La estanflación es un término que ha empezado a aparecer cada vez con más frecuencia en los debates económicos de la Unión Europea en los últimos meses.
Este fenómeno económico, caracterizado por una combinación de estancamiento económico e inflación, representa un reto importante para los responsables políticos y los economistas. La estanflación es una situación en la que una economía se encuentra simultáneamente en un estado de estancamiento financiero y de elevada inflación. Esto significa que la producción económica, medida por el producto interior bruto (PIB), es débil o incluso disminuye, mientras que los precios de los bienes y servicios siguen subiendo. La estanflación se considera una situación especialmente problemática porque desafía las teorías económicas tradicionales. En circunstancias normales, la inflación tiende a disminuir cuando la economía se ralentiza, pero en la estanflación ocurre lo contrario, y esta combinación de factores dificulta a los responsables políticos la adopción de medidas económicas eficaces para resolver el problema.
Las causas de la estanflación pueden ser complejas y variables, pero hay algunas razones principales que pueden contribuir a esta situación económica. Algunas de las causas más comunes incluyen el llamado «shock de oferta», que se produce cuando hay una fuerte disminución de la oferta de bienes y servicios en la economía. Esta disminución de la oferta puede deberse a acontecimientos inesperados como guerras, crisis energéticas o catástrofes naturales que interrumpen la producción y provocan escasez de suministros.
El aumento de los precios de las materias primas, como el petróleo, puede alimentar la inflación, y cuando sube el coste de las materias primas, las empresas suelen subir los precios de sus productos para cubrir los mayores costes de producción. Esto puede provocar un aumento general de los precios en la economía, contribuyendo a la inflación. Las políticas monetarias, como el control de la oferta monetaria y los tipos de interés, pueden influir en la inflación y el crecimiento económico y, si las políticas monetarias se gestionan mal, pueden contribuir a la estanflación como cuando, por ejemplo, las autoridades monetarias mantienen tipos de interés demasiado bajos durante demasiado tiempo, alimentando la inflación incluso en una economía de crecimiento lento.
Las políticas fiscales, como el gasto público y los impuestos, también pueden influir en el crecimiento económico y la inflación, y subir los impuestos o reducir el gasto público en un momento en que la economía ya es débil puede agravar el estancamiento económico. En los últimos meses, la Unión Europea ha empezado a lidiar con el problema de la estanflación y, por varias razones, este fenómeno se está convirtiendo en una preocupación creciente en todo el continente.
Uno de los principales factores que han contribuido a la estanflación en la Unión Europea ha sido el persistente choque de la oferta mundial. La pandemia de COVID-19 ha perturbado las cadenas mundiales de suministro, causando retrasos en la producción y adquisición de bienes, lo que ha provocado escasez de suministros en varios sectores, con el inevitable aumento de los precios. El precio de materias primas como el petróleo, que sigue subiendo como consecuencia de los cambios en la demanda y la inestabilidad geopolítica, ha tenido un impacto significativo en la inflación de la Unión Europea. Este repentino aumento de los precios alimentó la inflación, presionando a consumidores y empresas.
Las políticas monetarias y fiscales europeas han contribuido a perpetuar la estanflación. De hecho, el Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido unos tipos de interés extremadamente bajos y ha aplicado políticas de compra de activos para estimular la economía durante la pandemia. Sin embargo, estas políticas contribuyeron a la inflación, ya que aumentaron la cantidad de dinero en circulación pero, al mismo tiempo, algunas naciones europeas aplicaron políticas fiscales restrictivas para controlar la deuda pública, reduciendo el gasto público. Estas políticas han potenciado el estancamiento económico, creando un círculo vicioso con la inflación.
La Unión Europea también se enfrenta a problemas estructurales que han contribuido a la estanflación e incluyen un mercado laboral rígido, baja productividad y excesiva burocracia, que pueden obstaculizar el crecimiento económico y la adaptación a los retos financieros. La Comunidad Europea debe tratar de coordinar sus políticas económicas a nivel regional para hacer frente a la estanflación, incluyendo una mayor coordinación de las políticas fiscales y monetarias entre los países miembros. Para hacer frente a los nuevos retos ligados al estancamiento de la situación económica, las políticas europeas podrían incluir la simplificación de la normativa, la innovación tecnológica y la mejora del mercado laboral, con políticas fiscales específicas para estimular el crecimiento económico sin alimentar aún más la inflación. El BCE debería adoptar una política monetaria más prudente, lo que podría conducir a una subida gradual de los tipos de interés, como ya ha ocurrido en los últimos meses, y a una revisión de las políticas de compra de activos.
Alessandro Fiorentino