La definición estándar aplicada a la mutilación genital femenina (MGF) es que se trata de una práctica que implica la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos o de los órganos genitales por razones no médicas.
Aunque este tipo de brevedad en la definición tiene ciertamente su lugar, sería prudente no aceptarla de forma aislada o sin una referencia coherente a las clasificaciones adicionales aplicadas a la MGF por la Organización Mundial de la Salud y otros organismos. Este enfoque nos ayudará a comprender, aunque sea de forma limitada, la verdadera barbarie de esta práctica y la atroz violación de los derechos humanos que representa. La Declaración Interinstitucional de la OMS sobre la Eliminación de la Mutilación Genital Femenina es útil a este respecto. En ella encontramos referencia a los 4 Tipos de MGF que han prevalecido tradicionalmente.
La OMS identifica cuatro tipos de MGF:
- Tipo 1: Extirpación del prepucio, con o sin extirpación parcial o total del clítoris.
- Tipo 2: Extirpación parcial o total del clítoris y los labios menores.
- Tipo 3: Extirpación de todos los genitales externos, dejando sólo una pequeña abertura para la menstruación y la micción.
- Tipo 4: Todas las demás prácticas nocivas, como cortar, quemar, perforar y cauterizar.
Resulta casi incomprensible reflejar que las prácticas de MGF, tal como se han clasificado anteriormente, se llevan a cabo en la mayoría de los casos en niñas y bebés de entre la infancia y los 15 años que residen o proceden principalmente del continente africano o de Oriente Medio en general. La magnitud de la práctica es asombrosa, ya que, según estimaciones fiables de la OMS, entre 100 y 140 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a alguna forma de MGF y otros 3 millones de niñas corren peligro cada año. Esto, según la OMS, equivale a 6.000 mujeres y niñas sometidas diariamente a la MGF en el mundo.
La concienciación sobre la prevalencia de la práctica y el número de niñas y mujeres que viven con las consecuencias de la MGF ha calado, aunque de forma incompleta, en la conciencia del mundo occidental. Esto se debe, al menos, a las campañas educativas sostenidas que han seguido al crecimiento exponencial de las tasas de inmigración mundial y a la presencia de comunidades de la diáspora procedentes de África y Oriente Medio que residen en países y territorios como Estados Unidos, Europa y Australia. También se ha visto favorecida por los conflictos, a menudo muy públicos, que se han creado cuando los intentos de defender la práctica basándose en derechos o en motivos religiosos o culturales han chocado con tradiciones jurídicas y médicas occidentales que históricamente han considerado la MGF anatema e indefendible. Irlanda es uno de esos Estados que ha intentado responder adecuada y humanamente a los problemas que plantea la MGF. A nivel internacional, Irlanda ha ratificado varios convenios internacionales que condenan la MGF, como la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). En el ámbito nacional, un acontecimiento clave es la publicación, en noviembre de 2008, del Plan de Acción Nacional de Irlanda para Abordar la MGF, publicado en colaboración con otros 15 países europeos.
El Plan de Acción identificó cinco epígrafes estratégicos como componentes esenciales de cualquier intento de abordar la MGF en Irlanda. Estos epígrafes son el jurídico, el de asilo, el sanitario, el comunitario y el de ayuda al desarrollo.
El primer esfuerzo específicamente jurídico que surgió de este proceso fue la Ley de Justicia Penal (Mutilación Genital Femenina) de Irlanda de 2012, introducida inicialmente en junio de 2011. La Ley no sólo penalizaba el acto de practicar la mutilación genital femenina, sino que también tipificaba como delito la tentativa de practicar un acto de mutilación genital femenina. La Ley también contiene disposiciones relativas a la ayuda, incitación, asesoramiento, conspiración o facilitación de la comisión de la mutilación genital femenina. Esto aportó una claridad jurídica sustancial a las prohibiciones legales existentes, aunque por lo demás amplias, sobre el proxenetismo en la comisión de un delito grave relacionado con lesiones corporales como la mutilación y la extirpación de órganos o tejidos corporales. En virtud de esta Ley, también es delito que alguien residente en Irlanda lleve a una niña a otro país para someterla a la MGF. Las penas previstas en la Ley son de hasta 14 años de prisión y/o una multa de 10.000 euros. Si se compara con las observaciones que hizo el entonces ministro de Sanidad, el Dr. James Reilly, cuando presentó inicialmente la Ley -que proporcionaría una claridad jurídica indiscutible-, ésta ha sido un éxito.
Sin embargo, la imagen general que se desprende cuando se compara con las observaciones posteriores del Ministro, según las cuales la legislación era «el primer paso para garantizar que la práctica no se arraigue en Irlanda», es menos favorable.
Esto es así a pesar de que, como hemos visto anteriormente, la Ley formaba parte de una voluntad más amplia de los gobiernos irlandeses de crear conciencia en torno a la MGF y de su encomiable adopción de un enfoque de tolerancia cero hacia su práctica. Irlanda pasaría a abordar el epígrafe de estrategia sanitaria del Plan de Acción de 2008 a través de las estrategias nacionales del país sobre violencia doméstica sexual y de género (DSGBV). El Ejecutivo del Servicio Irlandés de Salud (HSE) también está llevando a cabo actualmente un ejercicio de mapeo de sus servicios con vistas a identificar lagunas en la prestación de apoyo a las víctimas y supervivientes de la MGF. Esto es sumamente importante, ya que es incuestionable que existe una creciente demanda de tales servicios en Irlanda. Podemos ver pruebas de ello en un informe del Irish Times de noviembre de 2024 en el que se ponía de manifiesto que un servicio de ayuda a las mujeres afectadas por la mutilación genital femenina había aumentado más de un 300% en dos años. El informe fue publicado por la Asociación Irlandesa de Planificación Familiar. Estimaba que al menos 10.000 mujeres y niñas que viven en Irlanda han sufrido mutilación genital femenina. También informó de que sus niveles de citas para ayudas relacionadas con la MGF aumentaron un 338% en 2023.
La directora médica de la Asociación, Caitriona Henchion, confirmó que el número de personas tratadas era «originalmente pequeño», pero a partir de 2020/2021 aumentó la migración desde «países de alta incidencia, por lo que la demanda ha subido enormemente». En el contexto de la migración procedente de países de alta incidencia, cabe señalar que el artículo 7(2)(f) de la Ley de Protección Internacional de Irlanda de 2015 establece que «los actos de naturaleza específica de género o de naturaleza específica de menores» son ejemplos de actos que pueden equivaler a persecución. Como tal, la Oficina de Protección Internacional de Irlanda (IPO) considera que la MGF es de naturaleza persecutoria, ya que «viola una serie de principios de derechos humanos bien establecidos, incluidos los principios de igualdad y no discriminación por razón de sexo, el derecho a la vida cuando el procedimiento provoca la muerte, y el derecho a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, así como los derechos del niño». En conclusión, podemos afirmar que, mientras Irlanda siga experimentando una oleada de inmigración sin precedentes procedente de países como los del continente africano y Oriente Medio, la demanda de servicios relacionados con la MGF seguirá aumentando drásticamente. Esto supone una presión extraordinaria para los servicios sanitarios y comunitarios de Irlanda, debido a las complejas sensibilidades culturales que suelen surgir. Las esperanzas de que se reduzca el número de niñas y mujeres que se presentan pueden ser excesivamente optimistas debido al claro reconocimiento en la literatura de investigación de la omnipresencia y obstinación de la práctica y su resistencia a la eliminación. La propia UNICEF ha advertido de que la mutilación genital femenina está aumentando de nuevo entre las niñas nigerianas de 0 a 14 años, con tasas que han pasado del 16,9% en 2013 a un máximo reciente del 19,2%. También habrá retos importantes para el cuerpo de policía de Irlanda, An Garda Síochána, aunque recientemente ha puesto en marcha una iniciativa denominada Operación Limelight para proporcionar información a los pasajeros que viajan a Irlanda y desde este país, en la que se explica qué es la MGF, y a las personas qué pueden hacer si les preocupa que una niña pueda correr el riesgo de sufrirla.
Hasta la fecha, el planteamiento de Irlanda respecto a la MGF ha sido ejemplar, pero esto debe ir acompañado de un mayor índice de condenas penales y de la asignación de recursos específicos para conseguirlo. Resulta alarmante observar que, aunque la MGF se tipificó como delito en 2012, la primera condena por MGF en Irlanda no se produjo hasta 2020. Se trataba de un matrimonio que practicó la MGF a su hija de un año en 2016. El puro horror de este caso confiere a la necesidad de este enfoque un claro imperativo moral y social.