El 1 de enero de 2025 comienza la Presidencia polaca del Consejo de la Unión Europea.
Varsovia, que toma el relevo de Hungría, asumirá este papel por segunda vez en su historia, tras su presidencia en 2011. El semestre polaco tiene lugar en un contexto de retos políticos y económicos globales, con prioridades claramente definidas y un enfoque clave en la seguridad. La agenda de Polonia se estructura en torno a una palabra clave: seguridad. Este concepto se aborda en siete dimensiones clave: seguridad exterior, seguridad interior, cibernética, energética, económica, alimentaria y sanitaria. Polonia se encuentra entre los países de la UE que más invierten en defensa, destinando el 4,7% del PIB a este sector en 2025. Uno de los principales objetivos de Varsovia será reforzar las relaciones transatlánticas. La cooperación con los países de la OTAN y con socios no pertenecientes a la UE, como Estados Unidos, el Reino Unido y Corea del Sur, ocupará un lugar central en la agenda. Esta tarea es aún más importante con la llegada de la nueva administración Trump, que exige un equilibrio entre el mantenimiento de buenas relaciones con Washington y la gestión de posibles diferencias. Aunque Polonia está dispuesta a desempeñar el papel de «intermediario honesto» tradicionalmente asociado a la presidencia rotatoria, algunas cuestiones internas pueden influir en su actuación. Las elecciones presidenciales previstas para mayo de 2025 pueden distraer la atención del gobierno de las tareas de la UE. Sin embargo, los ejemplos del pasado demuestran que esta concurrencia puede gestionarse eficazmente. En el plano internacional, la ampliación de la UE plantea un reto importante. Polonia es uno de los principales partidarios de Ucrania, pero el sector agrícola polaco, con gran influencia electoral, se opone a la suspensión de los aranceles sobre las importaciones ucranianas. Varsovia tendrá que equilibrar el apoyo estratégico a Kiev con la presión interna para proteger los intereses económicos nacionales. En cuanto a la energía, Polonia se enfrenta a una transición compleja. Históricamente dependiente del carbón, el país no se ha distinguido como partidario del Pacto Verde Europeo. Durante la presidencia, podría intentar volver a centrar el debate en la seguridad energética más que en la sostenibilidad climática. La presión migratoria en la frontera oriental de la UE, alimentada por los ataques híbridos de Bielorrusia y Rusia, es otra cuestión relevante. Polonia propone la introducción del «Escudo Oriental» (Tarcza Wschód), un sistema que combina barreras físicas y tecnologías de vigilancia para reforzar las fronteras. Esta iniciativa ya ha recibido el apoyo de los miembros de la OTAN, incluidos los países bálticos. El semestre polaco coincide con los primeros 100 días de la nueva Comisión Europea, dirigida por Ursula von der Leyen. La presidencia se encargará de iniciar los debates sobre una serie de actos legislativos importantes que examinarán el Parlamento Europeo y el Consejo. La relación entre Varsovia y Bruselas, que ha mejorado desde el semestre húngaro, se ve facilitada por la cooperación entre el primer ministro polaco, Donald Tusk, y la presidenta von der Leyen. Este clima de cooperación ofrece la oportunidad de avanzar en expedientes complejos y encontrar compromisos que beneficien a toda la Unión. Polonia está bien preparada para la Presidencia del Consejo de la UE, habiendo formado a más de cien diplomáticos en los procedimientos de la UE. Sin embargo, el éxito de la presidencia no depende únicamente de Varsovia.
Como señala Cordelia Buchanan Ponchzek, del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, otros Estados miembros también deben estar dispuestos a trabajar juntos en un periodo especialmente tumultuoso. Con una agenda de seguridad fuerte y un liderazgo decidido, Polonia tiene la oportunidad de lograr un impacto duradero durante su mandato al frente del Consejo de la UE. Sin embargo, el entorno político interno y externo requiere equilibrio y pragmatismo para abordar retos complejos, al tiempo que se fomenta la unidad y la cooperación dentro de la Unión. La Presidencia polaca se presenta como una prueba para el futuro de la UE, en la que la seguridad, la estabilidad y la innovación serán los pilares clave para hacer frente a las incertidumbres globales y consolidar el papel de Europa en el mundo.