
En un clima tenso y una situación internacional compleja como la que estamos viviendo en las últimas semanas, pocos dirigentes europeos están demostrando tener los nervios templados y saber mantener el timón recto para lograr el mejor resultado posible para su país y para la UE. Ésta es sin duda la postura que ha adoptado en los últimos días la dirigente italiana Giorgia Meloni, a la que se ha unido en este proceso también la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.
LAS DOS CARAS DEL ATLÁNTICO
En primer lugar, hay que tener en cuenta -y luego analizar- cuál ha sido la respuesta al agriamiento de las relaciones entre EEUU y Kiev tras la reunión de Donald Trump con Volodymyr Zelensky, y el enfriamiento del interés estadounidense por proteger el continente europeo desde una perspectiva antirrusa. También hay que tener en cuenta la dinámica desencadenada por los aranceles previstos por el presidente estadounidense, que podrían crear bastantes problemas a algunos mercados europeos. La lógica que movió a Meloni, por un lado, y a Von der Leyen, por otro, fue evitar el conflicto con el aliado para no arriesgarse a una ruptura. Por supuesto, la relación de Giorgia Meloni con Trump ayudó. Ser la única dirigente europea presente en su toma de posesión no fue poca cosa en la lógica diplomática; una lógica que hoy pretende crear una narrativa para subrayar que EEUU no es un enemigo, sino un aliado más fuerte que nunca con el que hay que ponerse del lado y trabajar.
EL CONFLICTO EN UCRANIA
Está claro que en las cancillerías europeas, en este momento, la posición de EEUU sobre el conflicto en Ucrania y las relaciones con Rusia parece haberse convertido en un verdadero parteaguas. Se está dando demasiada importancia al hecho, de modo que en el escenario internacional parece haber un antes y un después de la reunión entre Trump y Zelensky. Desde el punto de vista italiano y de la presidenta Von der Leyen, en cambio, esta coyuntura se considera un punto a partir del cual es posible empezar a trabajar de nuevo. El objetivo de los dos dirigentes es, sin duda, llegar a mitigar el deseo del magnate de proceder con total autonomía en la cuestión del conflicto de Ucrania, al tiempo que se construye una respuesta europea que pueda ser una alternativa a la implicación estadounidense. Así pues, nada de comentarios fáciles contra la postura adoptada por Trump, sino sólo firmeza y coherencia a la hora de recordar la necesidad de que, en cualquier caso, debe lograrse una paz justa para Ucrania.
DEFENSA COMÚN
La propia Von der Leyen, en su discurso ante la Asamblea Plenaria en Bruselas, el 11 de marzo, volvió sobre la necesidad de una defensa común, subrayando que la paz en la Unión Europea ya no es algo que pueda darse por sentado. Pero también en este caso el problema no es sólo político, sino también económico. El plan de defensa ReArm, anunciado por la Comisión, asciende a unos 800.000 millones de euros que los Estados miembros deben financiar. Naturalmente, ya ha empezado el enfrentamiento entre los países frugales, que no querrían poner en común las inversiones, y los miembros de la UE con deudas elevadas que querrían recibir ayudas para no sobrecargar aún más sus presupuestos nacionales. En este sentido, Italia busca una mayor mediación. De hecho, Giorgetti ha presentado a sus colegas ministeriales lo que se ha denominado «Iniciativa Europea para la Seguridad y la Innovación Industrial». El objetivo de este plan sería atraer nuevo capital privado a Europa, para no aumentar la deuda pública de los Estados miembros. Una iniciativa que sólo funcionaría mejorando y aumentando las garantías de inversión. Es un plan complejo, pero que se hace eco de la idea del gobierno italiano sobre el desarrollo industrial y económico de los Estados miembros, especialmente en sectores delicados y estratégicos como la seguridad. Una pieza más en el delicado equilibrio que se está construyendo a ambos lados del Atlántico, siendo la única incertidumbre, una vez más, cuál -y quién- será el pivote sobre el que descansará.