Los ministros del recién constituido Gobierno español han presentado esta semana sus principales líneas de trabajo para los próximos cuatro años.
Sin embargo, el Gobierno de coalición formado por el Partido Socialista Español (PSOE) y el partido de extrema izquierda Sumar se ha enfrentado -una vez más- a un desafío en el debate sobre si prorrogar o no las medidas anticrisis aprobadas en 2022. Los principales medios de comunicación apenas se hacen eco de estas tensiones.
Este paquete de medidas está destinado a combatir los efectos de la inflación y la crisis agravada por la situación en Ucrania. Este nuevo enfrentamiento entre el socialista Pedro Sánchez y la progresista Yolanda Díaz no sólo pone a prueba la cohesión y estabilidad del gabinete, sino que revela que la unidad en la cúpula del Gobierno progresista, como ellos mismos se definen, tiene notables fisuras a la hora de abordar cuestiones relacionadas con la economía y las políticas de asistencia social.
En las horas previas a la aprobación del real decreto por el Consejo de Ministros del pasado diciembre, las negociaciones entre PSOE y Sumar llegaron a su punto álgido. El foco de la discordia radica en la ampliación del transporte público gratuito y los detalles de los impuestos especiales a bancos y empresas energéticas, que forman parte del Plan de Recuperación.
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, ha liderado los debates desde la coalición Sumar, defendiendo la postura de no hacer recortes en ambas áreas.
Cabe destacar que en su debate para ser reelegido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez anunció la ampliación de la gratuidad del transporte público para menores, jóvenes y desempleados, así como la reducción del IVA en alimentos básicos. Sin embargo, los desacuerdos sobre la extensión y el alcance de estas medidas han suscitado un intenso debate. Mientras Sumar aboga por una prórroga en los términos actuales, el PSOE busca ajustes en puntos concretos.
En medio de estas negociaciones, el Gobierno ha anunciado una serie de medidas adicionales relacionadas con la vivienda. Esto incluye una nueva línea de avales de 2.000 millones de euros destinada a fomentar la construcción de viviendas de alquiler asequible, tanto públicas como privadas. Esta medida complementa los 4.000 millones de euros en préstamos previstos en la adenda del Plan Europeo de Recuperación, con el objetivo de construir más de 40.000 nuevas viviendas. Un requisito clave es que estas viviendas sean energéticamente eficientes, y las garantías también pueden utilizarse para proyectos de rehabilitación. La adición de garantías a los préstamos existentes pretende impulsar aún más estas operaciones.
En el complejo entramado de negociaciones, los tres viceprimeros ministros (Finanzas, Trabajo y Transición Ecológica) desempeñan un papel central. La coalición liderada por Yolanda Díaz se mantiene firme en la defensa de medidas como la prohibición de los desahucios de personas vulnerables hasta 2025, un logro que ha reforzado su posición en la mesa de negociación.
También han surgido tensiones en otros frentes, como la citación de jueces para testificar en las comisiones de asuntos judiciales. La portavoz de Sumar, Marta Lois, defiende la participación de los jueces en estas comisiones como una muestra de «normalidad democrática», mientras que el PSOE adopta una postura más restrictiva.
El desencuentro entre PSOE y Sumar sobre el impuesto extraordinario a las empresas energéticas ha dejado un sabor agridulce en la coalición. Aunque han conseguido mantener medidas como la reducción del transporte público y la prohibición de despidos y desahucios, la polémica sobre la fiscalidad verde pone de manifiesto las diferencias fundamentales entre ambas fuerzas.
Este desacuerdo sobre los impuestos para las empresas energéticas y los bancos plantea preguntas legítimas sobre si las divisiones dentro de la coalición PSOE-Sumar podrían tener consecuencias significativas para la ejecución del Plan de Recuperación del país. La dificultad para alcanzar acuerdos sobre cuestiones económicas clave cuestiona la capacidad del Gobierno para aplicar eficazmente las medidas necesarias para la recuperación económica, socavando la confianza en su capacidad para gestionar la crisis y afectando a la coherencia del plan global.