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«Complicado» es el adjetivo adecuado para describir lo que ha sucedido en las últimas horas. Primero la cumbre de la UE, luego la reunión en Riad entre funcionarios estadounidenses y rusos. La resolución del conflicto a las puertas de Europa, que dura ya tres años, no está tan cerca. Al contrario, las tensiones entre los distintos actores implicados parecen haberse intensificado. Trump, partidario de la cumbre de Arabia Saudí, fue claro: «Hemos oído que ellos (refiriéndose a los ucranianos) no fueron invitados a las negociaciones. Pero llevan allí tres años. Deberían haber resuelto la cuestión mucho antes. Nunca deberían haber empezado la guerra». En el otro bando estaba el presidente Zelensky, que replicó Las decisiones sobre el fin de la guerra en Ucrania no pueden tomarse sin Ucrania. No se pueden imponer condiciones sin nuestra participación». Un tira y afloja a cuatro bandas, que no excluye una mezcla de noticias falsas (como el origen de la guerra) y anuncios exprés (como el envío de tropas de la UE a Ucrania).
La posición de EEUU
Durante la larga campaña electoral que precedió a su victoria e investidura en la Casa Blanca, Trump prometió repetidamente poner fin a la guerra en Ucrania, ser reconocido como el que pondría fin a los conflictos en el mundo, de forma más general. Porque no hay que olvidar que, hasta hace una semana, la injerencia estadounidense en las negociaciones entre Israel y Hamás era fuerte, hasta el punto de condicionar la liberación de los rehenes; el resultado de la reunión entre Trump y Netanyahu no había gustado a Hamás, como tampoco habían gustado al dirigente israelí las posiciones de Egipto y Jordania sobre la acogida del pueblo palestino. Una situación enmarañada. El equilibrio entre las partes sigue siendo extremadamente precario, pero hoy, la atención estadounidense se ha desplazado al otro frente: el ruso-ucraniano. Aquí, una vez más, el magnate adoptó una postura muy clara, excluyendo totalmente a Ucrania, a pesar de haber mantenido contactos con Zelensky en los días posteriores a la toma de posesión. Según Trump, Ucrania, y en consecuencia Europa (aunque no lo ha dicho explícitamente), no ha hecho nada concreto para poner fin a la guerra y, por tanto, cree que puede manejar cualquier negociación con Rusia sin consultar a los directamente implicados. Además, desde su residencia en Mar-a-lago, el presidente estadounidense, en declaraciones a los periodistas, también insinuó que el índice de aprobación de Zelensky estaría «en el 4%»: una clara referencia a la necesidad, desde su punto de vista, de nuevas elecciones en Ucrania. A este respecto, la respuesta de Zelensky no se hizo esperar, acusando al magnate de vivir «en una burbuja de desinformación». Trump cree que el paso dado es útil para una resolución real. Sobre todo porque, según los informes posteriores a la reunión del 18 de febrero, ya habría un acuerdo para una reunión cara a cara con Putin probablemente en marzo o incluso, según fuentes fidedignas del Kremlin, ya a finales de febrero. Los dos habrían hablado ya por teléfono durante más de hora y media, encontrando varios puntos de acuerdo durante la charla. Queda un gran interrogante sobre el papel que, para Trump, deberá desempeñar Europa en esta visión bidireccional. Mientras que, por un lado, se mostró partidario de que la UE envíe tropas de mantenimiento de la paz a Ucrania, una idea planteada sólo por algunos Estados pero no compartida por todos, por otro no mencionó en ningún momento a los países de la UE como posibles socios en esta negociación. Esto abre un escenario que no se había contemplado hasta hace unas semanas: un pacto bidireccional. Estados Unidos está cambiando de cara muy rápidamente; Trump asumió el cargo hace sólo un mes, pero las órdenes ejecutivas firmadas y los apretones de manos más que simbólicos ya han redefinido a Estados Unidos y lo que representará para el resto del mundo durante los próximos años. Corresponde a Europa, en este caso, averiguar cómo hacer frente a esta nueva realidad.
La cumbre de la UE en Francia
Ciertamente no es fácil encontrar una nueva llave, pero se supone que la UE no quiere actuar sin EEUU. Lo dijo Giorgia Meloni, que también estuvo presente en el Día de la Inauguración, y lo reiteró Ursula von der Leyen en las últimas horas. La estrecha cooperación entre EEUU y la UE que ha caracterizado los últimos años, en relación con la guerra entre Rusia y Ucrania, parece haber llegado a un punto de inflexión: ¿está a punto de terminar o de renovarse, pero con otra piel? Fue el presidente de la Comisión Europea, tras la cumbre del lunes, quien se reunió en Bruselas con el general estadounidense Kellogg, enviado de EEUU para la cuestión ruso-ucraniana. Fue una oportunidad para que von der Leyen reiterara «el papel fundamental de la UE para garantizar la estabilidad financiera y la defensa de Ucrania, con un compromiso total de 135.000 millones de euros, más que cualquier otro aliado», según la nota oficial difundida inmediatamente después de la reunión. La Presidenta añadió también que el compromiso europeo no cesará; deseando por tanto una paz duradera, no dejó de mencionar que cualquier negociación debe basarse en la independencia, la soberanía y la integridad territorial. Por último, se expresó la voluntad de trabajar en sinergia con Estados Unidos. Un punto, éste, fundamental para destacar la exclusión de la reunión preliminar del martes 18 de febrero entre Rusia y EEUU. Entre las quejas sobre el envío de tropas de mantenimiento de la paz a la frontera se encuentran las de Giorgia Meloni, que ha hablado en nombre de Italia. El Primer Ministro, según revelan fuentes oficiales, no considera eficaz esta solución; según Meloni, hay otros caminos que seguir, caminos que no implicarían un compromiso militar en este largo conflicto. En cuanto a la perplejidad, el dirigente italiano, al igual que von der Leyen, no transige con la posibilidad de un distanciamiento entre EEUU y la UE, porque «la implicación de EEUU» es fundamental, «es en el contexto euroatlántico donde se funda la seguridad europea y americana». De la misma opinión es el canciller alemán, Olaf Scholz, quien, al término de la cumbre organizada por Macron, no sólo quiso reiterar con rotundidad que la cuestión del envío de tropas no se comparte ni debe investigarse por el momento, sino que afirmó que «acogemos con gran satisfacción que se hable de paz, pero no puede ser un dictado, no puede imponerse a Ucrania». Según el dirigente alemán, es indispensable actuar de acuerdo con Estados Unidos, y no debe haber, desde su punto de vista, una división del trabajo, ni mucho menos responsabilidad por lo que ocurra en territorio ucraniano. De hecho, Scholz explicó a los medios de comunicación: «La OTAN se basa en el hecho de que siempre actuamos juntos y compartimos los riesgos. Esto no debe cuestionarse». En las últimas horas, el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, también se ha pronunciado, no sobre una tregua, sino sobre un final real del conflicto. De hecho, el ministro explicó que Rusia se inclina por el fin de las hostilidades porque teme el rearme de Ucrania. En declaraciones a Bruno Vespa en la televisión, Tajani dijo también que nos enfrentamos a una complicada «partida de ajedrez» en la que EEUU trabaja en dos frentes: distanciando a Rusia de China e intentando acercarla políticamente, tratando de encontrar una clave para resolver la guerra. Por último, compartió la llamada telefónica del Secretario de Estado estadounidense a los ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN para informarles sobre el contenido de la reunión de Riad.