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Los rumanos temen que los Estados Unidos de Trump les abandonen. Se equivocan

Nuestro futuro con la OTAN - marzo 3, 2025

Los rumanos tienen miedo, y con razón. El paisaje mediático actual consiste en un casi concierto de voces que advierten a la población de que Estados Unidos, bajo la nueva administración, se está retirando de Europa de forma lenta pero segura. Algunos muestran la posibilidad de forma sutil, mientras que otros la gritan a los cuatro vientos como una certeza. Ni siquiera la reafirmación del Artículo 5 por parte de Trump en la conferencia de prensa bilateral con el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, hizo mucho por aliviar las dudas.

Pero, en una época en la que los ánimos políticos se caldean como tormentas de verano y la grandilocuencia a menudo triunfa sobre el sentido común (sin juego de palabras), una cosa está muy clara: Estados Unidos ha invertido demasiado en Rumanía como para hacer las maletas y marcharse. Desde actualizaciones militares de vanguardia hasta proyectos energéticos revolucionarios y un sector tecnológico en auge, el compromiso de Washington con Rumanía es profundo y no está dispuesto a marchitarse en la vid, soplen los vientos políticos que soplen. Estados Unidos tampoco va a dejar indefenso a uno de sus mejores clientes en el mundo, porque al fin y al cabo, los beneficios superan a los costes. Llegaré a eso muy rápidamente.

Una asociación histórica difícil de romper

Rumania no es un vecino cualquiera de Europa del Este. Con un legado como puente entre Oriente y Occidente, el país ha evolucionado desde sus días de cautelosa independencia durante la Guerra Fría hasta convertirse en un Estado vibrante y moderno, y en un aliado fundamental. La transformación de Rumania de antiguo país del Pacto de Varsovia en orgulloso miembro de la OTAN y la Unión Europea es testimonio de su resistencia y valor estratégico.

Resulta que Estados Unidos ha prestado mucha atención. Los responsables políticos estadounidenses reconocieron muy pronto que la situación estratégica de Rumania, enclavada en la frontera sudoriental de la OTAN y con vistas al Mar Negro, ofrece un asiento de primera fila para algunos de los puntos más críticos de la geopolítica moderna. En otras palabras, cuando se trata de cuestiones de defensa y estabilidad regional, Rumania no es tanto un remanso como el centro de Europa Oriental.

Amistad Armada. Literalmente.

A lo largo de los años, Washington ha invertido recursos en la modernización del ejército rumano, asegurándose de que la nación del Mar Negro pueda dar la talla en la defensa del flanco oriental de la OTAN.

Por ejemplo, la Base Aérea de Deveselu. A menudo aclamada como piedra angular de la arquitectura de defensa antimisiles de la OTAN, esta instalación ha sido modernizada con sistemas de radar de última generación y redes de comunicación avanzadas. En términos prácticos, aunque algunos se muestren escépticos ante la idea de que los estadounidenses traigan algo más que hamburguesas con queso a la fiesta, en realidad aquí están aportando lo último en tecnología militar, y además con unos sólidos programas de formación. Los expertos calculan que la inversión total realizada por EEUU en Deveselu asciende aproximadamente a 1.000 millones de dólares.

Además, las maniobras militares conjuntas tampoco son meros desfiles ceremoniales anuales. Son sesiones prácticas de alto octanaje en las que las fuerzas estadounidenses y rumanas ponen a punto su sinergia operativa. Programas como la Financiación Militar Extranjera y las transferencias de excedentes de material de defensa han convertido a las fuerzas armadas rumanas en una unidad moderna y ágil, preparada para contrarrestar cualquier amenaza potencial del otro lado del horizonte (al menos hasta que llegue la caballería). Es seguro afirmar que mientras la OTAN necesite un socio fiable e interoperativo en su frontera sudoriental, Estados Unidos no buscará en otra parte.

Pero miremos directamente a la cesta de la compra. En los últimos años, EE.UU. ha firmado acuerdos en curso por un valor estimado de entre 200 y 500 millones de dólares, proporcionando a Rumania un conjunto de sistemas de última generación que modernizan sus capacidades militares. Entre las estrellas de este espectáculo están las actualizaciones de los sistemas de defensa antimisiles Patriot, vitales para proteger el cielo rumano en una región donde las tensiones pueden dispararse más rápido que una ola de calor estival. Con mejores capacidades de radar, seguimiento y ataque, estas mejoras no son sólo campanas y silbatos, sino un formidable elemento disuasorio contra cualquier posible agresor.

Pero Estados Unidos no se detiene en la defensa aérea. El nuevo arsenal rumano también incluye los elogiados sistemas de misiles antitanque Javelin. Conocidos por su precisión milimétrica y su facilidad de despliegue, estos sistemas están llamados a transformar la dinámica del campo de batalla. En caso de incursión hostil, las tropas rumanas dispondrán de una capacidad letal de primer ataque que deja poco margen para el error, y aún menos para que la oposición respire.

Como complemento de estas maravillas de hardware están los sistemas avanzados de comunicaciones y vigilancia del campo de batalla. Estas herramientas garantizan que cada movimiento sobre el terreno se coordine con precisión, permitiendo el intercambio de inteligencia en tiempo real y una integración perfecta con las fuerzas de la OTAN. Imagínatelo: una red que no sólo apoya los ataques letales, sino que también se vincula a una estrategia más amplia de defensa colectiva, asegurándose de que ningún actor deshonesto pueda coger desprevenido al ejército rumano.

Lo que hace que estos acuerdos sean realmente intrigantes es el claro mensaje que envían a los adversarios. Al invertir fuertemente en equipos letales, Rumanía garantiza el interés continuado de EEUU en la zona y consolida una mentalidad de «todos ganan» en la relación.

Por último, pero no por ello menos importante, Rumania ha mostrado un gran interés en modernizar su fuerza aérea y ha firmado un contrato de 180 millones de dólares con Lockheed Martin, que estipula aviones F-16, misiles F-16, una base de entrenamiento para pilotos y una posible actualización posterior (por un precio adicional sustancial, por supuesto) a los F-35.

Construir juntos el futuro de la energía

En un mundo en el que los retos energéticos exigen soluciones ágiles e innovadoras, Rumanía está dirigiendo su mirada hacia los Pequeños Reactores Modulares (SMR), una iniciativa que resume a la perfección el espíritu progresista de su asociación con Estados Unidos. Al más puro estilo de los modestos, estas pequeñas potencias están listas para dar un gran golpe, redefiniendo no sólo el panorama energético de Rumanía, sino también reforzando una alianza transatlántica tan pragmática como estratégica.

Para los no iniciados, los SMR no son los tradicionales reactores nucleares de rascacielos. Piensa en ellos como los primos ecológicos y económicos de los reactores convencionales: compactos, modulares y con características de seguridad mejoradas. Mientras Rumanía intenta modernizar su combinación energética reduciendo al mismo tiempo su dependencia de los combustibles fósiles y de los impredecibles gasoductos, los SMR ofrecen una tentadora promesa: energía fiable, escalable y con bajas emisiones de carbono que no requerirá una licenciatura en física nuclear para entenderla.

No es ningún secreto que Estados Unidos lleva mucho tiempo a la vanguardia de la innovación nuclear. Con décadas de experiencia en tecnologías nucleares avanzadas, las empresas estadounidenses lideran ahora el desarrollo de los SMR. Para Rumania, una nación deseosa de adoptar nuevos paradigmas energéticos, no se trata sólo de importar tecnología; se trata de forjar una asociación estratégica con Washington que vaya más allá de meros dólares y céntimos.

Cibercodependencia

Rumanía es ahora una reconocida incubadora de talento informático, que produce magos digitales e innovadores que contribuyen a algunos de los principales gigantes tecnológicos de Silicon Valley. Es una vuelta de tuerca moderna a la vieja historia de ingenio de Europa del Este. Ninguna gran potencia que quiera conservar su estatus dejaría un recurso humano tan valioso en manos de un rival potencial. La start-up rumana convertida en gigante, Bitdefender, presume de ser utilizada por ramas del gobierno y del sector público en Estados Unidos.

En el mundo interconectado de hoy, las amenazas cibernéticas son tan reales como las físicas. Tanto Estados Unidos como Rumanía han reconocido la necesidad de reforzar sus defensas digitales. Los esfuerzos de colaboración en ciberseguridad no sólo protegen las comunicaciones militares sensibles, sino también las infraestructuras críticas. A medida que la guerra híbrida -una mezcla de tácticas convencionales y no convencionales- se convierte en la norma, estas alianzas resultan esenciales para mantener la seguridad nacional y regional.

La creciente reputación de Rumanía como reserva de talento para genios informáticos por descubrir, combinada con la experiencia estadounidense, está creando una formidable alianza contra los ciberadversarios.

Alegatos Finales

Cuando se trata de inversiones internacionales, las disputas políticas a corto plazo no están reñidas con la estrategia a largo plazo. La sólida asociación entre Estados Unidos y Rumanía es un caso clásico en el que los dólares, la defensa y los ideales democráticos se alinean para crear un escenario en el que todos salen ganando. Con inversiones muy arraigadas en modernización militar, revisión de infraestructuras y una economía digital que está que arde, abandonar a Rumanía no sólo está descartado, sino que es prácticamente impensable.

En un mundo en el que la retórica política puede ser tan voluble como el tiempo, la naturaleza duradera de esta alianza sirve de recordatorio de que algunas asociaciones se construyen sobre algo más que palabras. Se basan en la acción, en intereses compartidos y en el reconocimiento de que algunas inversiones, una vez hechas, son demasiado valiosas para abandonarlas.

Mientras Estados Unidos sigue navegando por un complejo panorama geopolítico, una cosa está clara: Rumanía seguirá siendo una piedra angular de la política estratégica y económica estadounidense, independientemente de los titulares. Y si la historia sirve de guía, esta alianza improbable pero formidable está preparada para capear muchas tormentas.