El sector agrario de la UE se enfrentará a viejos y nuevos enemigos en los próximos meses de verano. La creciente inflación de los precios de los alimentos, la guerra ruso-ucraniana y el impulso a la agricultura «sostenible» seguirán poniendo en entredicho la capacidad del sector para mantener sus medios de subsistencia y, más ampliamente, la soberanía alimentaria de la UE.
El sector se enfrenta a nuevos obstáculos en forma de condiciones meteorológicas adversas y a los posibles efectos de la caída de la Iniciativa de Granos del Mar Negro (BSGI). Con todo, y a pesar de las positivas perspectivas expresadas por la Comisión en su último «Panorama a corto plazo de los mercados agrícolas de la UE en 2023», no hay que perder de vista los retos a los que seguirá enfrentándose el sector.
La publicación de la Comisión Europea presenta un panorama general, sector por sector, de las últimas tendencias y perspectivas de los mercados agroalimentarios. En julio publicó su análisis y conclusiones para el sector del primer trimestre. En cuanto a los cultivos herbáceos y especializados, el informe concluye que la producción de cereales y oleaginosas de la UE podría aumentar en 2023/24, un 5% y un 8% respectivamente. Además, se espera que las exportaciones de cereales de la UE crezcan un 6%, mientras que las importaciones de la UE de cereales ucranianos descienden un 35% desde los niveles récord alcanzados en 2022/2023. Este último descenso se ha debido en gran medida al aumento de la producción nacional. El sector azucarero registra precios récord, aunque la producción nacional disminuye un 12%, mientras que el consumo de la UE se mantiene estable y aumentan las importaciones. No obstante, la Comisión prevé un descenso del rendimiento de los cereales debido a la evolución meteorológica en primavera.
Los análisis y predicciones para el sector de los productos animales son un poco más sombríos, especialmente para la producción de carne de vacuno y productos lácteos. Sin ir más lejos, se prevé que la producción de carne de vacuno disminuya un 2%, incluso con sus elevados precios actuales. Del mismo modo, se prevé que la producción de carne de porcino de la UE se reduzca un 5,5% debido a la escasa cabaña reproductora, así como al brote de peste porcina africana (PPA). Las entregas de leche de la UE en 2023 podrían ser un 0,2% inferiores a las del año pasado, ya que es probable que los sacrificios aumenten durante el verano.
No obstante, la Comisión ha podido observar algunas tendencias positivas, entre ellas un crecimiento potencial del 2,4% en la producción avícola. Además, las exportaciones de la UE de leche desnatada en polvo, mantequilla y productos del lactosuero aumentaron respectivamente un 33%, un 11% y un 5% durante los tres primeros meses del año, lo que también podría repercutir positivamente en la esperada recuperación de las exportaciones. Principalmente, la Comisión expresó su confianza en el sector, alegando que la industria agraria se mantiene estable y la disponibilidad de alimentos no corre peligro en la UE.
Sin embargo, el sector sigue enfrentándose a problemas clave que atenúan las perspectivas positivas y cuestionan hasta qué punto los agricultores y los consumidores perciben mejoras. Por un lado, se espera que la inflación en la zona euro alcance el 5,4% en 2023, siendo la inflación alimentaria responsable de un aumento del 39% de los precios de los alimentos al consumo. Además, la persistencia del conflicto en Ucrania impide reducir los costes fijos y de insumos asumidos por los propios agricultores y, sin final aparente a la vista, augura un futuro sombrío en términos de mejora. Sin embargo, los agricultores se están mostrando bastante resistentes y adaptables, lo que puede traer alguna esperanza para el futuro. Por último, el sector agrario sigue enfrentándose a un problema clave: la falta de voluntad de la Comisión Europea para suavizar los requisitos de la Política Agrícola Común (PAC) relacionados con el medio ambiente y la sostenibilidad. Principalmente, la negativa de la Comisión a permitir a los agricultores cultivar en tierras en barbecho o en franjas de protección, por nombrar algunas, en nombre de la construcción de una «agricultura resistente», deja a los agricultores desamparados ante la disminución del rendimiento de los cultivos tras la sequía y las condiciones climáticas adversas.
Peor aún, el sector se enfrenta a una nueva serie de problemas que ponen en entredicho las perspectivas positivas de la Comisión. La producción del sector se está viendo obstaculizada principalmente por las adversas condiciones meteorológicas. Por ejemplo, las altas temperaturas experimentadas este verano han afectado considerablemente a cultivos de verano como el maíz, la soja y el girasol. Además, el sector podría enfrentarse a una nueva serie de dificultades relacionadas con la caída del acuerdo sobre los cereales del Mar Negro y su resultado en los precios mundiales de los alimentos. No obstante, es demasiado pronto para conocer sus efectos y las tendencias positivas señaladas por la Comisión aportan cierta esperanza para el futuro. En cualquier caso, no debemos perder de vista los retos a los que se enfrenta el sector y trabajar para dotar a los actores críticos del sector de las herramientas necesarias para afrontarlos.