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¿Qué es la Doctrina Monroe? La supuesta guía diplomática de Trump

Ensayos - marzo 3, 2025

En el gran caos arremolinado de la política mundial, donde los titulares de ayer se olvidan antes del almuerzo, algunas ideas resultan notablemente obstinadas. Por ejemplo, la Doctrina Monroe. Declarada por primera vez en 1823, este principio rector de la política exterior estadounidense ha resurgido una y otra vez, adaptándose a los tiempos pero sin desaparecer nunca del todo. Y ahora, en una era de renovada competencia entre grandes potencias, la doctrina parece estar volviendo una vez más, esta vez con un giro claramente trumpiano.

Una rápida lección de historia (no te preocupes, es interesante)

Hace doscientos años, el presidente James Monroe tenía un mensaje para Europa: ¡No te metas en América! Mientras las nuevas naciones independientes de América Latina se sacudían el dominio español, Monroe -promovido por Gran Bretaña, que tenía sus propias razones para mantener a raya a los rivales europeos- declaró que el hemisferio occidental estaba vedado a nuevas colonizaciones. Cualquier intromisión europea, advirtió, sería considerada una amenaza para Estados Unidos.

En aquel momento, se trataba más de un deseo que de una política firme. Estados Unidos carecía del músculo militar para hacer cumplir la audaz proclamación de Monroe, y era la Marina Real, no la incipiente república estadounidense, la que realmente mantenía a raya a los imperios europeos. Pero a medida que Estados Unidos se convertía en una potencia mundial, la Doctrina Monroe pasó de ser una declaración de aspiraciones a una justificación para la acción.

Cómo Estados Unidos utilizó (y abusó) de la Doctrina

La doctrina recibió una importante actualización en 1904, cuando Theodore Roosevelt añadió su famoso corolario, argumentando que Estados Unidos no sólo tenía el derecho, sino el deber de intervenir en América Latina para mantener la estabilidad. Esto sentó las bases para una larga historia de implicación estadounidense -algunas benévolas, otras no tanto-.

Durante la Guerra Fría, la doctrina volvió a desempolvarse, esta vez para justificar la oposición a la influencia soviética en el hemisferio occidental. ¿La crisis de los misiles cubanos de 1962? Un caso de libro de texto de EEUU aplicando la visión de Monroe, cuando el presidente Kennedy se enfrentó a Jruschov por las armas nucleares soviéticas en el patio trasero de Castro.

A finales del siglo XX, la doctrina parecía menos relevante. Estados Unidos estaba preocupado por Oriente Medio, China y la globalización. Pero la historia, como suele decirse, tiene una forma de repetirse.

Entra Trump: ¿Una Doctrina Monroe moderna?

Aunque el presidente Donald Trump no era profesor de historia, sus instintos en política exterior se parecían mucho a los de Monroe, lo supiera o no. Su administración adoptó una línea especialmente dura respecto a la influencia extranjera en las Américas, dejando claro que Estados Unidos no se iba a quedar de brazos cruzados mientras las potencias rivales hacían incursiones en la región.

China, por ejemplo. En las dos últimas décadas, Pekín ha invertido miles de millones en América Latina, en infraestructuras, proyectos energéticos y recursos naturales. Mientras que las anteriores administraciones estadounidenses se encogieron de hombros, el equipo de Trump vio en ello un desafío directo. Sus funcionarios, incluido el entonces asesor de Seguridad Nacional John Bolton, revivieron explícitamente el lenguaje de la Doctrina Monroe, advirtiendo de que las potencias extranjeras -China, Rusia, incluso Irán- no tenían por qué inmiscuirse en el patio trasero de Estados Unidos.

También es importante señalar que en la interpretación de Trump de la política exterior, los principios subyacentes de la doctrina -oponerse a la influencia externa en una región estratégica y afirmar el dominio estadounidense- se reflejaron en su enfoque de Asia-Pacífico.

En el frente comercial, la renegociación por Trump del TLCAN en el USMCA (Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá) fue una clara medida para afirmar el dominio estadounidense en la economía regional. Su administración también impuso sanciones al dictador venezolano Nicolás Maduro, bloqueó los movimientos socialistas apoyados desde el extranjero y adoptó una postura dura frente a la inmigración ilegal, políticas que, intencionadamente o no, reflejaban el espíritu original de la Doctrina Monroe.

¿Una política exterior de «América primero» o más de lo mismo?

¿Fue el planteamiento de Trump realmente un renacimiento de la Doctrina Monroe, o fue sólo política exterior nacionalista estándar vestida con ropajes históricos? Depende de cómo se mire. Sus defensores argumentan que simplemente estaba reafirmando la soberanía de Estados Unidos y protegiendo los intereses estadounidenses en un mundo en el que China, Rusia y otros rivales estaban poniendo a prueba la determinación de Estados Unidos. Sus críticos, por su parte, consideraron su enfoque torpe, aislacionista o incluso neoimperialista.

En cualquier caso, la idea subyacente de la Doctrina Monroe -que Estados Unidos debe evitar que potencias extranjeras adquieran influencia en el hemisferio occidental- sigue viva bajo el mandato de Trump. Y, con el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y China, es probable que los futuros presidentes, independientemente de su partido, se encuentren canalizando un poco de Monroe al tratar con América Latina.

Cuanto más cambian las cosas…

¿Cuál es la conclusión? Puede que la Doctrina Monroe tenga casi dos siglos de antigüedad, pero sigue proyectando una larga sombra sobre la política exterior estadounidense. Ya se invoque para bloquear la colonización europea, la expansión soviética o las inversiones chinas, su mensaje central sigue siendo sorprendentemente coherente: Este hemisferio es la esfera de influencia de Estados Unidos, y los forasteros deben andarse con cuidado.

Probablemente Monroe no imaginó un mundo en el que su doctrina sería mencionada por una estrella de la telerrealidad convertida en presidente. Pero la historia tiene una forma curiosa de mantener vigentes las viejas ideas. Y en el áspero y agitado mundo de los juegos de poder globales, algunas cosas nunca pasan de moda.