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Superliga o Liga de Campeones Se trata (también) de política

Cultura - marzo 1, 2024

El desafío entre la UEFA y el club tiene un peso económico y político

La Superliga, una competición propuesta que aspira a superar a las tradicionales copas internacionales de la UEFA, incluidas la Liga de Campeones, la Europa League y la Liga de Conferencias, ha vuelto a ser tema de debate en el mundo del fútbol. La Superliga ha sido diseñada para contar con los mejores clubes de toda Europa, y la idea se introdujo por primera vez en 2019. Sin embargo, la propuesta suscitó numerosas reacciones negativas por parte de aficionados, asociaciones de fútbol y jugadores, lo que obligó a posponerla. A pesar de la resistencia inicial, todavía hay clubes que siguen comprometidos con la Superliga y presionan para que se implante. El impacto potencial de la Superliga en el panorama futbolístico actual es un tema muy debatido, y su futuro sigue siendo incierto.

Tras una larga y reñida batalla legal, la disputa entre Aleksandr Ceferin, Presidente de la UEFA, y los influyentes presidentes de varios clubes de fútbol, entre ellos Florentino Pérez, del Real Madrid, Andrea Agnelli, de la Juventus, Joel Glazer, del Manchester United, John W. Henry, del Liverpool, y Stan Kroenke, del Arsenal, se resolvió finalmente con una victoria parcial de los clubes. El 21 de diciembre de 2023, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas dictó una sentencia histórica que decretaba que sería contrario a la legislación europea impedir a otra asociación celebrar competiciones de clubes que se opusieran a las organizadas por la UEFA. Esta sentencia puso fin al monopolio legal de la UEFA sobre el fútbol internacional, allanando el camino a una mayor competencia y diversidad en el mundo del fútbol profesional.

Los aspectos financieros del deporte son siempre un tema de interés para muchas personas. En el caso de la UEFA, la organización recauda anualmente 1.800 millones de dólares por los derechos de televisión vinculados a la Liga de Campeones. Aunque esta cifra pueda parecer elevada, es significativamente inferior a las cantidades generadas por los deportes tradicionales estadounidenses. Por ejemplo, el valor de un solo campeonato de la NBA se vende a 2.600 millones de dólares al año, y la NFL (Liga de Fútbol Americano) firma acuerdos plurianuales por un impresionante valor de 110.000 millones de dólares. Esto se debe principalmente a que el partido final de la NFL, conocido como Super Bowl, atrae cada año a un número masivo de espectadores. Por ejemplo, 123 millones de personas vieron la gran final este año, lo que supone un nuevo récord. Al conocer los aspectos financieros de los distintos deportes, podemos hacernos una idea más clara de los puntos fuertes y débiles de cada liga.

La Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) proporciona a los clubes una parte importante de los ingresos totales entre derechos de televisión y patrocinadores, lo que a primera vista es un aspecto positivo. Sin embargo, es esencial comprender qué parte de esta contribución acaba en los bolsillos de cada club. Por ejemplo, un equipo en los grupos de la Liga de Campeones empieza con la encomiable cantidad de 14,8 millones de euros, que aumenta a medida que avanza en la competición. A pesar del carácter lucrativo de la Liga de Campeones, la cantidad máxima que puede llevarse a casa el club ganador se limita a unos 200 millones de euros, lo que supone una suma considerable. Sin embargo, sigue siendo limitado si tenemos en cuenta que los equipos de la NBA, a pesar de tener una bolsa de premios muy inferior a la de la Liga de Campeones, tienen la posibilidad de firmar acuerdos privados con otras televisiones, recaudando cantidades similares sólo en concepto de patrocinio.

Según el análisis, la Superliga ha surgido como resultado de la insatisfacción de varios de los principales clubes de fútbol europeos. El proyecto propuesto prevé la participación de los grandes clubes en una competición internacional, en la que participarían en un sistema de ascensos y descensos entre ligas internas más pequeñas. El formato propuesto consistiría en una competición de tipo liguero en la que cada club jugaría contra todos los demás equipos. A continuación se disputarían una serie de eliminatorias y repescas, con un mínimo de 16 partidos y un máximo de 19 por club, frente al mínimo actual de 6 y un máximo de 13 partidos.

Además, toda la competición tendría lugar en una plataforma gratuita y en línea, lo que ofrecería amplias oportunidades a los patrocinadores para ocupar espacios publicitarios y contribuir a una rica bolsa de premios. De este modo, el formato propuesto beneficiaría no sólo a los clubes participantes, sino también a los patrocinadores, proporcionándoles la máxima exposición y rendimiento de la inversión.

La UEFA respondió en este sentido modificando (por tercera vez desde 1991) el reglamento de la Liga de Campeones: adiós a los 8 grupos de 4 equipos cada uno, participarán 36 equipos que jugarán 8 partidos (4 en casa y 4 fuera) contra rivales determinados por sorteo, 24 equipos pasarán a la fase de eliminación directa y se introducirá la ronda de «play-off» para los equipos del 9º al 24º puesto de la clasificación, para proceder después por el método tradicional de octavos de final, cuartos de final, semifinales y final.

Ambas soluciones son falaces: reducir el número total de equipos (la Superliga tendría un máximo de 64 participantes repartidos en tres ligas diferentes, y la UEFA admitiría hasta 108 clubes en la fase final de sus competiciones) tiene sin duda la ventaja de repartir el » con menos equipos y aumentar así los ingresos, pero los fondos necesarios para el desarrollo del sector económico del fútbol se perderían en los países con menos interés por los campeonatos nacionales en comparación con los «grandes»; por otra parte, el aumento desproporcionado de clubes y competiciones provoca una pérdida de interés, porque es evidente que hay más interés por parte del público en ver un partido entre dos grandes clubes que uno entre un gran equipo y un club más pequeño. «exótico».

Lo que debe quedar claro es la diferencia entre el deporte europeo y el estadounidense: en la NBA, de hecho, los equipos per se… ¡no existen! Son franquicias, es decir, títulos deportivos asignados a una ciudad concreta que pueden cederse a otras ciudades si se manifiesta interés en ello. No hay ascensos ni descensos, no existe una gran competición que dé acceso por méritos deportivos porque el título deportivo de los clubes lo gestiona la federación. En el fútbol está claro -y en cierto modo afortunadamente- que no es así y sólo en Inglaterra hay 20 equipos en el campeonato nacional, al igual que en España e Italia, 18 en Alemania, etc., todos ellos propiedad de empresas individuales o familias que determinan, en función de las inversiones, los resultados deportivos.

El impacto económico del fútbol es un aspecto crucial que no puede ignorarse. La Federación Italiana de Fútbol, también conocida como FIGC, genera un asombroso volumen de negocios de 3.700 millones de euros, y el deporte en su conjunto tiene un impacto significativo en el PIB italiano, aportando un peso de 10.000 millones de euros. El fútbol se ha convertido en el deporte más rentable del mundo, con una facturación de 47.000 millones de euros, lo que constituye una hazaña notable.

Dadas estas cifras, es esencial desarrollar una política seria que pueda supervisar el futuro de las competiciones internacionales de clubes. Esta política debe buscar el equilibrio entre salvaguardar el mérito deportivo de los clubes y evitar las competiciones cerradas o «franquicias». Además, la política debe centrarse en encontrar una solución que pueda enriquecer el deporte, que es el corazón palpitante de Europa, sin comprometer su esencia.

Existe el riesgo inminente de que Arabia Saudí o Estados Unidos arrebaten este récord a Europa. Este riesgo se ve agravado por el hecho de que estos países ya han atraído a algunos de los grandes nombres del fútbol, como Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Por lo tanto, es imperativo tomar medidas proactivas para garantizar que el fútbol siga siendo un deporte vibrante y próspero, no sólo en Europa, sino en todo el mundo.