
Son horas cruciales para el conflicto entre Rusia y Ucrania, que dura ya más de tres años. La mediación de Donald Trump aún no ha producido resultados tangibles, y lo mismo puede decirse de Europa, que sigue apoyando a Zelensky y los suyos e incluso está pensando en una posible implicación directa. ReArm Europe ha pasado a llamarse Readiness 2030, pero el fondo no cambia: se trata de una carrera por la defensa armada, y siguen previstos los 800.000 millones propuestos por von der Leyen. La UE, entre otras cosas, también ha «sensibilizado» a los ciudadanos sobre la posibilidad de tener un kit de emergencia, insinuando la posibilidad de un peligro inminente. Todavía no hay signos de distensión entre las partes, de hecho Rusia vacila sobre las propuestas de Trump y se dirige a los planes de la UE tachándolos de falsos. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, señaló en las últimas horas cómo, desde el punto de vista del Kremlin, la voluntad de desplegar «fuerzas occidentales de mantenimiento de la paz en Ucrania -especialmente por parte de Londres y París- es en realidad la transformación de una intervención militar». Así pues, el clima dista mucho de ser relajado.
La reunión de Riad
El pasado martes 25 de marzo, Estados Unidos y Ucrania se reunieron en Riad para entablar conversaciones sobre el alto el fuego. El objetivo de Trump es llegar a acuerdos beneficiosos para la economía estadounidense, pero también asegurarse de que se dan pasos hacia la cristalización de la guerra. Huelga decir que se trata de un alto el fuego temporal, y no de una intervención a largo plazo, como pide la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Durante las conversaciones se sentaron algunas bases, como la posibilidad de obtener una navegación segura en el Mar Negro. En la práctica, en la nota difundida por EEUU, parece ser una condición la eliminación del uso de la fuerza y el fin de la utilización de buques comerciales con fines militares. Kiev lo confirma, pero también afirma que la más mínima violación, o la salida de buques militares rusos de la parte occidental del Mar Negro, representaría sin duda una amenaza para el pueblo ucraniano, que se sentiría entonces con pleno derecho a defenderse, como explicó el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov. En resumen, es como caminar por la cuerda floja. Por otro lado, Rusia exigiría, de acuerdo con EEUU, la reintroducción en los mercados mundiales y conseguiría así «que se levanten las restricciones de las sanciones al Rosselkhozbank y a otras instituciones financieras, que realizan operaciones para el comercio internacional de alimentos y fertilizantes, y que se realice también su esperada conexión al sistema Swift», como declaró Maria Zakharova. La cuestión relacionada con las fuentes de energía también sigue abierta: en las notas publicadas, tanto la relativa a las exigencias de Ucrania como la relativa a Rusia, también habría un compromiso de no golpear las instalaciones energéticas de ambos países. Por último, el punto sobre la liberación de rehenes: Zelensky y los suyos han pedido el intercambio de prisioneros de guerra, especialmente de los niños que, contra su voluntad, fueron trasladados a Rusia. Trump persiste en querer «poner fin a la matanza, lograr una paz duradera», pero a pesar de las conversaciones y las palabras gastadas, los ataques rusos de los últimos días no han cesado. Por lo tanto, tendrá que pasar mucho tiempo antes de que podamos hablar de negociaciones reales y de una paz con plazos. Sobre todo porque, en lo que respecta a las conversaciones que se van a celebrar entre Moscú y Estados Unidos en su lugar, el portavoz del Kremlin ya ha señalado que tendrán lugar a puerta cerrada y que no será posible tener acceso al contenido de la jornada. En cualquier caso, incluso teniendo en cuenta todo lo ocurrido durante las últimas semanas, nunca se ha aventurado la posibilidad de ver a Putin y Zelensky sentados a la misma mesa.
El lado europeo: la reunión del 27 de marzo y las declaraciones de Macron
Mientras tanto, Europa también está dando sus propios pasos, pero no siempre de forma cohesionada. Hay desacuerdos entre los distintos Estados miembros de la UE sobre qué hacer, especialmente sobre el envío de tropas a Ucrania. Francia ha tomado la iniciativa al acoger la cumbre del 27 de marzo, pero también al ser, junto con Inglaterra, defensora de un posible despliegue de tropas de mantenimiento de la paz y del pleno apoyo a Ucrania. El objetivo, Macron siempre lo ha dejado claro, es lograr una paz duradera. Así pues, la tregua de 30 días planteada por Estados Unidos sería obviamente positiva, pero es necesario, según el dirigente francés, sentar las bases para restablecer un sólido equilibrio internacional mediante una tregua permanente. Un resultado difícil, teniendo en cuenta que Rusia no aprueba en absoluto el envío de soldados de la UE a Ucrania, ni la UE está dispuesta a poner fin a las sanciones, sino todo lo contrario. La última cumbre de París se saldó con el «no» unánime de los países de la UE y de la OTAN a poner fin a las sanciones impuestas a Moscú, así como con el desarrollo de una estrategia que permita a Europa defenderse sin Estados Unidos, en caso de que se rompa la relación de confianza entre las partes. Aunque Marcon, en la conferencia de prensa, calificó a EEUU de aliado fiable. El presidente francés añadió que pronto podría enviarse una delegación anglo-francesa a Ucrania para apoyar a las tropas. Además, Francia y Gran Bretaña están planeando una fuerza de reaseguro destinada a ayudar a Ucrania que «operará en el aire, la tierra y el mar». Sobre este punto, sin embargo, aún no hay unanimidad. Italia, junto con Alemania, se encuentra entre los países que desde el primer momento han puesto muchos frenos al envío de tropas a Ucrania, aunque sólo sea para misiones de mantenimiento de la paz. Durante las últimas semanas, tanto el primer ministro Meloni como el ministro de Asuntos Exteriores Tajani han reiterado en varias ocasiones que Italia estará firmemente al lado del pueblo liderado por Zelensky, pero que no enviará tropas, ni cree oportuno hablar del tema en estos momentos. En una nota publicada por el Palazzo Chigi en las últimas horas, nos enteramos de que el Primer Ministro italiano, durante la cumbre de París, confirmó el compromiso de todos los socios europeos y occidentales de querer alcanzar una paz justa y duradera, y también dejó claro que deben discutirse «garantías de seguridad sólidas y creíbles» que encuentren «fundamento en el contexto euroatlántico, también sobre la base de un modelo que en parte pueda calcar lo previsto en el artículo 5 del Tratado de Washington». Una vez más, el primer ministro insistió afirmando que Italia no enviará tropas en ningún caso a territorio ucraniano y pidió que cualquier posible alto el fuego se ocupe especialmente de las escuelas y los hospitales: en resumen, de las infraestructuras civiles. Por el momento, sin embargo, la respuesta de Estados Unidos al proceso de defensa puesto en marcha por Europa sigue sin estar clara. La guerra arancelaria, ciertamente, no permite albergar esperanzas de una resolución que permita a la UE y a EEUU avanzar uno al lado del otro, pero como señaló Macron durante su discurso, aún hay esperanzas de que, dado el contexto geopolítico, Trump renuncie a lo que ha declarado sobre los aranceles en los últimos meses. En caso contrario, Francia se declaró dispuesta a colaborar estrechamente con «la Comisión Europea para apoyar a todos los sectores económicos que se verán afectados y aportar soluciones». En cualquier caso, no creo que esta decisión aumente el crecimiento y la prosperidad de nuestras sociedades. Por tanto, espero que, tras algunos anuncios, el presidente Trump revise esta decisión».