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¿Será conservadora la nueva Europa?

Construir una Europa conservadora - junio 16, 2024

Giorgia Meloni se confirmó como la líder política «más querida por los italianos» en las elecciones europeas con más de 2,5 millones de preferencias, un éxito que confirma a Fratelli d’Italia en el primer puesto del consenso electoral.

El partido del Primer Ministro aumentó su consenso en comparación con las elecciones generales, alcanzando el 29%.

Los otros dos partidos mayoritarios, Forza Italia y la Lega, también registraron un aumento porcentual, acercándose ambos al 10% del consenso con porcentajes casi idénticos, respectivamente el 9,6% para Forza Italia y ligeramente por encima de la Lega, que se situó en el 9%.

Se trata de una señal de gran importancia y fuerza para el gobierno de centro-derecha, que muestra cómo los italianos aprecian su trabajo y cómo la confianza en Giorgia Meloni es sólida.

Y probablemente sea precisamente el nuevo curso político italiano, con la confianza internacional ganada por Giorgia Meloni, lo que ha impulsado a los partidos de centro-derecha a alcanzar el éxito en toda Europa, o casi.

El caso francés es emblemático, con Macron, uno de los mayores adversarios y críticos de Giorgia Meloni, obligado a izar la bandera blanca ante el abrumador éxito del partido de Le Pen.

Ahora los partidos se jugarán en Bruselas. A pesar de que la llamada «Mayoría Úrsula» sigue siendo la más fuerte dentro de la UE, el equilibrio tendrá que cambiar.

Y será Giorgia Meloni la protagonista de este cambio de rumbo en la política de la UE.
Con la fuerza de su consenso y como Presidenta del ECR, la principal agrupación de partidos conservadores europeos, será ella quien traiga el nuevo viento político que sopla en Europa.

Un viento que también mira a los intereses de las naciones individuales y de sus pueblos y no a los intereses de quienes hasta ahora han dictado la ley, en primer lugar la Francia del derrotado Macrone y la Alemania de Von der Leyen.

Las políticas migratorias, las relativas a la transición ecológica, el apoyo a Ucrania y la crisis de Oriente Medio, deberán tener necesariamente un enfoque diferente, menos demagógico y más pragmático y estructurado, al igual que las acciones emprendidas hasta la fecha por el líder italiano en el ámbito nacional e internacional.

El primer nudo que hay que desatar es sin duda el del próximo presidente de la Comisión Europea. El 28 de junio, los dirigentes de la UE se reunirán en Bruselas para designar formalmente a un candidato al más alto cargo de la Comisión. Teóricamente, la candidata natural para el cargo parece ser Von der Leyen, reforzada por la confirmación de «su» PPE como primer partido. Por el momento, sin embargo, hay varias variables que socavan su reconfirmación.

El artículo 17 del Tratado de Maastricht es el que describe el proceso de nombramiento del Presidente de la Comisión Europea, un papel fundamental dentro de la Unión Europea. El Consejo Europeo, compuesto por los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros, es el encargado de proponer un candidato para este cargo. Este proceso de propuesta requiere una mayoría cualificada, un mecanismo difícil de explicar y resumir, que también tiene en cuenta la población de cada estado, dando efectivamente más peso a los estados más poblados.

El Consejo Europeo debe tener en cuenta los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo a la hora de proponer un candidato. Una vez nombrado, el candidato propuesto debe recibir un voto de confianza del Parlamento Europeo. Por lo tanto, es esencial que el candidato propuesto por el Consejo cuente con el apoyo de una mayoría parlamentaria.

El proceso de selección es extremadamente complicado, con negociaciones y variables de diversa índole, por lo que se celebra una reunión informal inmediatamente después de las elecciones para iniciar los debates preliminares. En este momento, el nombre de Ursula von der Leyen, actual Presidenta de la Comisión Europea, es especialmente relevante. Antes de las elecciones, de hecho, el Partido Popular Europeo (PPE) la había elegido candidata mediante el mecanismo del spitzenkandidat, una indicación ciertamente importante pero no vinculante.

Éste será, por tanto, el primer nudo que habrá que desatar en la renovada Unión Europea, para lograr encontrar una síntesis entre «almas» diferentes que pueda conducir a la elección de un nuevo presidente.

Y aunque las fuerzas en el campo parecen estar trazadas, con el primer partido del PPE y la mayoría de Úrsula potencialmente al mando como se ha mencionado, los partidos no están ni mucho menos hechos. Baste decir que en 2019, con una fuerza sobre el papel mayor que la actual, Von der Leyen ganó por sólo 9 votos menos que la mayoría absoluta necesaria. Y uno de los principales obstáculos a su reelección podría venir de Francia y Macron.

Que los franceses no «aman» a la presidenta alemana es un hecho bien conocido, como señaló el propio Macron el 25 de abril en su «Discurso sobre Europa», en el que, sin mencionarla en ningún momento, atacó la política actual del Consejo Europeo. Pero es precisamente en Francia donde tendrá lugar la votación unos días después de la primera reunión de Bruselas, reunión de la que debería salir el nombre del candidato presidencial. Un gran problema para el Presidente francés, que sufriría un nuevo golpe a su credibilidad si diera su apoyo a Von der Leyen.

Así que el juego está muy abierto, a pesar de una mayoría potencial, en la votación de las elecciones influyen varios factores, ante todo el interés «interno» de cada nación. Entre otras cosas, la posibilidad de ser elegido presidente no es replicable, el perdedor debe apartarse y debe proponerse un nuevo nombre. De ahí el papel fundamental que sin duda desempeñará el ECR dirigido por Giorgia Meloni, gracias a sus éxitos en las recientes elecciones europeas y a sus cifras.

De momento nadie arriesga hipótesis o posibles candidatos, pero sin duda las negociaciones están en marcha desde hace tiempo, y estamos seguros de que incluso durante el G7 dirigido por Italia, uno de los temas oficiosos será precisamente éste.

La «revolución» ha comenzado y Giorgia Meloni tiene todas las cartas para ganarla junto con sus aliados europeos.

 

FeMo