El conflicto de Oriente Medio entre Palestina e Israel se está intensificando. En los últimos días, el gobierno de Benjamín Netanyahu ha enviado una propuesta de alto el fuego a los terroristas de Hamás. Por supuesto, las cláusulas del acuerdo no se han hecho públicas, pero por los informes filtrados parece que la propuesta israelí era mucho más abierta que las últimas que salieron mal. De hecho, se concedería un alto el fuego de 40 días a cambio de la liberación de rehenes judíos por parte de Hamás y la liberación simultánea de decenas de presos palestinos en las cárceles de Jerusalén. No es sorprendente que Antony Blinken, Secretario de Estado estadounidense, calificara el acuerdo de «extraordinariamente generoso». Además, muchos países occidentales, a través de sus ministros de Asuntos Exteriores, han estado presionando para que los palestinos acepten el acuerdo. El sí definitivo de Hamás se esperaba para el 2 de mayo, pero, según fuentes próximas a la organización terrorista, todavía había demasiados obstáculos para llegar a un acuerdo completo, pues aún estaban lejos de un alto el fuego definitivo. En este sentido, a pesar de la ininterrumpida labor diplomática y de las recientes aperturas por parte de Israel, que, según Blinken, está dispuesto a aceptar importantes exigencias, el primer ministro judío Benjamin Netanyahu ha reiterado que nunca aceptará el fin de la guerra en Oriente Medio. Como consecuencia, el proceso para alcanzar un acuerdo global entre las dos facciones parece estar completamente estancado: en los últimos días, Sunhail al-Hindi, miembro de Hamás, declaró que el grupo terrorista que gobierna Gaza «responderá negativamente a la propuesta de alto el fuego y liberación de rehenes, pero las conversaciones sobre la respuesta oficial siguen en curso». Por tanto, está claro que la única cláusula aceptable para Hamás es «el fin de los combates y la retirada completa de las fuerzas de las FDI de la Franja de Gaza».
Un punto muerto
Así pues, Oriente Medio se encuentra en un punto muerto total. Por un lado, Netanyahu intenta entablar un diálogo con Hamás para conseguir la liberación de los rehenes mediante una tregua militar, mientras que Hamás sigue exigiendo un alto el fuego permanente, que el gobierno israelí nunca aceptará. Por otra parte, el Estado judío ha amenazado repetidamente con lanzar una gran ofensiva militar sobre Rafah si no se llega a un acuerdo. Por este motivo, los ministros de Asuntos Exteriores europeos y occidentales no sólo han intentado llegar a un acuerdo entre Hamás e Israel, sino que también han reiterado la importancia de garantizar la entrada de ayuda a la población civil a través de los corredores humanitarios, que deben permanecer libres. En el marco de los contactos entre las autoridades, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, habló por teléfono con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant: «El secretario Austin reiteró su compromiso con la devolución incondicional de todos los rehenes y subrayó la importancia de aumentar el flujo de ayuda humanitaria a Gaza, garantizando al mismo tiempo la seguridad de los civiles y los trabajadores humanitarios», declaró a la prensa el portavoz del Pentágono, general Pat Ryder. «El secretario continuó señalando que cualquier posible operación militar israelí en Rafah debe incluir un plan creíble para evacuar a los civiles palestinos y mantener el flujo de ayuda humanitaria.» El objetivo de Occidente debe ser no sólo evitar la escalada en Oriente Medio, sino sobre todo luchar contra los terroristas de Hamás, cuyo fundamentalismo amenaza a toda Europa, defendiendo al mismo tiempo a los rehenes israelíes y a la población civil de Gaza, víctimas también del terror islámico. Esto requiere el compromiso de todos los actores sobre el terreno, mediante un proceso continuo de diplomacia que ponga fin al hostigamiento de civiles. En este sentido, la conformidad de Hamás con la propuesta israelí habría sido crucial.
Las acusaciones israelíes y el asalto a Rafah
El acatamiento de Hamás, bajo la presión de las autoridades egipcias, se produjo durante la noche, especialmente tras la visita de Williams Burns, jefe de la CIA y responsable del Grupo de Trabajo sobre Rehenes, quien, en contacto con los enviados qataríes, hizo saber que el acuerdo había llegado a su fin, momento en el que habría sido difícil disuadir a Israel del asalto a Rafah. De hecho, la noticia de la disposición de Hamás a aceptar el acuerdo se produjo tras la conversación telefónica mantenida ayer entre Netanyahu y Joe Biden, presidente estadounidense, quien se declaró contrario a la invasión de Rafah. Por su parte, miembros del gobierno israelí criticaron la forma en que supuestamente Hamás aceptó el acuerdo, acusando a Egipto de cambiar las cláusulas del acuerdo para conseguir la aprobación de Hamás: «Los egipcios forzaron unilateralmente todos los parámetros para que Hamás aceptara, y esta propuesta es inaceptable para Israel», dijeron desde Jerusalén, mientras que el ministro de Economía israelí afirmó que, en realidad, «Hamás no aceptó el acuerdo». Este es su truco habitual. Tras estos últimos acontecimientos, y después de las advertencias de Israel a los civiles para que evacuaran la zona, Israel entró en Rafah: durante la noche, una serie de cohetes alcanzaron la ciudad, causando una docena de muertos, y agentes del IFD tomaron el control del paso fronterizo de Rafah en el lado de Gaza. Según fuentes israelíes, murieron 20 milicianos y se localizaron tres entradas a túneles. El Ifd también informó de que, según la información de los servicios de inteligencia, «el paso fronterizo de Rafah, en el lado oriental, estaba siendo utilizado con fines terroristas». Una vez más, el Ifd informó de que «se ha animado a los residentes de Rafah oriental a evacuar temporalmente a la zona humanitaria ampliada de Al-Mawasi», donde «se han establecido hospitales de campaña, tiendas de campaña y disponibilidad de agua, alimentos, ayuda y suministros médicos».