros urbanos implica no sólo la reconstrucción física, sino también la reactivación de las economías locales, el restablecimiento de los servicios comunitarios y la lucha contra la contaminación medioambiental provocada por los intensos bombardeos. La magnitud de la devastación urbana hace de este esfuerzo uno de los más costosos de la historia moderna.

Conclusiones

Aunque el plan de utilizar los activos rusos congelados para financiar la reconstrucción de Ucrania es innovador, está plagado de desafíos. Se vislumbran batallas legales en el horizonte, y el tablero geopolítico cambia constantemente. La próxima administración estadounidense, con el presidente electo Donald Trump, ha señalado posibles cambios en la política que podrían afectar a la ejecución del plan. Sin embargo, aún se desconoce cómo inclinará la balanza el 47º Presidente. No hay que olvidar que Donald Trump mostró una inesperada cordialidad hacia el ucraniano Zelensky, reuniéndose con él tanto en Nueva York como en París y manteniendo lo que su equipo describió como conversaciones «constructivas». Además, las implicaciones éticas de utilizar los activos de una nación para reconstruir otra plantean cuestiones sobre el precedente. Si Occidente puede reutilizar fondos rusos hoy, ¿qué impide acciones similares contra otras naciones en el futuro? Es una caja de Pandora que los responsables políticos deben abrir con cautela. Si al final tiene éxito, la estrategia de Occidente de utilizar los activos congelados de Rusia para reconstruir Ucrania podría ser un golpe maestro de maniobra financiera y diplomática. Obliga a Moscú a financiar la recuperación de una nación a la que intentó subyugar, convirtiendo la agresión en un acto involuntario de restitución. Sin embargo, el camino a seguir está cargado de complejidades jurídicas, dilemas éticos y riesgos geopolíticos. Mientras el mundo observa el desarrollo de esta saga sin precedentes, una cosa está clara: en el juego de alto riesgo de la política internacional, el jaque mate de hoy puede convertirse rápidamente en el punto muerto de mañana.