Medio ambiente - enero 28, 2025
El impacto del sonido derivado de las actividades humanas (es decir, el sonido antropogénico) sobre el medio marino y la salud de las especies que viven en él ha sido objeto de exhaustivas investigaciones durante varias décadas.
Shane Guan, Amy R. Scholik-Schlomer y Jacqueline Pearson-Meyer escribieron en The Journal of the American Acoustic Society un instructivo resumen del enfoque que ha adoptado esta investigación desde los años 70 hasta el siglo XXI.
Allí los autores señalan que, aunque la comunidad de la guerra antisubmarina sabe desde hace tiempo que el ruido elevado es perjudicial para la detección de señales, no fue hasta principios de la década de 1970 cuando se plantearon preocupaciones similares en relación con la vida marina que utiliza el sonido para diversas funciones vitales; mientras que en la década de 1980 se realizaron algunos de los primeros estudios sobre los efectos del ruido de la prospección y explotación de petróleo y gas en alta mar sobre los mamíferos marinos de las aguas del Ártico.
En la década de 1990, según los autores, se investigaron intensamente las fuentes de baja frecuencia para la termometría oceánica y la detección submarina, así como el impacto acústico sobre los mamíferos marinos, tras registrarse un elevado número de varamientos masivos de cetáceos.
Desde entonces, la investigación internacional y europea sobre la contaminación acústica de los océanos ha sido una constante, acompañada de un creciente sentimiento de alarma por el daño que el sonido antropogénico está causando a la vida marina.
Esto se refleja en el enfoque normativo de la Unión Europea, tal como se recoge tanto en la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina (MSFD) (2008/56/CE) como en la Directiva relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres (es decir, la Directiva Hábitats).
En virtud de la Directiva de Hábitats, todas las especies de mamíferos marinos que viven normalmente en Irlanda deben recibir protección frente a los peligros, incluido el ruido antropogénico.
Sin embargo, es importante señalar que la MSFD define específicamente la contaminación no sólo en términos físicos, sino también en términos de introducción directa o indirecta de ruido submarino de origen humano en el medio marino.
La determinación de lo que constituye ruido nocivo cuenta con la ayuda del Grupo Técnico sobre Ruido Subacuático de la Estrategia Común de Aplicación de la MSFD, presidido por representantes de los países de la UE.
Tal como se define en la MSFD, el ruido debe ser de un nivel tal que provoque o pueda provocar «efectos nocivos como daños a los recursos vivos y a los ecosistemas marinos, incluida la pérdida de biodiversidad, peligros para la salud humana, la obstaculización de las actividades marinas, incluidas la pesca, el turismo y las actividades recreativas y otros usos legítimos del mar, el deterioro de la calidad para el uso del agua de mar y la reducción de los servicios o, en general, el deterioro del uso sostenible de los bienes y servicios marinos».
Es inevitable que una definición tan amplia tenga repercusiones de gran alcance, incluida la necesidad de poner en vigor niveles de supervisión radicales.
En Irlanda, este proceso está gestionado por el Departamento de Planificación de la Vivienda y Gobierno Local, que es el organismo principal para la aplicación de la MSFD y cuenta con el apoyo de otros departamentos y organismos estatales, entre ellos el Instituto Marino (MI).
En 2020, el Departamento publicó una evaluación de la Estrategia Marina de Irlanda y la Determinación del Buen Estado Medioambiental, tal y como determina el Artículo 9 del MSDF.
La evaluación hizo una serie de observaciones positivas que incluían la determinación de que el nivel de actividades causantes de ruido subacuático impulsivo dentro de la zona designada por la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina de Irlanda fue bajo en general durante el periodo 2016-2018.
La evaluación también concluyó que el estado actual del medio marino irlandés en aquel momento era compatible con lo que el MSDF entendía por Buen Estado Medioambiental en cuanto a distribución espacial, extensión temporal y niveles de fuentes sonoras impulsivas antropogénicas.
A pesar de estas observaciones positivas, varios parlamentarios irlandeses han expresado recientemente su preocupación por el hecho de que el proceso de evaluación siga funcionando con arreglo a las directrices de 2014 para gestionar el riesgo para los mamíferos marinos de las fuentes sonoras artificiales en aguas irlandesas.
Existe la sensación de que las Orientaciones deben actualizarse para reflejar el aumento de las actividades generadoras de ruido asociadas a la importante escalada de las obras relacionadas con las energías renovables marinas.
Con respecto a las energías renovables marinas, el debate sobre el ruido marino no hará sino aumentar.
Será una tarea enormemente difícil para Irlanda lograr un equilibrio entre su compromiso de alcanzar un objetivo de generación de energía eólica renovable marina de 5 GW para 2030, y de 20 GW para 2040, y su sistema de planificación marina, que también tendrá que tener debidamente en cuenta los compromisos y obligaciones de Irlanda en virtud del Convenio OSPAR y del Convenio de la ONU sobre la Diversidad Biológica.
El ministro responsable de estos asuntos en el anterior Gobierno irlandés, Malcolm Noonan, ha abordado directamente algunas de estas preocupaciones y ha señalado en concreto el proyecto GOMOREUS (Guidance on Managing offshore Renewable Energy Underwater Sound) que está llevando a cabo el Instituto Marino y que realiza el Centro MaREI del University College Cork (UCC).
Según el ministro Noonan, se pretende que el proyecto GOMOREUS elabore orientaciones prácticas, integradas y armonizadas para informar sobre la gestión del ruido submarino continuo e impulsivo en el desarrollo de las Energías Renovables Marinas (ERM) en aguas irlandesas, de conformidad con la legislación de la UE, como la Directiva de Hábitats y la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina.
También se propone que el Servicio de Parques Nacionales y Vida Silvestre de Irlanda (NPWS) utilice después los resultados del proyecto GOMOREUS para actualizar sus Orientaciones para la Gestión del Riesgo para los Mamíferos Marinos de 2014, antes de la publicación de las orientaciones finales actualizadas, prevista para el segundo trimestre de 2025. También se espera que tenga lugar un proceso de consulta pública antes de la publicación.
Este proceso de consulta debería ser de gran interés para el sector pesquero irlandés, sobre todo a la luz de las crecientes investigaciones sobre el impacto del ruido marino en el ciclo vital de las especies que habitan los caladeros tradicionales de Irlanda, ya que algunos estudios indican que el ruido marino puede disminuir la comunicación reducida entre varias especies de peces, provocando así que los índices de capturas comerciales desciendan hasta un 80%.
Cualquier orientación o legislación actualizada que intente reducir significativamente los niveles de ruido antropogénico también será objeto de un estrecho seguimiento por parte de los operadores marítimos comerciales de Irlanda.
De hecho, las Orientaciones de 2014 señalan la tendencia creciente de la contaminación acústica como atribuible en gran parte al aumento de la actividad del transporte marítimo comercial. La investigación internacional realizada desde entonces no ha hecho sino confirmar esta opinión.
El potencial de conflicto que esto creará puede observarse en las recientes preguntas parlamentarias sobre la importancia del sector del transporte marítimo de Irlanda. Allí se pone de manifiesto el crudo potencial de choque entre los aspectos medioambientales y de bienestar de las especies del problema y la abrumadora dependencia comercial de Irlanda del transporte marítimo comercial.
Como recordó a los parlamentarios el anterior Ministro de Transportes, el transporte marítimo es el medio más importante de conectar Irlanda con los mercados internacionales, ya que representa más del 90% del comercio internacional irlandés.
La continua necesidad de garantizar que estas rutas estén protegidas y no se vean afectadas negativamente por la normativa sobre ruido marino no ha hecho más que acentuarse desde el Brexit, cuando Irlanda experimentó lo que se ha descrito como una reconfiguración rápida y sin precedentes de sus cadenas de suministro tradicionales, con las obligaciones aduaneras impulsando un aumento de la demanda de servicios en rutas directas entre los puertos irlandeses y la Europa continental.
Como dijo el Ministro de Transportes, en 2019 Irlanda tenía unas 30 salidas directas desde y hacia puertos europeos. Hoy hay más de 70 salidas directas al continente y se sigue añadiendo capacidad.
A falta de una tecnología de reducción del ruido ampliamente disponible, será un problema considerable y complejo para Irlanda mantener el deseo del gobierno de lograr la «máxima conectividad» para los importadores y exportadores irlandeses con el deseo paralelo de aplicar una estrategia sólida de protección marina en consonancia con el primer límite obligatorio de ruido submarino que introdujo en marzo de 2024 la Comisión Europea.
Este nuevo tope obliga a los 27 Estados miembros europeos a incorporar un umbral de ruido en su legislación nacional.
Estos umbrales son los siguientes
Ruido continuo: No más del 20% de una zona marina puede estar expuesta a ruido subacuático continuo durante un año.
Ruido impulsivo: No más del 20% de un hábitat marino puede estar expuesto a ruido impulsivo a lo largo de un día, y no más del 10% a lo largo de un año.
Sin embargo, hay motivos para el optimismo, dado que el BIMCO (Consejo Marítimo Internacional y del Báltico y una de las mayores asociaciones navieras internacionales que representan a los armadores) y la Cámara Naviera Internacional (ICS) ya han trabajado para resolver o mejorar estos complejos retos.
En este sentido, la guía elaborada por la BIMCO y la ICS, cuyo objetivo es ayudar al sector del transporte marítimo a comprender y reducir el ruido submarino radiado por los buques y ayudar al sector, es un importante paso adelante en la forma de ayudar a los Estados a aplicar las directrices sobre ruido submarino de la Organización Marítima Internacional (OMI).