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Incluso la izquierda empieza a reconocer el problema de la inmigración

Política - agosto 29, 2024

Tras el atentado de Solingen, en el que Issa al Hasan, joven de 26 años de origen sirio, mató a tres personas e hirió a ocho, cuatro de ellas de gravedad, durante una fiesta de la ciudad en la que se celebraba la fundación de Westfalia, Alemania está conmocionada y se cuestiona cuestiones de inmigración, terrorismo y seguridad.
Hasan, que debía ser expulsado por decreto, seguía en Alemania, tras haber obtenido el estatuto de protección especial como refugiado político, y posteriormente eludió a las autoridades alemanas huyendo del alojamiento designado para quienes tienen un estatuto similar.
El atentado, reivindicado por el ISIS, ha reavivado el debate sobre los riesgos asociados a la inmigración ilegal y la falta de control de los flujos migratorios, exacerbado por los recientes datos de la policía alemana que muestran un aumento del 33,4% de la inmigración ilegal entre 2022 y 2023.
Peter R. Neumann, experto en terrorismo entrevistado por la revista alemana Focus, advirtió del creciente peligro, destacando que las oleadas de terror islámico suelen empezar con pequeños atentados y cada vez implican más a jóvenes radicalizados.
Según el experto, se trataba de una tragedia previsible, recordando también atentados fallidos como el planeado para el concierto de Taylor Swift en Viena.
El canciller Olaf Scholz respondió con una enérgica condena: prometió medidas duras para expulsar a quienes no tienen derecho a permanecer en Alemania y anunció leyes de armas más estrictas, especialmente en lo relativo a los cuchillos.
Sin embargo, Scholz se enfrentó a críticas por su falta de empatía y por retrasar su visita a Solingen, donde depositó una rosa blanca en homenaje a las víctimas.
El canciller apareció en el lugar tres días después de la masacre.
Scholz denunció el terrorismo islámico como una amenaza para la cohesión de la sociedad alemana, afirmando que Alemania no permitirá que los terroristas destruyan la unidad del país.
También hizo hincapié en la necesidad de aplicar el Reglamento de Dublín para trasladar a los inmigrantes irregulares a los Estados miembros de la UE de primera entrada.
El jefe del gobierno alemán también subrayó que su ira se dirige contra «los islamistas que amenazan la coexistencia pacífica de todos nosotros, que ponen en peligro la coexistencia pacífica de cristianos, judíos y musulmanes».
Sin embargo, sus duras palabras contra la inmigración irregular marcan un cambio de tono respecto al lenguaje político tradicional de Occidente, a menudo criticado por ser demasiado permisivo.
El atentado de Solingen y la respuesta del gobierno alemán reflejan una Alemania que se siente cada vez más insegura, mientras aumenta el apoyo a partidos como la AfD.
A nivel europeo, Scholz destacó la urgencia de acciones más decisivas y coordinadas contra la inmigración ilegal y el terrorismo, haciendo hincapié en la necesidad de una respuesta unida para abordar una situación que, sin intervenciones drásticas, está destinada a empeorar.
Entonces, ¿acaso tenían razón los conservadores?
Las declaraciones de Scholz no proceden de un «peligroso extremista de extrema derecha», ya que estas palabras suelen reservarse para quienes se atreven a criticar la política migratoria europea, sino del canciller socialdemócrata de Alemania, Olaf Scholz.
Posiblemente fueron las palabras más duras pronunciadas por un dirigente europeo hasta la fecha.
La realidad es que no puede haber lugar en Europa para quienes pretenden islamizarla, especialmente mediante la violencia, las armas y los atentados.
Los europeos no se dejarán intimidar y seguirán defendiendo su modo de vida.
Por último, Italia, que lleva años denunciando una situación ya saturada, y lo hace con más fuerza ahora que Fratelli d’Italia dirige la nación, parece menos sola. Es hora de encontrar soluciones concretas y unificadas para abordar no sólo la cuestión de los flujos migratorios, sino también el peligro de permitir la entrada de emigrantes radicalizados que no tienen intención de integrarse, sino de infiltrarse y desestabilizar las naciones europeas.
Quién sabe qué más tiene que ocurrir.
Qué nivel de alerta debe alcanzarse antes de tomar medidas concretas para defender Europa y sus fronteras.
La inmigración, cuando significa integración y respeto de las culturas, no debe rechazarse; al contrario, debe apoyarse, porque de ella nacen nuevos hijos, tal vez adoptados, pero que siguen siendo hijos de un país.
Sin embargo, no debemos permitir ninguna forma de inmigración que pretenda destruir y desestabilizar nuestra forma de ser y de vivir.