Cuando hablamos de defensa en la Unión Europea, ¿de qué estamos hablando realmente?
Desde un punto de vista jurídico, la Unión Europea cuenta con una Política Exterior y de Seguridad Común (más conocida como PESC). La PESC es uno de los llamados tres pilares de la UE. Creada en 1993, su objetivo específico es preservar la paz, reforzar la seguridad internacional, promover la cooperación internacional y desarrollar y consolidar la democracia, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Aunque con la PESC, el sector de la defensa ha progresado con el tiempo. Pero hasta hoy la Unión Europea no tiene un ejército común europeo, por lo que la política de defensa la gestiona mayoritariamente cada Estado miembro a nivel nacional, aunque colaboren unos con otros.
Y, en este sentido, quizás, con el trascendental cambio geopolítico que se ha producido desde la agresión militar de Rusia contra Ucrania, la Unión Europea se ha encontrado en algunas coyunturas históricas con dificultades para aportar la ayuda necesaria al pueblo ucraniano.
Con el tiempo, no sólo los ciudadanos, sino también y especialmente las instituciones europeas y los dirigentes políticos han tomado conciencia de que la cuestión de la defensa y la seguridad no puede abordarse únicamente a nivel nacional y por separado, sino que es necesario un enfoque común y conjunto.
Para las instituciones europeas, principalmente el Parlamento Europeo y la Comisión Europea, mejorar la cooperación en materia de defensa es una prioridad que debe perseguirse a toda costa.
Una prioridad que debe perseguirse siguiendo lo que consagra el Tratado de Lisboa en su artículo 42, incluida la participación en la OTAN y el principio de neutralidad.
De manera especial, el Parlamento Europeo siempre ha apoyado la cooperación, el aumento de la inversión y el reparto de recursos para promover sinergias a escala de la UE que garanticen una mejor protección de los ciudadanos europeos.
En los últimos siete años (desde 2016), se han puesto en marcha numerosas iniciativas concretas con el objetivo de apoyar una mayor cooperación y reforzar la capacidad de defensa de Europa.
Iniciativas que, entre otras cosas, también han sido bien recibidas por los ciudadanos. De hecho, según los últimos datos disponibles que datan de 2022, publicados por el Eurobarómetro, el porcentaje de ciudadanos europeos que se declararon a favor de una política común de defensa y seguridad alcanzó el 81% de la población en Europa. Además, el 93% dijo estar de acuerdo en que era importante actuar juntos para defender el territorio de la UE. Por último, el 85% de los europeos respondió afirmativamente a la necesidad de reforzar la cooperación en materia de defensa a nivel de la UE.
Estas iniciativas se pusieron en práctica con el objetivo no sólo de proporcionar más recursos, sino también de estimular una mayor eficacia y facilitar la cooperación mediante el desarrollo de nuevas capacidades.
Entre las iniciativas más estructuradas y de mayor rendimiento se encuentra la Cooperación Estructurada Permanente (la llamada PESCO), puesta en marcha en diciembre de 2017. Hoy son muchos los proyectos de colaboración que se enmarcan en él, por ejemplo con compromisos vinculantes como un mando médico europeo, un sistema de vigilancia marítima, asistencia mutua en ciberseguridad, equipos de respuesta rápida y una escuela conjunta de inteligencia de la UE.
También es interesante el marco tan conocido del FED, siglas de Fondo Europeo de Defensa, que se inauguró en junio de 2017 y fue el primer fondo europeo utilizado para cofinanciar la cooperación en materia de defensa. Este fondo se financió el 29 de abril de 2021 a instancias de los miembros del Parlamento Europeo con 7.900 millones de euros del presupuesto a largo plazo de la Unión (2021-2027).
Además, para poner en práctica su defensa, la UE también ha reforzado su cooperación con la OTAN. Los proyectos en este ámbito tienen que ver, por ejemplo, con la ciberseguridad, los ejercicios conjuntos y la lucha antiterrorista. Además, también está previsto facilitar la movilidad militar en Europa para que sea más fácil reaccionar e intervenir en zonas de crisis con mayor rapidez y facilidad, tanto desde el punto de vista del personal como del material.
En cuanto a las misiones, también se han hecho más eficientes. Y de nuevo, desde junio de 2017, con una nueva estructura de mando y control, se ha mejorado la gestión de crisis.
Para que las acciones de defensa produzcan resultados concretos y tangibles, es evidente que hay que invertir recursos. Y los recursos, especialmente en el ámbito de la defensa, deben ser considerables, tanto económicamente como en términos de personal y estrategia. Según datos de la Agencia Europea de Defensa que datan del 8 de diciembre de 2022, el gasto máximo destinado a defensa por la Unión Europea es de 2021, con un total de 214.000 millones de euros. Esta cifra es un 6% superior a la del año 2020. Además, según los últimos datos publicados, el gasto en defensa ha aumentado alrededor de un 16%, con inversiones relacionadas con equipos de defensa e investigación y desarrollo.
En 2023, la política de defensa europea se acelera drásticamente y experimenta un nuevo enfoque coincidiendo con el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022. La guerra hizo ver a la Unión Europea la necesidad de reforzar su presencia internacional, también y sobre todo en materia de defensa. Pero no sólo eso. porque otro punto débil que se descubrió con el inicio de las hostilidades en territorio ucraniano fue la necesidad de acelerar y mejorar la producción de armas.
En este sentido, el pasado 13 de julio, los miembros del Parlamento Europeo aprobaron una financiación de 500 millones de euros destinada a aumentar la producción de municiones y misiles, exactamente con el fin de ayudar a Ucrania incrementando las entregas al país y, al mismo tiempo, apoyando a los distintos Estados miembros para reponer las existencias (se trata de la llamada ASAP, o Ley de Apoyo a la Producción de Municiones).
Las instituciones europeas también están trabajando para reforzar la llamada EDIRPA, o Industria Europea de Defensa a través de la Ley de Contratación Pública Conjunta, para que pueda ayudar a cubrir las carencias más urgentes y críticas. Esto facilitará a los países europeos el avance y la compra conjunta de productos de defensa como sistemas de armas, municiones y equipos médicos. Además, EDIRPA pretende reforzar la base industrial y tecnológica de defensa europea y promover la cooperación en materia de adquisiciones de defensa.
Por último, pocos meses antes, en junio de 2023, el Parlamento y el Consejo de la UE aprobaron un acuerdo sobre nuevas medidas para incentivar a los países miembros a comprar conjuntamente productos de defensa y apoyar a la industria de defensa de la UE. Con este nuevo instrumento se dispondrá de un presupuesto de 300 millones de euros hasta 2025.
Teniendo en cuenta el panorama general antes mencionado en relación con la política de defensa en la Unión Europea, parece bastante claro lo mucho que se ha avanzado desde el establecimiento de esta política tal y como se recoge en los tratados. Sin embargo, también es evidente cómo hasta que estalló dramáticamente la guerra en Ucrania, la Unión Europea había mantenido en un segundo plano la inversión en esta zona.
Incluso hoy en día, puede decirse que la falta de un ejército común en algunos frentes es una deficiencia, debido a que los Estados miembros son a menudo incapaces, por sí solos, de cooperar y producir una política exterior que sea realmente compatible y adecuada para la cooperación con otras partes.
A pesar de las diversas visiones que se puedan tener sobre esta controvertida cuestión, que es la creación de un ejército europeo común, no hay que olvidar que invertir en una política de defensa europea común, firmemente compartida y apoyada por cada Estado miembro, es fundamental para hacer frente a las crisis más agudas y para que la propia Unión Europea sea segura tanto interna como externamente.