Cuando el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, convocó las elecciones generales anticipadas del29 de mayo, afirmó que estaba motivado por el deseo de aportar estabilidad a España tras los resultados negativos de los partidos socialistas (PSOE, S&D) en las elecciones regionales y locales. Sánchez consideró necesaria «una clarificación de la voluntad de los españoles» sobre «las políticas que debe aplicar el Gobierno y sobre los partidos políticos que deben liderar».
Sin embargo, los resultados electorales han conducido a un escenario muy opuesto, con un Congreso de los Diputados fragmentado y sin mayorías parlamentarias claras. Aunque el bloque de derechas ganó las elecciones en votos y escaños, carece de mayoría suficiente para poder gobernar.
Y, aunque el bloque de izquierdas de Sánchez podría mantenerse en el poder con el apoyo de los partidos separatistas, es probable que requiera concesiones desagradables por parte de Madrid, que sólo podrían llegar tras meses de prolongadas e intensas negociaciones.
En caso de que fracasen las negociaciones para la formación de gobierno, España podría verse abocada a la repetición de las elecciones en noviembre o diciembre.
Por lo tanto, estos resultados sólo producirán incertidumbre política e inestabilidad en los próximos meses. Estos resultados llegan en un momento especialmente malo para España. El país ocupa actualmente la Presidencia semestral rotatoria del Consejo de la UE (de julio a finales de diciembre). La incertidumbre y la inestabilidad impregnarán inevitablemente la Presidencia española.
Desgraciadamente para España (y para la UE), a la luz de los resultados de las elecciones españolas, gran parte de la Presidencia española coincidirá con el complejo y prolongado proceso de formación de gobierno. La Presidencia del Consejo requiere un capital importante, ya que el Estado miembro que la ostenta tiene la responsabilidad de planificar y presidir las reuniones del Consejo y de sus órganos preparatorios, así como de garantizar el buen desarrollo del proceso legislativo, facilitar el diálogo y el consenso y representar al Consejo en las relaciones con otras instituciones de la UE.
Durante la Presidencia española, el gabinete de Sánchez será un gobierno provisional con poderes limitados, y dado que Sánchez también se verá absorbido por el proceso de formación de gobierno, él y su Gobierno se verán obligados a gastar gran parte de su capital político en la esfera doméstica y no en Bruselas.
Hay muchos asuntos importantes en el orden del día, incluidos expedientes legislativos en el ámbito de la política energética y agrícola que siguen pendientes de la adopción de la posición del Consejo en primera lectura, o de la conclusión del acuerdo en primera lectura. En el ámbito de la energía, esto incluye modificaciones de las Directivas sobre energías renovables, eficiencia energética de los edificios y eficiencia energética, la Directiva sobre emisiones industriales, una propuesta de Reglamento sobre reducción de emisiones de metano en el sector energético, una propuesta de Reglamento sobre combustibles marítimos sostenibles y combustibles de aviación sostenibles y, por supuesto, la importante propuesta de Reglamento de reforma del mercado de la electricidad de la UE, sobre la que hemos escrito extensamente.
Además, dos de las grandes prioridades de la Presidencia española son «reindustrializar la UE» y «avanzar en la transición verde». En este sentido, la Presidencia española se comprometió a impulsar medidas como la citada reforma del mercado eléctrico para «acelerar el despliegue de las energías renovables, la reducción de los precios de la electricidad y la mejora de la estabilidad del sistema», así como la aceleración de los expedientes legislativos relacionados con Apto para 55 y la normativa sobre eficiencia energética.
En el ámbito de la agricultura, la Presidencia española había prometido que, como parte de la garantía de la «autonomía estratégica abierta» de la UE, «fomentaría el desarrollo de industrias estratégicas» y el «fortalecimiento de nuestras cadenas de suministro» para invertir la «excesiva dependencia de terceros países» de la UE para bienes como los alimentos.
Entre los expedientes legislativos importantes que están pendientes de primera lectura en el Consejo en el ámbito de la agricultura figuran la propuesta de Reglamento para dar a los Estados miembros la posibilidad de restringir o prohibir el uso de alimentos y piensos modificados genéticamente en su territorio, una propuesta de Reglamento sobre indicaciones geográficas de vinos, bebidas espirituosas y productos agrícolas, o la infame Ley de Restauración de la Naturaleza aprobada recientemente por el Parlamento.
Además, los Estados miembros seguirán teniendo que tomar decisiones importantes y oportunas sobre las ayudas a los agricultores, como el paquete de 330 millones de euros aprobado a finales de junio para apoyar a los agricultores afectados por fenómenos climáticos adversos, o el paquete de 100 millones de euros para los agricultores de los Estados miembros centrales y orientales que se han visto afectados por las exportaciones agroalimentarias ucranianas. Estos 2 paquetes de ayuda han sido importantes, pero es probable que persistan las condiciones que dieron lugar a su necesidad, y a España le puede resultar difícil ejercer el liderazgo para garantizar futuros paquetes que puedan ser necesarios para sectores agrícolas nacionales como el español, asolados por las sequías.
Sin embargo, el inestable e incierto panorama interno español podría a su vez desviar su atención de la UE, e impedir que el país desempeñe su papel de Presidencia de manera eficaz. La actual situación de interinidad del Gobierno de Sánchez, y la incertidumbre e inestabilidad que rodean el proceso de formación de gobierno, limitarán la capacidad de España para ejercer un liderazgo efectivo en la escena europea que garantice acuerdos sobre los importantes expedientes legislativos de la agenda.