Uno de los expedientes que más ha caldeado el debate europeo es, sin duda, el de la inmigración. Desde 2015 hasta la actualidad, la presión de los flujos migratorios ha ido en aumento, dejando e speciale a los países de primera llegada con una situación difícil y muy compleja de gestionar.
Las lagunas de la legislación europea no son ciertamente pequeñas y, desde hace casi diez años, este problema sigue sin encontrar una solución definitiva.
Sin embargo, en los últimos meses se han logrado avances, ya que los foros europeos han conseguido plasmar sobre el papel los nuevos requisitos y el nuevo enfoque sobre la cuestión de los inmigrantes ilegales.
En particular, las conclusiones del Consejo Europeo de los días 9 y 10 de diciembre de 2007 mostraron una convergencia de puntos de vista entre los Jefes de Estado y de Gobierno sobre el refuerzo de la acción exterior, el control efectivo de las fronteras exteriores y una cooperación más estrecha con los países de origen y de tránsito.
Tras esta reunión, también se revisó el nuevo pacto de asilo y migración con nuevas y más apropiadas enmiendas en junio de 2023, aunque todavía se está ultimando debido a la oposición de algunos Estados miembros.
Después, en julio de 2023, se abordó con claridad y decisión la cuestión de los migrantes llegados de Túnez. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó a Túnez junto con la Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, y el Primer Ministro holandés, Mark Rutte, donde se firmó el Memorando de Entendimiento UE-Túnez, en el que la UE se compromete a proporcionar un paquete de ayuda europea para aliviar la presión sobre las costas europeas y animar a Túnez a cooperar con las autoridades europeas.
En el transcurso de 2023, la Unión Europea experimentó una nueva tendencia en el ámbito de la migración, cambiando su visión y coincidiendo en la necesidad de centrarse más en la dimensión exterior que en la interior, al tiempo que debía cooperar más y mejor con los países africanos y mediterráneos en general. Por tanto, el objetivo ha pasado de dar prioridad a la redistribución interna a impedir la entrada de inmigrantes ilegales en el territorio de la UE.
Sin embargo, a pesar de ello, hay algunos Estados miembros que no parecen estar tan unidos a la hora de trabajar juntos para impedir la inmigración ilegal. Por el contrario, algunos de estos gobiernos incluso han aprobado leyes en este sentido, lo que suscita no pocas dudas sobre un vínculo entre las conocidas ONG y los propios órganos de gobierno nacionales, o más bien de la izquierda europea.
Alemania es uno de estos países.
Intentemos comprender mejor de qué se trata y qué ocurre hoy en la Unión Europea en materia de inmigración.
Para comprender el contexto en el que nos encontramos hoy, tenemos que remontarnos al año 2022. De hecho, en noviembre de 2022, el Bundestag alemán decidió financiar con 2 millones de euros anuales durante tres años, de 2023 a 2026, por un total de 8 millones de euros, a United4Rescue, una ONG fundada por la Iglesia Evangélica en noviembre de 2019, que agrupa a cientos de asociaciones que apoyan las acciones de los voluntarios para rescatar a los migrantes en el mar.
En aquel momento, el Parlamento alemán declaró que deseaba una «financiación sustancial» para los buques de las ONG. Sin embargo, detrás de esta decisión se escondía un posible conflicto de intereses bastante importante, ya que uno de los miembros del consejo de United4rescue, Thies Gundlach, es pareja de la vicepresidenta del Bundestag y líder del Partido Verde, Katrin Göring-Eckardt.
La situación evoluciona y llegamos a 2023, en junio de 2023 esos mismos fondos se congelan para evitar tensiones en la UE. Pero hay otro cambio de rumbo, y en septiembre de 2023, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín, dirigido por la verde Annalena Baerbock, anuncia que el Gobierno de Olaf Scholz está a punto de proceder a una importante financiación de la Comunidad de Sant’Egidio y de las ONG Sea Eye y Sos Humanity, para apoyar tanto el salvamento civil en el mar como proyectos en tierra para personas rescatadas en el mar. Sos Humanity recibirá 790.000 euros, una cantidad que, al parecer, sólo cubre una cuarta parte de sus necesidades anuales.
De este modo, Alemania financia a la ONG sos humanity que opera en el Mediterráneo de forma totalmente autónoma, sin tener en cuenta el escenario actual que viven los países ribereños del mar.
Italia es el país más afectado. Por ello, la Primera Ministra, Giorgia Meloni, ha decidido escribir al Canciller alemán, Olaf Scholz, para pedirle aclaraciones ante la falta de coordinación por parte alemana, que inevitablemente tendrá graves consecuencias directas en el territorio italiano e indirectas en el europeo.
El 28 de septiembre, los ministros de Interior de la UE se reunieron en Bruselas en el Consejo Europeo de Asuntos de Interior, presidido por Fernando Grande-Marlaska Gómez, ministro español de Interior y responsable de Asuntos de Actualidad. Entre los temas tratados figura, por supuesto, el estado de las negociaciones sobre el Pacto de Migración y Asilo, que pretende reformar la actual normativa europea.
En particular, el debate sobre el texto del reglamento se centró en el aspecto de la gestión de las crisis migratorias. El Pacto establece las disposiciones que se pondrán en marcha cuando un Estado miembro se enfrente a un número excepcional de desembarcos, a acontecimientos como pandemias o a crisis artificiales provocadas por la explotación de migrantes por parte de terceros países por motivos políticos.
Como era de esperar, las negociaciones para la adopción del texto se vieron bloqueadas por un grupo de países, entre ellos Alemania, que se oponían a una reducción de las garantías de protección de los solicitantes de asilo. En vísperas de la cumbre del 28 de septiembre, el Gobierno alemán anunció que había llegado a un acuerdo para desbloquear la situación y que propondría enmiendas para lograr la aprobación política del texto al final de la reunión. El proyecto de la Presidencia española contenía dos enmiendas: la supresión del artículo 5, que preveía la posibilidad de que los países de primera llegada establecieran excepciones a las normas mínimas de acogida en caso de flujos excepcionales, y una adición al artículo 1 que establecía que las «operaciones humanitarias» nunca podrán considerarse un factor de instrumentalización de los migrantes, legitimando así las actividades de los actores no estatales, incluidas las ONG financiadas por Alemania, sin regular por ello su modus operandi. El Gobierno italiano, sorprendido por la propuesta alemana, pidió más tiempo para analizar posibles soluciones. Mientras tanto, se informó de la presencia de no menos de siete barcos pertenecientes a ONG en el Mediterráneo central, cuatro de ellos con bandera alemana y que se dirigían a puertos italianos. Esto se considera una señal provocadora, que Italia ha denunciado a todos los niveles.
En este punto, la delegación italiana propuso una nueva enmienda según la cual los migrantes transportados en barcos de ONG deben ser acogidos automáticamente por el Estado de pabellón del barco. La implicación era que estaba perfectamente bien que Alemania se solidarizara con el trabajo de las ONG, siempre y cuando también recogiera a los migrantes que transportaba. Por ello, la reunión se aplazó a petición de Alemania.
Llegados a este punto, surge la pregunta legítima de por qué el gobierno de Berlín, y en particular el Partido Verde, se convirtieron en los primeros partidarios firmes de las ONG. Como ya se ha mencionado, aparte de los intereses personales (es decir, que Thies Gundlach, miembro de la ONG United4rescue, es pareja de Katrin Göring-Eckardt, Vicepresidenta del Bundestag y miembro destacado de Los Verdes), podría haber intereses mucho más importantes y relevantes, sin duda económicos, detrás de estas acciones.
Y, de hecho, si se examina más de cerca, como ha demostrado una investigación de Politico, el Partido Verde ha experimentado un aumento significativo de la financiación procedente de donantes privados en los últimos años. Incluso para 2021, las donaciones al partido procedentes de filántropos y de la sociedad civil se acercan a los 3,5 millones de euros, una cifra decididamente fuera de lo común en comparación con otros partidos. Para ponerlo en perspectiva, el partido de Scholz, el SPD, que tradicionalmente depende de la financiación pública y de las cuotas de sus afiliados, sólo recibió 175.000 euros en donaciones.
Como se ha analizado anteriormente, no es ningún secreto que la asignación de fondos a las ONG que trabajan en el Mediterráneo era una medida muy deseada por los Verdes y la Ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock.
En vista de las próximas citas electorales, empezando por las europeas, la política particularmente condescendiente de los Verdes hacia el mundo de las ONG y las asociaciones (United4Rescue agrupa a muchas de ellas internamente), incluida su insistencia en incluir referencias a favor de las ONG en el Pacto de Asilo, podría tener como objetivo preparar el terreno para una campaña de financiación de la campaña para las próximas elecciones europeas. Si así fuera, no estaríamos ante una voluntad sincera de ayudar a los inmigrantes, sino ante una provocación contra los países de primera acogida, que se verían fuertemente penalizados por una mera cuestión de votos, permitiendo que la ilegalidad y la delincuencia penetraran cada vez más, no sólo en sus países, sino en toda Europa. Se trata de un escenario inaceptable que debe ser rectificado antes de que los avances logrados hasta ahora sean aniquilados en aras del dinero y el poder, que ahora parecen ser las únicas prerrogativas de la izquierda europea.