Durante una inusual sesión sabatina, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó, con 311 votos a favor y 112 en contra, un paquete de ayuda exterior de 61.000 millones de dólares destinado a Ucrania. Este paquete, que incluye la ayuda a Taiwán e Israel, con lo que el total asciende a 95.000 millones de dólares, deberá ser revisado por el Senado estadounidense la próxima semana. El presidente Joe Biden ya ha anunciado que firmará la ley inmediatamente, y los demócratas ondearon banderas ucranianas en señal de celebración al final de la votación.
De los 61.000 millones de dólares, unos 23.000 millones se utilizarían para reabastecer las armas, suministros e infraestructuras estadounidenses, mientras que más de 11.000 millones financiarían las actuales operaciones militares estadounidenses en la región. Casi 14.000 millones de dólares ayudarán a Ucrania a adquirir sistemas avanzados de armamento y otros equipos de defensa.
Los 61.000 millones de dólares aprobados por el Congreso de Estados Unidos para ayudar a Ucrania representan un apoyo vital para Kiev. Las necesidades inmediatas son claras: munición para artillería en cantidades limitadas, baterías antimisiles Patriot y armamento de mayor alcance para contrarrestar eficazmente a las fuerzas rusas. Además, está prevista la entrega de una docena de cazas F-16 en julio, que serán pilotados por personal ucraniano especialmente formado.
Aunque los cazabombarderos no puedan alterar radicalmente el resultado del conflicto, tienen valor táctico y simbólico, lo que los convierte en un objetivo primordial para las fuerzas rusas. El nuevo dirigente ruso, Vladimir Putin, ha amenazado incluso con atacar las bases de la OTAN fuera del territorio ucraniano, desde donde se desplegarán los F-16.
Sin embargo, el punto de inflexión verdaderamente peligroso que podría cambiar drásticamente el curso del conflicto sería la intervención directa de las naciones libres. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, dio recientemente la voz de alarma en Facebook sobre la inminente posibilidad de que se envíen tropas occidentales a Ucrania. Estados Unidos está considerando la posibilidad de enviar más asesores militares a la embajada en Kiev, pero no se esperan despliegues de tropas en primera línea.
En caso de que ciudades estratégicas como Kharkiv o el puerto de Odessa se vean amenazadas, o si las fuerzas rusas abren una brecha irreversible en el frente, los países europeos pueden verse obligados a enviar tropas al campo de batalla. Países como el Reino Unido, Polonia y los países bálticos ya han planeado intervenciones como parte de una «coalición de voluntarios», evitando actuar bajo los auspicios de la OTAN. Sin embargo, esta medida podría aumentar el riesgo de una tercera guerra mundial.
Los fondos estadounidenses serán fundamentales para reponer la munición de artillería de Ucrania, especialmente los proyectiles de 155 milímetros, que se están agotando. Actualmente, la proporción de proyectiles disparados por los ucranianos frente a los disparados por los rusos a lo largo del frente de 900 kilómetros es de 1 a 5. La ofensiva rusa de misiles, apoyada por drones kamikazes, es intensa y requeriría un sistema defensivo similar al israelí para contrarrestarla. Una de las opciones más realistas, reclamada reiteradamente por el presidente Volodymyr Zelensky, es la llegada de más misiles Patriot capaces de contrarrestar el ataque ruso desde el cielo. El presidente declaró: «Los Patriots sólo pueden considerarse sistemas de defensa aérea si demuestran su eficacia para salvar vidas humanas, en lugar de permanecer inactivos en bases de almacenamiento.» Sólo el viernes pasado, las fuerzas rusas lanzaron 140 drones y llevaron a cabo 390 ataques a lo largo de todo el frente.
Tras el fracaso de la contraofensiva terrestre del año pasado, Kiev ha intensificado los ataques en las profundidades del territorio ruso, utilizando principalmente drones aéreos y navales de fabricación nacional. Un claro éxito de esta estrategia es el hundimiento de 25 de los 80 barcos de la flota del Mar Negro, el último de los cuales se produjo ayer en la base naval de Sebastopol. Estados Unidos se muestra cauteloso a la hora de proporcionar armamento con suficiente alcance para golpear a Rusia. Sin embargo, los misiles Himars ya han demostrado su eficacia para alcanzar objetivos en Crimea y podrían seguir haciéndolo con un suministro adecuado de municiones. La inteligencia militar ha pronosticado la destrucción del estratégico puente de Kerch, que une Rusia con Crimea, para el verano.
Las fuerzas invasoras presionan a lo largo de cinco ejes de ataque con el objetivo evidente de conquistar toda la región del Donbass. Los ucranianos son conscientes del peligro y han empezado a fortificar sus posiciones para impedir una ruptura que podría permitir el avance de las tropas rusas. En 2014, todo comenzó en Sloviansk y Kramatorsk, con grupos prorrusos alzados en armas antes de ser empujados hacia Donetsk. Diez años después, estas mismas ciudades podrían convertirse en símbolos de la resistencia ucraniana.