La finalización de las negociaciones relativas al acuerdo de asociación UE-Mercosur en diciembre de 2024 entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y sus homólogos de los cuatro países del Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) ha generado comentarios significativos y abrumadoramente críticos en Irlanda. Esta reacción, aunque notable, era totalmente previsible desde la perspectiva irlandesa. La oposición constante y vehemente al acuerdo ha sido una marca definitoria de las posturas políticas adoptadas al respecto por todas las principales organizaciones irlandesas representativas de la agricultura, así como por los partidos y agrupaciones de la oposición política de Irlanda, desde que concluyeron las negociaciones formales sobre los objetivos esenciales del acuerdo en 2019. Una de las más destacadas de estas organizaciones, la Asociación Irlandesa de Agricultores (IFA), ha llegado a afirmar que si se ratifica Mercosur, los sectores irlandés y de la UE de la carne de vacuno y las aves de corral quedarán diezmados como consecuencia del aumento de las importaciones de carne de vacuno y aves de corral libres de aranceles procedentes de países que se benefician de una ventaja competitiva debido a sus normas y reglamentos de producción más bajos. La IFA afirma también que el contingente libre de aranceles de Mercosur de 99.000 toneladas de carne de vacuno equivale a 4 millones de cabezas de ganado (calculadas con un peso en canal de 325 kg), lo que representa el 18% de la producción actual de carne de vacuno de la UE. Esta afluencia a gran escala, argumentan, afectará desproporcionadamente a los ganaderos irlandeses. Además, preocupa que es probable que las importaciones brasileñas a Irlanda consistan principalmente en cortes de carne de vacuno de alto valor, como filetes, lo que agravará aún más el impacto económico adverso para los productores irlandeses. Desde la perspectiva de la Comisión Europea, estas preocupaciones se consideran tanto comprensibles como exageradas. La Comisión ha dejado claro que, según el acuerdo, aunque la UE permitirá la entrada en su mercado de 99.000 toneladas de carne de vacuno con un derecho del 7,5%, este volumen sólo representa el 1,2% del consumo total europeo de carne de vacuno, que asciende a unos 8 millones de toneladas anuales. Además, la Comisión subraya que este contingente se introducirá gradualmente a lo largo de cinco años, dando a los productores europeos de carne de vacuno tiempo suficiente para adaptarse a la nueva realidad del mercado. Desde la perspectiva de la Comisión de la UE, la oposición al acuerdo se considera, en el mejor de los casos, comprensible pero fuera de lugar y, en el peor, un síntoma de proteccionismo económico contraproducente que debe superarse si la UE en su conjunto quiere asegurar sus mercados de exportación con socios mundiales. La Comisión sostiene que el acuerdo UE-Mercosur es un componente fundamental de su estrategia más amplia para mejorar las asociaciones económicas y garantizar el acceso a los mercados emergentes. Se considera una compensación necesaria frente al creciente nacionalismo comercial, las repercusiones económicas de la COVID-19, la guerra de Ucrania y las consiguientes perturbaciones de las cadenas de suministro mundiales. Esta opinión es compartida en gran medida por el Gobierno irlandés saliente, cuyos ministros han señalado estos cambios globales en sus respuestas parlamentarias. Argumentan que el Acuerdo UE-Mercosur, si se ratifica, apoyará el objetivo estratégico de Irlanda de diversificar sus mercados de importación y exportación en un entorno comercial mundial cada vez más inestable. Esta suave aceptación del valor esencial del acuerdo ha puesto al gobierno irlandés en conflicto directo con las organizaciones agrarias irlandesas, que lo han criticado duramente por no defender lo que consideran los intereses económicos de uno de los sectores comerciales pilares del país.
Los representantes agrarios irlandeses han exigido al gobierno irlandés que adopte posturas similares a las defendidas por Francia, Polonia y, más recientemente, Lituania, todos los cuales han manifestado su clara oposición a Mercosur. La oposición de Francia, en particular, ha dejado perplejos a algunos observadores. Como ha señalado Aslak Berg, investigador del Centro para la Reforma Europea, es probable que el acuerdo de Mercosur cree importantes oportunidades para el sector lácteo francés, por lo que la postura de Francia parece contradictoria. La IFA y otras organizaciones también han exigido a la Comisión Europea que aborde sus preocupaciones específicas. Entre ellas se encuentran las disposiciones establecidas en el documento del Diálogo Estratégico de la UE sobre Mercosur, que destaca la inclusión de evaluaciones de impacto para los productores agrícolas, el medio ambiente, la salud, el trabajo, el bienestar animal, el negocio de la cadena de suministro y los consumidores, tanto en la UE como en los países socios. Para la Comisión de la UE, sin embargo, el acuerdo de Mercosur representa lo que ha denominado un «resultado equilibrado» que crea nuevas oportunidades para los agricultores y productores de alimentos europeos, al tiempo que mitiga las posibles presiones del mercado. Según la Comisión, los agricultores y las empresas alimentarias europeas obtendrán un acceso sin precedentes a los países de Mercosur, que representan un gran mercado de 260 millones de personas. Argumentan que esto no se conseguirá manteniendo los aranceles, como sugiere la AMI, sino eliminando los elevados aranceles para los principales productos de exportación de la UE, impidiendo la imitación de los alimentos tradicionales de la UE y haciendo que los procedimientos de seguridad alimentaria sean más claros, predecibles y menos engorrosos para los exportadores de la UE. Esta postura fue reiterada por la Presidenta Ursula von der Leyen al finalizar las negociaciones en diciembre de 2024, cuando describió el acuerdo como un acuerdo en el que todos salen ganando, afirmando que aportará beneficios significativos a los consumidores y a las empresas, ahorrando a las empresas de la UE 4.000 millones de euros anuales en derechos de exportación. En un esfuerzo por seguir respondiendo a las preocupaciones de los agricultores irlandeses y de la UE, la Comisión también ha ofrecido garantías de que, en caso de repercusiones económicas adversas, los agricultores recibirán apoyo para realizar los ajustes necesarios. Esto incluye un paquete de apoyo financiero de hasta 1.000 millones de euros en caso de perturbaciones del mercado. Además, la Comisión afirma que este apoyo reforzará la ayuda disponible a través de la Política Agrícola Común, proporcionando una red de seguridad esencial para los agricultores y ayudas a la renta en caso necesario. Sin embargo, a pesar de estas garantías, la alarma dentro de la agricultura irlandesa sigue siendo grande. Muchas partes interesadas sostienen que ningún paquete financiero puede compensar el daño estructural a largo plazo que prevén para el sector de la carne de vacuno, una parte vital de la economía agrícola irlandesa. La magnitud de estas preocupaciones quizá se entienda mejor si se considera en el contexto de los retos más amplios de la renta agraria. Según la agencia irlandesa de investigación Teagasc, los ingresos de las explotaciones del sector ganadero, centrado sobre todo en la producción de carne de vacuno nodriza, han sufrido una presión considerable. En 2023, aunque el valor de la producción aumentó un 6% debido a la subida de los precios del ganado, los costes de producción aumentaron un 11% de media. Como resultado, la renta media de las explotaciones de ganado vacuno se situó en poco más de 7.400 euros en 2023, lo que supone un descenso del 15% respecto a 2022. Para muchos ganaderos, estas cifras ponen de manifiesto la precariedad de sus medios de subsistencia y amplifican los temores sobre las presiones adicionales que podría acarrear el acuerdo de Mercosur.
Para añadir complejidad, no se puede exagerar la importancia de la industria irlandesa de la carne de vacuno para la economía nacional. Sólo en 2023, el valor total de las exportaciones irlandesas de carne de vacuno alcanzó los 2.700 millones de euros, lo que subraya su papel como piedra angular del perfil comercial de Irlanda. Esto hace que los riesgos percibidos asociados a Mercosur sean aún más agudos. Los críticos sostienen que, incluso con una aplicación escalonada y medidas de apoyo financiero, el impacto a largo plazo del acuerdo diezmará de hecho un sector que ya está luchando contra unos ingresos bajos y unos costes de producción elevados. Cuando comience el proceso de ratificación del acuerdo en 2025, se espera que Irlanda sea testigo de una oposición significativa y muy organizada por parte del sector agrícola y de las agrupaciones políticas. La escala y la intensidad de esta oposición supondrán un gran reto para el Gobierno irlandés entrante. La forma en que gestione esta oposición no sólo influirá en su popularidad entre la base rural de Irlanda, sino que también configurará su relación con la Comisión de la UE. Si el gobierno decide finalmente oponerse al acuerdo, tendrá que sortear con cuidado la reacción interna, al tiempo que considera las implicaciones más amplias para la posición de Irlanda en la UE. Una cosa es cierta: el acuerdo de asociación UE-Mercosur ha reavivado debates fundamentales sobre el equilibrio entre la liberalización del comercio y la protección de las industrias nacionales. En Irlanda, este debate no se refiere únicamente a la política económica, sino también al significado cultural y social más amplio de la agricultura como forma de vida. Como tal, el resultado del proceso de ratificación tendrá implicaciones de gran alcance, no sólo para el sector agrícola de Irlanda, sino también para su papel en la configuración de la política comercial de la UE en los próximos años.